Esperanza, tristeza, recuerdos e ilusión. Termina la Navidad

Son 16 días, aunque a veces parecen ser una eternidad y otras tan solo un suspiro de tiempo, todo depende de cómo las hayas encarado.

En estos días se pasa de la ESPERANZA de la lotería a la enorme TRISTEZA de la Navidad que llega con muchas ausencias. Luego vendrá el repaso por el año que se va, que nos obligará a sacar a la luz un montón de RECUERDOS de vida que incluyen lo bueno y lo malo y que nos dará una fiesta de final de año que tendrá el color de nuestra particular memoria y de la selección de remembranzas que hayamos hecho a lo largo de nuestra vida. Todo esto termina con una inmensa mayoría de personas cargadas de la ILUSIÓN del día de Reyes. Ilusión que nos empeñamos en poner a los niños, pero de la que guardamos una pequeña chispa en nuestro corazón. Precisamente esa chispa que nos queda del niño que fuimos en otro tiempo y que mantenemos en nuestro fuero interno negándonos a dejarle ir. Ese niño que sigue colocando cada 5 de enero las tres copas y el turrón en la mesa más próxima a la ventana y que nos lleva a poner el agua para los camellos en el balcón. El mismo que nos empuja a buscar la ilusión para “los nuestros”, a veces sin importar el presupuesto o aun sabiendo que lo que queda de mes, llevará aparejadas restricciones, las estrictamente necesarias para cumplir con los deseos de aquellos a los que queremos.

Así fue para nuestros padres y abuelos, a los que los Reyes traían una moneda que entregaban a sus padres por la mañana para poder comprar el pan en un mundo condenado a la pobreza de la post-guerra, o la naranja que degustaban a lo largo de la jornada festiva, mientras lo celebraban como el mayor de los regalos. Las muñecas caseras de trapo o los juguetes de madera que se habían ido componiendo a lo largo del año, junto a los coches que tenían como carrocería alguna lata de sardinas, una taba, un hinque para jugar al truque o simplemente una piedra y un palo para jugar a “la calva”.

Después pasamos a tener muñecas que hablaban, caminaban o te besaban, coches de carreras teledirigidos, juegos de mesa, bicicletas, construcciones, fuertes de indios o aviones… pero siempre había un libro que iba componiendo la biblioteca de la que hoy presumimos.

Ahora son muy diferentes los juguetes que portan los Reyes. Interactivos, inteligentes, autosuficientes… pero que reducen el movimiento, el callejeo y las visitas. Aumentan la concentración pero reducen la creatividad. Fomentan el individualismo pero abren ventanas a amigos a miles de kilómetros de distancia aunque nos aleja del vecino del tercero. Esto no es ni mejor ni peor que lo que tuvimos antes, es simplemente diferente.

Llegó por fin el 5 de enero que trae la ilusión a grandes y pequeños, la cena en familia y la comida del día siguiente bulliciosa y anárquica.

El 6 de enero comenzará a guardarse el espumillón, el árbol y el Belén en esas cajas que llevan toda la vida en nuestra casa guardando a los protagonistas de las navidades más felices pero también de las más tristes de nuestra vida. Cajas de unos zapatos de tacón que un día nos pusimos y que hoy sería imposible volverlos a calzar. Figuras envueltas en papel publicitario de empresas que ya desaparecieron hace tiempo y a las que añadimos algunas hojas de  diarios actuales para ser leídas el próximo año y comprobar una vez más lo deprisa que pasa el tiempo.

Este coctel de sentimientos, que es la Navidad, termina de la misma forma que empieza, sin quererlo. No sirve de nada decir que “no son lo que fueron”, que antes poníamos los adornos y esperábamos 16 días para poder abrir nuestros regalos y al día siguiente había que ir al colegio, para volver de él buscando ansiosos nuestros premios y comprobar que ya no había adornos de navidad en casa.

Ahora… pasamos el día de Reyes pensando en el trabajo que tenemos por delante, hasta volver a guardar en las cajas todos los adornos que nos han acompañado en estos días mientras nos preguntamos cómo se abrirán el próximo diciembre. Echar de menos a los que no están, ha sido duro, pero así seguirá siendo los  349 días que nos quedan para que vuelva a ser navidad.

Feliz noche de Reyes.

P. Moratilla