Las mejores escapadas de Castilla–La Mancha para este otoño

El pasado mes de octubre ha sido el más cálido de la serie histórica en España –cuyo arranque data de 1961–, con una temperatura media de 18ºC, lo que supone una anomalía de 3,6ºC por encima de lo normal. Una cifra que supera los 4ºC en Castilla–La Mancha y que, en algunas partes de la región, este dato ha alcanzado los 5ºC, según la información ofrecida por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).

Sin embargo, en los últimos días ha llegado –al fin– la climatología propiamente otoñal. Han descendido las temperaturas y las lluvias han hecho acto de presencia en la práctica totalidad de la Comunidad Autónoma. Un escenario meteorológico que invita a realizar otro tipo de turismo, más apegado a la tierra y la naturaleza. Por ello, se proponen algunas alternativas castellanomanchegas para los próximos días, que –a buen seguro– harán las delicias de los caminantes más exigentes. ¡No te las pierdas!

ALBACETE

Pitón volcánico de Cancarix

Cuando se mencionan espacios naturales albaceteños, a todos nos viene a la mente el nacimiento del Río Mundo o la sierra del Segura. Sin embargo, muy pocos conocen que en Albacete aún se pueden visitar algunos restos volcánicos. Entre ellos, el Pitón Volcánico de Cancarix, un domo ubicado en las cercanías de Hellín. Los investigadores han datado su origen hace 7,04 ± 0,01 millones de años.

Esta formación cenozoica cuenta con una altura de 707 metros sobre el nivel del mar, y su morfología estimula el senderismo. Sobre todo, en época otoñal, cuando ya no aprieta el calor estival y no han arribado –todavía– los fríos glaciares. Durante el ascenso al monte, que se puede prolongar durante tres horas, el caminante tendrá la oportunidad de conocer “especies vegetales amenazadas y una fauna que sólo habita espacios áridos, inexistente en otras partes de la región”, explican los especialistas de turismo de la Junta de Comunidades.

De hecho, la fauna del lugar se encuentra “adaptada a las condiciones de aridez de la zona”. Entre los mamíferos se distinguen conejos, liebres, erizos, lirones y jabalíes. La comunidad de aves está representada por la chova piquirroja y el búho real, que “crían en los cortados”. Pero no son las únicas alternativas que se desarrollan en la zona. “En las laderas se pueden observar mochuelos, collalbas rubias, collalbas negras, perdices rojas y cogujadas comunes”. En cuanto a reptiles, destaca la presencia de culebra bastarda, culebra de escalera y lagarto ocelado.

El domo de Cancarix está integrado en un sistema disperso de chimeneas volcánicas, diques, coladas de lava y piroclastos, que se extiende entre Vera (Almería) y Jumilla (Murcia). Esta formación está propuesta como «Lugar de interés geológico español de relevancia internacional», por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), una de las instituciones europeas más prestigiosas en la materia.

 

Alcalá de Júcar.

Y si tras el ascenso al antiguo volcán albaceteño, el caminante tiene ganas de más, puede acercarse hasta Alcalá de Júcar. Se trata de una localidad que combina magníficamente naturaleza y la historia. Su trama urbana está protagonizada tanto por sus monumentos como por el río que da nombre al municipio. De hecho, está considerado como uno de los pueblos «más bonitos de España», el único que cuenta con dicha denominación en la provincia.

La mencionada población se sitúa en el noroeste de la provincia, dentro de La Manchuela. Su singularidad y belleza han sido reconocidas desde hace décadas. De hecho, fue declarada conjunto Histórico-Artístico en 1982. Cuatro años más tarde, en 1986, obtuvo el tercer premio a la mejor iluminación artística, tras la Torre Eiffel y la Gran Mezquita de Estambul.

“Es uno de los pueblos más espectaculares y pintorescos de Albacete. Tanto su situación como el excepcional paisaje donde se emplaza –formado por la hoz del Júcar– hacen que, en cuanto aparece ante nuestros ojos, sintamos la necesidad de detener la marcha y contemplar su grandiosidad”, explican desde la Asociación Los Pueblos Más Bonitos de España. “Sus casas de arquitectura popular, excavadas en la montaña, se adaptan al terreno en calles estrechas y empinadas, trepando hacia el castillo, que se asoma a la hoz que forma el río a sus pies”.

