5 preguntas sin llamarle de usted: Alfonso Domingo

500 años después, acaba de publicar su libro "Comuneros" que presentará en Toledo el ex alcalde Joaquín Sánchez Garrido, el jueves, 23, a las 19 horas, en la Biblioteca de Castilla-La Mancha. Estras son nuestras cinco preguntas para Alfonso:

1.- Como en todos los hechos históricos relevantes, la revuelta de los Comuneros de Castilla ha sufrido interpretaciones muy diversas: un levantamiento contra un rey que no sabía castellano, una de las primeras revoluciones burguesas o nacionalistas contra el absolutismo, una protesta contra imposiciones fiscales o la versión de los historiadores franquistas que definieron a los comuneros como “politicastros” incapaces de ver el sublime destino de España en lo Universal: ya sé que es complejo explicarlo en algo que no sea un libro, pero danos tu opinión… ¿Por qué se levantaron los comuneros?

Por varias razones, que podíamos enumerar: orgullo de nación, sentimiento de ofensa ante un rey que consideraba extranjero (hablaba francés), que hacía lo contrario que los reyes católicos y que aumentó los impuestos para cumplir su sueño imperial, un sueño que no favorecía a Castilla ni a España y que pasaba por encima del deseo de las ciudades. Un rey y su camarilla –no olvidemos que además del valido Guillermo de Croy figuraba parte de la nobleza española- que no dudó en sobornar o amenazar a los representantes populares. Una camarilla que entró a saco en las riquezas nacionales y se las llevó sin oposición. La mujer de Chievres (Guillermo de Croy) sacó una caravana de mulas por Cataluña llenas de oro, por ejemplo, aparte de lo que se llevaron por mar desde la Coruña. Los flamencos decían que nosotros, los españoles, éramos sus indios. El rey había incumplido el contrato con el pueblo y los comunes (entonces se llamaban así, porque eran partidarios del bien común) se revolvieron y alumbraron una revolución que pudo haber cambiado el destino del mundo. La comunidad, concepto que venía de años anteriores, se reveló como algo absolutamente moderno.

2.- Parece que los castellanos del siglo XVI estaban más unidos y eran más críticos con las tropelías que se cometían contra ellos que los divididos castellanos actuales que han llevado a Vox al Gobierno en Castilla y León: ¿no hay más motivos ahora para revueltas comuneras que hace cinco siglos?

Por supuesto, hay incluso más, pero han pasado 500 años, todos los movimientos populares surgidos en España han sido descabezados y no digamos del resultado de la guerra civil y una democracia que aún, a pesar de todo, tiene muchas carencias, y sigue siendo imperfecta. Pero sobre todo, quizá haya sido la economía neoliberal, la nueva política que ha desmovilizado a la gente. Hoy solo impera el individualismo, el egoísmo de clase, además equivocado, y súmale la desinformación de nuestros medios, que solo obedecen a intereses de los poderosos, de los que tienen dinero y quieren seguir teniendo y detentando el poder real. De aquellas lluvias, estos lodos. 

3.- ¿Existen similitudes entre la situación actual de España y del mundo, con las que vivía un castellano de aquellos tiempos?

Se pueden sacar analogías y similitudes, aunque con una perspectiva de 500 años las circunstancias sean obviamente diferentes. No te hablo de la trapacería y abusos del actual rey  emérito, que son comparables a las de Carlos V (entre otras hazañas, Carlos le acaba robando el tesoro a su propia madre). Los comuneros comienzan como una rebelión popular contra los abusos y la corrupción (lo que nos suena muy de hoy en día, ya que no ha cambiado mucho la condición humana) y acaban en una revolución social y alumbrando la primera constitución del mundo, las leyes perpetuas de Ávila, episodio que reconocen los padres de la patria norteamericana al elaborar su constitución, y que no sé por qué no se enseña en las escuelas. Es un orgullo haberse adelantado cientos de años a franceses, ingleses y norteamericanos, con un concepto que era absolutamente revolucionario para la época, el poder reside en el pueblo, no en el soberano que lo recibe de Dios. También el fracaso comunero, por la desunión, nos trae a primer término los fracasos de los movimientos populares, por egos, ideologías sectarias, etc, que han sucedido en nuestro país en otras épocas. En nuestro caso, además, hace 500 años, con el fracaso de la revolución comunera, se dirimió nuestro destino como país. Como dice el poema de Luis López Álvarez, que tan bien musicó el Nuevo Mester de juglaría: “Desde entonces Castilla no se ha vuelto a levantar”.

