El sector editorial de CLM toma impulso

Siempre se asegura que España es un país en el que no se lee. Pero nada más lejos de la realidad. Sobre todo, tras el COVID–19. Durante la pandemia se ha producido un incremento de la actividad editorial, según los datos ofrecidos por el Ministerio de Cultura y Deporte. “Aunque durante 2021 se produjo una recuperación paulatina de las actividades sociales, la lectura se ha mantenido como una alternativa de ocio para el 64,4% de la población española”, explican desde el Gobierno. Un porcentaje que desciende hasta el 52,7% si se consulta quién se inmiscuyó en los libros con una frecuencia semanal.

La mejora de los índices de lectura se ha dado en la práctica totalidad de las comunidades autónomas y en casi todos los tramos de edad, tanto en mujeres como en hombres.  Sorprende el caso de 2020, “año en el que se produjo un incremento notable de la lectura como consecuencia del confinamiento y las restricciones de movilidad”. Entre los menores, se trata de una actividad “generalizada y crecen las horas semanales dedicadas a la misma entre los niños de seis y nueve años”. Sin embargo, “a partir de los 15 desciende la proporción de lectores”.

Por nivel formativo, el 85,9% de la población con estudios universitarios lee de manera habitual. El porcentaje baja hasta el 61,8% entre quienes poseen instrucción secundaria. Asimismo, sólo el 39,8% de la población con enseñanza primaria se entrega a los libros. De cualquier forma, “hay que señalar que en todos los grupos se ha registrado un ligero incremento con respecto a antes de la pandemia”, indican desde el Ministerio de Cultura.

Una circunstancia que ha repercutido en el ámbito editorial. Según informaba la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), durante el 2021 –último año completo con datos–, el sector editorial había crecido un 5,6%, alcanzando los 2.576,70 millones de euros facturados. Unas cifras muy positivas, ya que suponen el mayor incremento de facturación en lo que va de siglo. Este aumento es superior al ejercicio anterior –el correspondiente al 2020–, en el que se observó un aumento del 2,4% en relación al 2019. "Ya en 2020, el crecimiento fue notable y nos daba la señal de que la ciudadanía se había reencontrado con la lectura. Pero, ahora, se han consolidado esas cifras", confirma el presidente de FGEE, Daniel Fernández.

Unos buenos resultados que se han observado en todos los formatos. Durante el 2021 las adquisiciones en papel ascendieron un 5,9% respecto al 2020, mientras que las descargas a obras digital se incrementaron en un 1,7%, arribando a los 13,49 millones de consultas. Incluso, se observó un aumento del 6,4% en títulos editados con respecto al año anterior, alcanzando los 79.373 ejemplares, de los que 55.197 eran en papel y 24.176 en digital.

La temática que más creció fue la infantil y juvenil, con un 17,8% por encima del año anterior; seguida por la ficción para adultos, con un aumento del 8,2% y unas ventas de 548,90 millones de euros. Los libros de no ficción se incrementaron un 7,7% en 2021, llegando hasta los 770,92 millones de euros. Por último, los tebeos y novelas gráficas ascendieron en un 6,7% respecto a 2020. Por países, México se mantiene como primer destino de las exportaciones españolas con 62,9 millones de euros. Le sigue Francia, con 61,52 millones de euros de negocio.

Y LOS PROFESIONALES DE LA REGIÓN, ¿QUÉ OPINAN DE ESTO?

Ante estos datos, los editores en Castilla–La Mancha también se han querido posicionar, exponiendo su situación actual. En la región, el sector está compuesto –sobre todo– por pequeñas iniciativas, muchas de las cuales son independientes. A pesar de ello, aquí también se han notado los buenos datos. Un despegue libresco que se comenzó a labrar en la pandemia. “En esos momentos de soledad y confinamiento, los libros se erigieron como compañeros, amigos y confesores”, explica Francisco de Asís Maura, escritor y editor de Océano Atlántico Editores, una propuesta establecida a medio camino entre Guadalajara (España) y Ciudad de México. “Un amplio sector de la población descubrió que la literatura es el mejor analgésico contra la incertidumbre de nuestro tiempo”. 