La Alcalá albaceteña cuenta con un luengo pasado. En el siglo XI fue fortaleza musulmana, ya que “formaba parte de la línea defensiva que los árabes construyeron en las riberas del río, para contener la creciente presión de los reyes cristianos”. Además, “la peculiar situación del pueblo permite que la mayoría de las casas estén excavadas en la montaña, con cuevas de tal longitud que llegan hasta el extremo de la peña sobre la que se asienta la villa”. Todo ello, se encuentra acompañado por una trama en la que se suceden las estrechas callejuelas y coquetas plazuelas.

 

CIUDAD REAL

Pueblo abandonado de Minas del Horcajo

Cuando se habla de patrimonio histórico, casi todos olvidamos nuestro legado industrial. En muchos rincones de la región –y de la totalidad de España– se suceden los vestigios productivos, tanto extractivos como manufactureros. En Castilla–La Mancha hay varios ejemplos de este tipo. Quizá, el más conocido sea Hiendelaencina, en Guadalajara, una localidad que –durante la segunda mitad del siglo XIX– llegó a tener 5.000 habitantes gracias a la minería de la plata. Hoy, apenas supera el centenar de vecinos…

Peor suerte corrió de Minas del Horcajo, en Ciudad Real, que actualmente se encuentra cuasi abandonado. Sin embargo, llegó a contar con un pasado de oro. En su época de esplendor acogió a 4.500 almas, pero –en la actualidad– la mayoría de sus viviendas se encuentran en ruinas. Este antiguo municipio se constituye como una pedanía de Almodóvar del Campo y se emplaza en un valle formado por dos pequeños cursos de agua, que acaban diseñando una especie de «y griega». De hecho, el paisaje que circunda a la antigua población es otro de sus atractivos. Se halla rodeada de vegetación, destacando los bosques de pino rodeno, pero también especies arbustivas, como la jara y los helechos. Incluso, se observan agrupaciones arbóreas de rebollos, castaños o cedros del Himalaya.

Pero regresemos a la historia de Minas del Horcajo. Aunque en el siglo XVI –en las «Relaciones de Felipe II»– ya había menciones a asentamientos poblacionales en la zona, no fue hasta la segunda mitad del XIX cuando se observó su eclosión económica, social e industrial. La extracción argentífera del lugar logró atraer a un gran número de obreros e inversionistas.

Sin embargo, durante los primeros años del siglo XX, la producción comenzó a descender, hasta que, en 1911, la principal compañía explotadora decidió paralizar la explotación. Posteriormente, entre 1951 y 1963 se volvió a intentar obtener en mineral en Horcajo, pero –tras la década de 1960– se cerraron definitivamente las minas. Un poco más tarde, en 1970, también finalizó el servicio del tren de vía estrecha que llegaba hasta la localidad.

De todo este pasado, hoy quedan los pozos mineros, así como algunas de las infraestructuras con las que contaba la localidad. Entre ellas, las escuelas, los complejos culturales, la estación y las viviendas abandonadas. Todo ello, además, en mitad de un paisaje único, entre profundos valles y sierras que superan los 1.000 metros de altitud.

 

Parque arqueológico de Alarcos

Castilla–La Mancha se encuentra trufada de parques arqueológicos. Se trata de una figura creada hace varios lustros por la Junta de Comunidades y que permite la investigación, la conservación y la difusión de unos espacios que, de otra manera, habrían tenido muy complicado llegar bien conservados hasta nuestros días. Sin duda, se trata de una magnífica forma de conocer nuestro pasado.

Un ejemplo de ello el caso de Alarcos, formado por el yacimiento homónimo y por el de Calatrava La Vieja. “Se trata de un «oppidum ibérico», de adscripción cultural dilatada, que abarca desde la Edad del Bronce hasta el final del Medievo”, indican desde el Gobierno regional. “El lugar se ubica a ocho kilómetros al noroeste del casco urbano de Poblete, aunque pertenece al término municipal de Ciudad Real, y está situado sobre el cerro que le da nombre”.

