Sin trazas de azahar

Lo sabía, no debí haber visto a la Pedroche, pero me picó la curiosidad. Quise saber qué había detrás de los sacos solidarios porque debajo de algo tan horroroso solo podía aparecer algo deslumbrante. Era como el inicio de la película “Shine a Light”, que nos regaló Martin Scorsese hace 16 años: aparecen algunas imágenes en blanco y negro de los Rolling Stones, sale Bill Clinton y cuando menos te lo esperas salta como un saltamontes Keith Richards, en el escenario del Beacon Theatre de Nueva York y nos hipnotiza con el riff inicial de la mejor versión que pueda escucharse del Jumpin Jack Flash, un verdadero estriptis del rock y un truco sublime del director de El último vals. 

Algo así esperaba yo de la Pedroche, pero el desencanto prendió en mí, algo nos sentó mal a mi mujer y a mí y no pudimos abrir la botella de champan de verdad que guardamos durante casi todo el año en la nevera. Comí las uvas a trompicones buscando en vano y a toda prisa otro canal para no atragantarme, luego tuvimos bronca familiar porque a alguien se le ocurrió comentar que los 52 diputados de Vox en el Congreso son unos parásitos que no han presentado ni una enmienda a los presupuestos, que cobran cada uno 6.000 euros netos al mes lo que supone más de 300.000 euros que les paga la institución a la que intentan dinamitar con sus broncas permanentes. Se lio una buena porque entre los parientes había dos que montaron la delta blues supernatural a la manera del swing londinense que es como los Stones denominaban al saltarín Jack Flash, es decir la de dios es cristo y los más sensatos diciendo aquello de que no se debe hablar de política en la mesa y menos en Navidad.

Así empezó el año, perdí 6-0, 6-2 al tenis con un padelero, al día siguiente se instaló en mi columna un pinzamiento lumbar que no se me iba ni con Tramadol, en el roscón no había trazas de la flor del naranjo, era un puto bollo demasiado dulce y seco, y así se fueron sucediendo en cascada los primeros días del año, perdió el Atlético con el Barcelona, apareció una encuesta en la que Feijóo recuperaba su ventaja y los bolsonaros lanzaban piedras contra las sedes de los tres poderes democráticos en Brasil.

Tuve que ir a una chamana paraguaya para hacerme una limpieza del cuerpo astral a base de puré de ajo, apio y limón. 

Y así fue como por fin y por el balcón abierto a brumas estrelladas me pareció que llegaba de Oriente un cierto aroma a azahar.

elObservadorDCLM