Una opinión que es compartida por otros profesionales del sector. “El inicio de la pandemia fue terrible, pero durante el confinamiento la gente buscaba lectura y se pudo minimizar el gran impacto social del coronavirus”, explica Enrique Royuela, director de Principia, un sello radicado en Cuenca. “A raíz de la llegada de la COVID–19, se han vendido más libros. En general, la gente ha leído más, porque pasaba más tiempo en casa y contaba con más tiempo libre”, explica Alfonso González Calero, de Almud, Ediciones de Castilla-La Mancha. “Es cierto que, en lo que más nos resentimos, fue de la falta de presentaciones, que facilitan la adquisición de ejemplares. No se pudieron programar, debido a las restricciones sanitarias, pero, por regla general, las ventas han aumentado durante los dos últimos años”.

En cualquier caso, “el consumo bajo pedido online se ha incrementado considerablemente”, confirma Sergio Higuera, de Volapük Ediciones (Guadalajara). Se trata de una fórmula de comercio que ha llegado para quedarse, como también confirman Anaís Toboso y Pedro Gascón, de Chamán Editores (Albacete). “Durante la pandemia hemos visto incrementar las ventas a través de nuestra web”. De todos modos, “la percepción general es que las ferias y los eventos presenciales siguen siendo esenciales para la vida de los libros”, explican desde Fangus Editorial, de Manzanares (Ciudad Real).

VARIACIONES DE PREFERENCIAS.

Además, desde 2020, se han observado ciertas transformaciones en los gustos editoriales. “Hemos visto algún cambio, una tendencia hacia la narración histórica o de algún tiempo pasado no muy remoto”, aseguran Toboso y Gascón, de Chamán Editores. “Esto, como suele ocurrir en tiempos convulsos, es debido a un sentimiento de escapismo de una realidad incierta, desengañada o incómoda, como ha sido la generada por la COVID–19”.

Pero los cambios no quedan aquí. Otra tendencia que se ha pronunciado en el último bienio ha sido el incremento de la aparición de obras, pero con un tiraje menor. “Creo que el mayor cambio ha sido el hecho de que se publican más cantidad de títulos, pero con tiradas más reducidas”, indica Rubén Chiquito, de Delecé Ediciones, un sello domiciliado en La Puebla de Montalbán (Toledo). Se trata de “una metamorfosis a analizar”.

Sin embargo, durante los últimos meses también se han observado otros problemas, más allá de la pandemia. El más acuciante está vinculado al incremento del precio de los insumos, debido a la situación geoestratégica internacional. “En el último ejercicio, los costes de producción han subido mucho, a causa del aumento del precio del papel”, confirma Jesús Muñoz, de la Editorial Ledoira, radicada en la capital regional.

En la actualidad, “la situación se está convirtiendo en insoportable para editoriales pequeñas, que vivimos de las ventas, debido a subidas desorbitadas en la imprenta –más del 60% en el tercer trimestre del 2022–, que nadie nos explica, ya que unos aseguran que la celulosa viene de Ucrania, mientras que otros culpan a un componente que procede de China para la fabricación del papel”, explica Enrique Royuela, director de Principia, de Cuenca. En definitiva, “sobrevivimos mejor a la pandemia que a la situación actual de encarecimiento de precios”.

¿QUÉ PASA CON LOS ESÍMULOS PÚBLICOS?

Pero si la demanda de lectura y libros se ha incrementado en los dos últimos años, ¿qué ha ocurrido con el compromiso de las administraciones hacia el sector editorial? Muchos de los profesionales confirman que ha habido apoyos, aunque esperaban que fueran más ambiciosos. “Se han ofrecido ayudas, que han sido generales y no han servido a mantener los proyectos pendientes”, explica Rubén Chiquito, de Delecé Ediciones. “Estos estímulos no han sido suficientes”, denuncian desde Fangus Editorial, de Manzanares (Ciudad Real).