4.- Toledo fue, junto a otras ciudades castellanas como Segovia, el foco de la revuelta comunera, pero hubo que esperar a 2015 para que se levantara una escultura de Juan de Padilla en la ciudad, cuando era alcalde García-Page que ya lo había pedido en 1993 cuando era concejal. En su inauguración dijo que le parecía “increíble que haya costado tanto tiempo reconocer a quien fue uno de los personajes más importantes y un adelantado a su tiempo”. ¿Piensas que Castilla-La Mancha ha rendido el homenaje que se merecieron los comuneros?

No, no se les ha rendido el homenaje que merecen. Ya se han ocupado los políticos, sobre todo del PP, para que la conmemoración del V centenario haya pasado bastante inadvertida a nivel general en nuestro país. En Toledo, en Castilla-La Mancha (y en España, me atrevería a  decir), falta una estatua a María Pacheco, que mantuvo la llama comunera tras la derrota de Villalar y que se tuvo que exiliar en Portugal. Una mujer fascinante, culta, sensible, a la que yo hago mi particular homenaje en la novela trayendo sus huesos, aunque sea en la ficción, para enterrarlos con los de su amado esposo Juan de Padilla, que es lo que ella quería. Esa es otra, ni siquiera se ha hecho el intento de saber dónde está enterrado Juan de Padilla, si es en Villalar o en Mejorada de Olmedo. También hablo de eso en la novela y hago mi particular justicia poética, que es lo que nos han dejado a los castellanos para homenajear a aquellas personas.

5.- ¿Qué espina te has sacado escribiendo este libro?

Yo escribo sobre lo que conmueve, y mis libros, ya sean de ensayo, de viaje o en mis novelas, tienen siempre esa mirada. La historia de las Comunidades y de los hombres y las mujeres que las crearon y mantuvieron, hasta que fue posible, siempre me ha parecido digna de un homenaje, una reivindicación y un intento de comprensión de su papel y de su paso por la historia. No les sublimo, sin embargo, y hablo también de sus oponentes, intento ponerme en el papel de todos, no es una loa a los comuneros. Por eso hablo de que es una historia de amor y guerra. Desgraciadamente ahora vivimos otra en Europa, lo que me trae ecos de cuando yo era reportero de guerra. Pero en medio de la guerra se rebelan una serie de caracteres épicos que tienen también un aspecto íntimo y absolutamente interesante desde el punto de vista literario. En mi novela Comuneros, además, hay un homenaje al ajedrez, que debe sus reglas actuales a España, a la música y poesía de aquellos días. Es una pena que los castellanos no reivindiquemos nuestro pasado, nuestras gestas, nuestras aportaciones al mundo. Lo vivo con tristeza, y como digo, dado que soy escritor, hago mi particular justicia poética con esa época y los castellanos que vivieron en ella. Pero es una novela y además de lo que tiene de crónica (relatada por el que fue el capellán de María Pacheco, Juan de Sosa) tiene amor (entre Juan de Padilla y María Pacheco), epopeya, intriga, aventura. Y como decía, música. Cuco y Luisa Pérez, grandes amigos y grandes músicos, han puesto música a las coplas a Padilla, las únicas que se conservan de la época comunera, impresas en Toledo en 1520 y que hemos rescatado de la biblioteca nacional. En la presentación cantarán un extracto en el que se habla de Toledo y todo lo que había pasado hasta ese verano de 1520. Esas coplas tienen también su papel en la novela. 

DCLM