El arte no contamina

Todo lo contrario, lo atempera, lo mejora, el clima y el temperamento del ser humano porque ensalza nuestras mejores cualidades, el tesón, la magia de la genialidad que nace y se trabaja y todo un festival de regalos para los sentidos, el avance social o la denuncia de atrocidades como los horrores de la guerra.

El arte no contamina, todo lo contrario, descontamina un ambiente demasiado adictivo al enfrentamiento, a las dificultades por encontrar acuerdos sobre lo que de verdad interesa, las desigualdades y, en primer lugar, defender nuestra propia casa, el planeta. 

Visto desde fuera parecería increíble pensar que el ser humano no esté haciendo todo lo que está en su mano, en su inteligencia, para que no exista el hambre ni la exclusión y tampoco por defender el lugar donde habitamos y el que deben habitar nuestros hijos y sus descendientes, la Tierra. 

Pero todo es muy diferente cuando entramos a valorar los intereses particulares, el día a día, el egoísmo que se ha instalado por encima de otros valores como la solidaridad, la defensa de quienes más lo necesitan y una decidida lucha contra el cambio climático que solo niegan quienes no tienen información, ni alma.

Los y las activistas que llaman la atención sobre el cambio climático atentando contra obras de arte en museos no aportan nada positivo, todo lo contrario, es otro capítulo más del disparate en el que muchas veces nos situamos, fuera de la autenticidad, dentro del circo. 

No se cambian las conciencias de los seres humanos en la lucha contra el cambio climático destruyendo arte, todo lo contrario. 

Parece que, como ya ha sucedido con otras necedades, solo reaccionaremos cuando nos el agua nos llegue al cuello o no asemos a la parrilla. Entonces desaparecerán los negacionistas del cambio, los activistas y las obras de arte de los genios que un día poblaron el planeta.

elObservadorDCLM