El fiel de la balanza, el gallo de la veleta y la dama ciega de la Justicia

El fiel de la balanza está confundido. Ya no sabe si es la aguja que se sitúa en la verticalidad cuando existe una perfecta igualdad en el peso de los dos platillos o más bien se trata de una fidelidad concreta, lealtad al partido político que les colocó en un cargo bien remunerado que se niegan a abandonar aunque su otoño haya caducado hace ya cuatro años. 

El fiel de la balanza de la justicia parece más bien el gallo mareado de una veleta que debería señalar el curso legítimo de los vientos, símbolo de la luz, la custodia de la verdad y la vigilancia de su cumplimiento, pero, ¡qué gallo no tiene un precio aunque sea el de la ambición!, nuestro mensajero del amanecer ha sido secuestrado por las sombras de la noche y señala lo que ellas le dictan en cada momento: el gallo solo marca el viento que le llega por la derecha. El fiel de la balanza se ha convertido así en el infiel que solo sirve a una parte interesada y rehúye de la virtud de dar a cada uno lo suyo desde la ética, la equidad y la honradez, los derechos naturales de Tomás de Aquino, el hábito del alma de Cicerón que otorga a cada cual su dignidad.

La balanza se inclina hacía la indignidad y el desprestigio porque, al margen de debates llenos de folios y de argumentaciones legales, pesa más la verdad nuclear que inclina al infiel a rendir pleitesía a los suyos, los que han arrancado la venda de los ojos a la dama de la justicia, los que hacen tambalear la igualdad para todos, mientras sabe que la espada nunca castigará con la misma mano dura a los culpables.

Lástima que la verdad resulte mucho menos poética.

elObservadorDCLM