El enclave “ha sido identificado por numerosos autores como la antigua ciudad de Lacuris, Lacuri o Larcuris, «oppidum» oretano citado por el autor clásico Ptolomeo”. También se han encontrado diversos restos cerámicos y una necrópolis datados en la época romana. A partir de este momento, y hasta bien entrado el siglo XI, “no encontramos noticia alguna referida al yacimiento, y resulta muy difícil establecer el panorama histórico que podía presentar esta región hasta el inicio de la mal llamada Reconquista”.

Se narra que Mutamid de Sevilla entregó la ciudad, junto con algunas otras, para el matrimonio de su hija con Alfonso VI. Más tarde, fue cedida por los cristianos, aunque Alfonso VII se la arrebató a los musulmanes en 1130, para después perderla una vez más y “volverla a recobrar en 1158, aunque convertida en un montón de ruinas”. El enclave fue reconquistado tras la batalla de Alarcos, aunque desde aquel enfrentamiento comenzó su decadencia.

En el Parque Arqueológico, excavado desde 1984, se distinguen vestigios arqueológicos. Los mismos se refieren a la trama urbana del asentamiento, a la antigua fortaleza o a los restos de la muralla. Se trata, por tanto, de un recorrido que permite conocer el pasado de nuestra región.

 

CUENCA

Ruta de las caras de Buendía.

Aquí, nos referimos a uno de los rincones más desconocidos y curiosos del territorio conquense. Se ubica el norte de la provincia, a pocos kilómetros de Guadalajara y entre frondosos pinares. Se trata de la «ruta de las caras». Así, como suena. En Buendía, en mitad de impenetrables bosques de coníferas, se puede tomar un sendero, que conecta una serie de rostros.

Estas curiosas composiciones son el resultado del trabajo de dos ciudadanos, llamados Eulogio Reguillo –reparador de fachadas– y Jorge Maldonado –ceramista–, que realizaron un total de 18 elaboraciones a partir de 1992. Entre las creaciones que impulsaron, se encuentran efigies de chamanes, calaveras, budas, duendes o la cabeza del director de orquesta y pianista alemán Ludwig van Beethoven. “Son de diferentes tamaños, algunos espectaculares, proporcionando –en muchas ocasiones– gran majestuosidad”.

De hecho, sus dimensiones van desde los 70 centímetros hasta los cuatro metros de altura. “Para hacer el recorrido completo y ver todas las caras, se necesitará una hora andando, aunque para acceder a la zona se puede ir en coche”. Sin duda, se trata de una alternativa en la que se combina la naturaleza y la creación artística. ¡No te la pierdas!

 

Huete

No muy lejos de esta curiosa ruta de las caras se puede visitar Huete, una de las poblaciones más antiguas de Cuenca. De hecho, sus orígenes datan de la Edad de Bronce. Desde entonces, el entorno siempre ha estado poblado, tanto en la época protohistórica como en la Antigüedad –mediante villas tardo-romanas–, el periodo visigodo, el dominio árabe o la Edad Media.

Sin embargo, el verdadero origen de esta localidad –tal y como se conoce en la actualidad– se produjo durante la etapa andalusí. Precisamente, fue en Huete donde al-Qádir, el último rey de la taifa toledana, se retiró tras dejar el poder de Toledo en manos de Alfonso VI. Tras la muerte del regidor árabe –en 1091–, tanto Huete como sus tierras pasaron a manos de Álvar Fáñez, quien un poco antes –en 1085– había tomado otras plazas, como la actual Guadalajara.

Tras su paso al reino de Castilla, esta localidad conquense se repobló con gente venida de la meseta Norte. El enclave, llegó a adquirir tanta importancia que –en esta época– disputó con Cuenca el ser la cabeza rectora de la zona oriental de la submeseta sur castellana. Una relevancia que mantuvo durante el Medievo y en el Renacimiento. A lo largo de todos estos siglos, se conformó –en el lugar– una potente aristocracia, que tuvo un gran impacto en los alrededores.

Gracias a todo este pasado, Huete es un enclave monumental. En sus calles, típicamente alcarreñas, se suceden las casonas, palacios y monumentos. E, incluso, dominando la localidad, se alza el castillo de la luna, de origen andalusí, aunque levantado sobre otro anterior romano, que conserva restos de sus muros. También se pueden visitar una multitud de edificios religiosos –iglesias, conventos, ermitas– de entre el siglo XIV y el XVIII; un palacio episcopal; un antiguo colegio jesuita; o las murallas, levantadas en la época árabe, pero reforzadas por los cristianos.

 

GUADALAJARA

Hayedo de Tejera Negra

Al norte de la provincia de Guadalajara, en el término municipal de Cantalojas, se encuentra uno de los hayedos más meridionales de Europa. Se trata de un «ecosistema relicto», o situado al “límite de la distribución de las capacidades biológicas que aseguran su supervivencia”, explica Leopoldo Medina, responsable de la sección de plantas vasculares del herbario del Real Jardín Botánico, que pertenece al CSIC.

Por tanto, nos hallamos ante una joya natural que durante el periodo otoñal presenta una riqueza cromática digna de conocer. “Se trata de la representación de un bosque del norte europeo, que en la Península lo encontramos en la cornisa cantábrica. Pero que, además, tiene algunas muestras más hacia el sur”, explica Juan Luis Aguirre, de la Universidad de Alcalá (UAH). “El hayedo de Guadalajara es una muestra de la antigua expansión que hubo de esta especie hace 4.000 años, durante una época más húmeda”.

Pero este proceso no solamente trajo hayas. También acercó otras especies, como el roble albar, el tejo y el acebo. Para conocer toda riqueza mencionada se han diseñado una serie de rutas senderistas por dicho espacio, que permiten el acercamiento a una de las joyas naturales del país. De hecho, anualmente, el mencionado territorio recibe a centenares de visitantes, por lo que para evitar aglomeraciones –y que los ecosistemas se vean afectados por la presión turística–, desde la Junta de Comunidades se han establecido cupos. Unos límites a los que se puede acceder pidiendo cita previa en los servicios de medio ambiente regionales.

Además, este emplazamiento se encuentra radicado en el segundo Parque Natural más extenso de la provincia –el de la Sierra Norte de Guadalajara–, con 117.898 hectáreas y 35 municipios involucrados. “Desde un punto de vista natural, esta área tiene una protección muy merecida”, indica el geógrafo y profesor de la Universidad Complutense, Fernando Santander. Presenta una gran variedad geológica, florística, faunística, monumental, histórica y etnográfica. De hecho, la riqueza de este emplazamiento es impresionante. “Es imposible conocerla en un solo fin de semana”, asegura José Carlos Moratilla, presidente de la Junta Rectora del Espacio Protegido.

 

Brihuega

Cuando se habla las localidades monumentales de Guadalajara, muchos piensan –casi instantáneamente– en Sigüenza. Y no les falta razón, ya que la Ciudad del Doncel posee una relevancia monumental digna de mencionar. Sin embargo, existen otros muchos enclaves de gran relevancia. Entre ellos, Brihuega, un municipio enclavado en la mitad de la provincia, en plena Alcarria Alta, entre páramos y valles.

Esta villa mezcla la herencia árabe con la cristiana, al mismo tiempo que –desde su castillo de «Peña Bermeja»– se divisan unas espectaculares vistas del Tajuña. “Se trata de un típico pueblo alcarreño, con la particularidad de que un elevado porcentaje de sus edificios forman parte del catálogo de Patrimonio Histórico–Artístico”, confirma el investigador Juan de Dios de la Hoz.

Algunos de los monumentos briocenses más relevantes son las iglesias de San Felipe, San Miguel y Santa María de la Peña –en las que el románico cuenta con una presencia evidente–, o la fortaleza de Peña Bermeja, cuyo origen es musulmán, aunque fue posteriormente modificada por los católicos. Asimismo, se ha de destacar la Real Fábrica de Paños, una fundación que se creó en el siglo XVIII. Los edificios son de esta época, aunque los jardines románticos existentes en un costado son posteriores, del XIX, aunque también dignos de una visita.

Todo ello, sin olvidar los restos de las murallas, entre los que destacan el Arco del Cozagón o la Puerta de la Cadena, que da acceso a una de las principales calles de la localidad. “Este recinto fue enorme, de una longitud de casi dos kilómetros, y que todavía puede seguirse en su totalidad, aunque donde mejor se contempla es en el costado noroeste”, confirma Antonio Herrera Casado, cronista provincial de Guadalajara.

En el casco antiguo briocense existe otro atractivo digno de mención. Nos referimos a un conjunto de grutas conocido como las «Cuevas árabes», que fueron construidas entre los siglos X y XI. “Son un laberinto de galerías y túneles que recorren todo el subsuelo de la villa, con una longitud aproximada de ocho kilómetros. Fueron utilizadas en épocas de asedio, ya que a través de ellas había una vía de escape al exterior de las murallas”, explican desde el Ayuntamiento. A día de hoy, se encuentran acondicionados unos 700 metros, que son las que se pueden recorrer.

 

TOLEDO

Tembleque

Si se menciona la provincia de Toledo, automáticamente –todos– pensamos en la capital regional. Es una ciudad espectacular, no hay duda. Esta trufada de historia y monumentos. Y se debe conocer con profusión. Pero en este territorio existen otras muchas alternativas interesantes para visitar durante el otoño. Un ejemplo es Tembleque, en donde destaca su plaza mayor, vinculada a los antiguos corrales de comedia, tan habituales durante el Siglo de Oro. Se ubica en el centro de la localidad y está considerada como uno de los ejemplos más notables de plazas porticadas castellanas. El espacio fue levantado en 1598.

El emplazamiento se caracteriza por su planta cuadrada, con soportales porticados y corredores en su planta superior. Además, la ornamentación se encuentra realizada en madera, revestida por una coloración verde. También se distinguen decoraciones realizadas en yeso, que representan cruces de la Orden de San Juan de Jerusalén. La plaza de Tembleque tuvo una doble función, la puramente urbanística –como centro de la vida de la población–, y la de plaza de toros. De hecho, la actividad taurina provocó que los corredores sean abiertos, con el fin de que el público allí apostado pudiera disfrutar de los festejos.

Pero el legado de la localidad va mucho más allá de su plaza. En sus calles se distinguen grandes palacios barrocos o diferentes edificios religiosos –desde ermitas coquetas a amplias iglesias–, entre los que destaca la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, un complejo definido por su transición del gótico al renacimiento. De hecho, presenta rasgos de ambos estilos. Por tanto, el caminante no puede perderse ningún rincón de este municipio toledano.

 

Iglesia de Santa María de Melque

En este caso, nos encontramos ante un templo muy particular, de origen visigodo y ubicado en el término municipal de San Martín de Montalbán. Se trata de uno de los oratorios cristianos más antiguos de la Península Ibérica, levantándose antes de la llegada de los árabes. “La iglesia formó parte de un gran monasterio, erigido a finales del siglo VII, poco antes de la conquista islámica. Sobrevivió a la misma, primero como comunidad religiosa mozárabe. Más tarde, como aldea musulmana, que usó el templo como fortaleza”, indican desde Turismo de Castilla–La Mancha. “Cuando Alfonso VI conquistó Toledo, el edificio recuperó su función litúrgica, sin perder la militar, quedando como testigos los restos de murallas y un poblado que sólo llegó a desaparecer con las desamortizaciones del siglo XIX”.

“Pasear por su planta, capillas y salas, atravesar sus arcos de herradura y contemplar los restos de la decoración y el sarcófago del fundador constituye un verdadero viaje en el tiempo”, explican los expertos. El templo está construido en sillería de granito. “Los muros, de sillares de desigual tamaño, pero muy bien trabajados, son extremadamente robustos, llegando a alcanzar espesores de 1,40 metros”.

La planta es de cruz griega de brazos desiguales, siendo más largo el de dirección este-oeste, que remata con el ábside cuadrado al exterior. “Sobre el cimborrio del crucero se levanta el arranque de lo que fue una torre, añadida con posterioridad, cuando adquirió la finalidad de fortaleza”, indican los historiadores. “La puerta de acceso se abre por el lado oeste mediante un hueco adintelado descargado por un arco ultrasemicircular”. La única decoración exterior consiste en “una moldura de granito estriada que recorre todos los paramentos debajo del alero”.  Todas estas características conceden a Santa María de Melque una relevancia digna de visitar, que convierten a este templo en un magnífico colofón en nuestro particular recorrido otoñal por tierras de Castilla–La Mancha. ¡No dejes de conocer la región!