Además, “nos habría encantado que se hubieran reunido con nosotros y que nos hubieran preguntado qué necesitábamos para seguir adelante y para encontrar la manera de ensalzar la cultura regional”, subrayan desde Delecé Ediciones. “Se deberían haber acordado unas líneas de proyecto en las que podamos destacar a todas las personas que generan productos culturales en Castilla–La Mancha”.

Y, sobre todo, desde los poderes públicos deben hacer frente a la situación que, a día de hoy, está atravesando el sector. “Se echa de menos que se explique el origen de las subidas de precios –como la del papel– y que se trate de minimizar el impacto que dicho proceso está teniendo en imprentas y editoriales pequeñas, ya que los grandes grupos no tienen problemas económicos para hacer acopio de papel y seguir publicando”, lanza Enrique Royuela, de Principia.

“También se necesita el apoyo a los autores, a través de convocatorias de premios literarios, de galardones de investigación, etc., y que esas obras sean publicadas”, explica Antonio Herrera Casado, de AACHE Ediciones (Guadalajara). Además, se ha de ayudar a los agentes editoriales, que “sacan libros adelante con su único esfuerzo, o con el de sus escritores”. En ese caso, “el apoyo institucional debe venir a través de una política amplia, clara y objetiva de adquisición de libros”.

Ya se habrían comenzado a dar pasos en este sentido. Por ejemplo, la Junta de Comunidades cuenta con el programa «Castilla–La Mancha Edita», consistente en realizar “una compra de ejemplares, que distribuye en instituciones públicas. Además, esta adquisición se realiza directamente a los editores, sin intermediarios, y tras la realización de una valoración de las obras aparecidas durante el año”, indican desde Fangus Editorial.

Medidas como ésta permiten solventar una de las peticiones más habituales del sector editorial, basada a dar visibilidad a estas iniciativas empresariales. “Para una editorial pequeña y de provincias es muy difícil llegar a un público medio”, explican Anaís Toboso y Pedro Gascón, de Chamán Editores. Así, gracias «Castilla–La Mancha Edita» existe la posibilidad de acceder a ciertas infraestructuras públicas, que –de otra manera– sería mucho más complicado, como bibliotecas, clubes de lectura o centros socioculturales.

Asimismo, desde la Consejería de Educación, Cultura y Deporte, los especialistas Pilar Zurita y Óscar Arroyo, “han posibilitado que todas las editoriales pudiéramos estar presentes con un stand institucional en la pasada edición de «Liber 2022», celebrada en Barcelona”, explican los profesionales del sector. “No sólo gestionaron el puesto en esta feria internacional, sino también las acreditaciones y descuentos para transporte, todo desde un trato cercano y eficiente”. Han acudido siete empresas a esta propuesta, “una iniciativa profesional “en la que hemos entablado interesantes conversaciones con exportadores, agentes literarios y proveedores”, confirman desde Celya Editorial, una propuesta domiciliada en la capital regional.

Una perspectiva que han compartido otras instituciones públicas de la región. “En el entorno más próximo, ha habido ayuntamientos que reactivaron –de inmediato– las actividades de difusión del libro, doblando esfuerzos para que fueran más vistosas, amplias y numerosas”, explica Sergio Higuera, de Volapük Ediciones. “Es el caso de Guadalajara capital y Bustares, con sus Ferias del Libro”. De hecho, Alfonso González Calero, de Almud, Ediciones de Castilla-La Mancha, solicita a los consistorios de la región que continúen programando estos eventos feriales. También propone recuperar la feria del libro autonómica que, en su día, se desarrollaba en Cuenca. “Son muy buenas iniciativas para la promoción de la cultura”.

En consecuencia, la situación del mundo del libro ha mejorado levemente desde la pandemia, tanto en España como en Castilla–La Mancha. Se ha notado una pequeña recuperación tras el coronavirus, gracias a que se ha leído más y a las ventas online, que han aumentado. Sin embargo, los poderes públicos han de seguir apoyando a este sector. No en vano, la literatura y la producción libresca es uno de los pilares más importantes de nuestro ámbito cultural. Al fin y al cabo, y como argumentó el inigualable creador Miguel de Cervantes:

«El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho».