Caraca será declarada Bien de Interés Cultural.

¡Estamos de enhorabuena! Hace unos días, la Consejería de Educación, Cultura y Deporte iniciaba el expediente para la declaración del yacimiento de Caraca, en Driebes (Guadalajara), como Bien de Interés Cultural (BIC). Se trata de unas excavaciones comandas por los arqueólogos Javier Fernández Ortea y Emilio Gamo, gracias a cuyos trabajos se ha descubierto la mencionada ciudad. Un hallazgo que se ha conseguido tras muchos años de especulaciones y dimes y diretes sobre el emplazamiento de la referida urbe.

El nuevo reconocimiento BIC será un acicate para el esfuerzo de estos profesionales. Además, contará con la categoría de zona arqueológica y comprenderá dicho espacio –emplazado en el Cerro de la Virgen de la Muela–, así como su área de influencia. Tal cual lo aseguraba la consejera del ramo, Rosa Ana Rodríguez, en una visita que realizaba al lugar, acompañada por el presidente de la Cortes regionales, Pablo Bellido; el presidente de la Diputación, José Luis Vega; y el alcalde de Driebes, Javier Bachiller.

Rodríguez destacaba que –de esta forma– pretenden “proteger un bien de importante valor patrimonial para entender la historia de la provincia, así como de una ciudad, Caraca, olvidada con el paso de los siglos, y que se caracterizó por su esplendor y su amplia población”.  Sin duda, se trata de un paso adelante para divulgar y reconocer el pasado de Guadalajara, de Castilla–La Mancha y de todo el centro peninsular.

Caraca se vincula con el asentamiento citado por Plutarco, Ptolomeo y el Anónimo de Rávena, y ubicado en la vía que unía Cartago Nova –actual Cartagena, en Murcia– y Complutum –Alcalá de Henares, en Madrid–. A los pies del Cerro de la Virgen de la Muela se observan –también– los restos de una necrópolis de inhumación de época tardoantigua. A cerca de 1,5 kilómetros al noroeste de la referida loma, se halla un sector del acueducto romano, por lo que nos encontramos ante un asentamiento tremendamente completo.

“Esta declaración –el BIC– dará protección jurídica al yacimiento frente a cualquier tipo de expolio y usos incompatibles, así como para la promoción de su mantenimiento”, explica a dclm.es Javier Fernández Ortea, uno de los arqueólogos responsables del lugar. Además, “a medio y largo plazo, al ser un BIC, puede atraer mayores públicos, como el 1,5% Cultural, que podría emplearse tanto para la excavación como para la musealización del espacio”.

No se puede olvidar que Caraca se constituye como la única ciudad romana conocida en la actual provincia de arriacense. “Es un yacimiento único en Guadalajara”, confirma Fernández Ortea. De hecho, que no estuviera declarada como BIC hasta la fecha se alzaba como “una anomalía administrativa”. No hay que olvidar que, en nuestro país, cualquier elemento patrimonial que tenga una muralla ya tiene esta consideración de “forma genérica”.

Pero, ¿qué relevancia tuvo Caraca en su momento? “Fue una ciudad de tamaño medio”, explica Emilio Gamo, otro de los directores de las excavaciones. Llegó a ocupar entre ocho y 10 hectáreas, y pudo estar habitada por entre 1.000 y 2.000 personas, aunque estas cifras son difíciles de determinar. “Debemos poner en valor la importancia de este descubrimiento, porque puede proporcionar una valiosa información sobre el momento de contacto entre las poblaciones indígenas carpetanas y los conquistadores romanos, así como sobre su posterior desarrollo cultural”, añade la profesora de la Complutense, María Luisa Cerdeño.

En definitiva, “las excavaciones de Caraca son determinantes para conocer la época romana en Guadalajara y para establecer el trazado definitivo de las principales calzadas a su paso por la provincia”, señala Juan Manuel Abascal, catedrático de Historia Antigua en la Universidad de Alicante y experto en la materia. “Sin duda, es el gran descubrimiento arqueológico de los últimos años en la región”

EL PROCESO DE HALLAZGO.

Las primeras noticias sobre el yacimiento tienen que ver con el hallazgo en 1945 de un depósito de plata localizado con motivo de las obras de canalización del canal de Estremera, y que actualmente se expone en el Museo Arqueológico Nacional. Lo componían 1.480 fragmentos de piezas, que alcanzaban un peso total de 13,8 kilogramos.

Años más tarde, en la década de 1980, Juan Manuel Abascal habló de la localización de Caraca en Driebes. Una opinión compartida por el investigador Jorge Sánchez-Lafuente en 1982. “Es evidente que por la extensión y magnitud de las ruinas nos encontramos ante un emplazamiento urbano, probablemente asentado sobre un castro celtibérico, con un indudable auge altoimperial”, aseguraba.

Una aseveración sobre la que se insistió más tarde, en 2012. “En superficie pudimos observar numerosísimos restos constructivos: estucos, basas y fustes de columnas, muros, así como sillares almohadillados de grandes dimensiones e, incluso, restos de una estructura de canalización de aguas”, aseguraban Emilio Gamo y Sandra Azcárraga.

Pero los trabajos actuales comenzaron algo más tarde, en 2016, posibilitando identificar la existencia de una ciudad romana. Unas labores que han estado dirigidas por los arqueólogos Javier Fernández Ortea y Emilio Gamo, cuyo esfuerzo ha permitido saber que el asentamiento que pudo alcanzar en época altoimperial una extensión de ocho hectáreas.

Mediante las prospecciones iniciales con georradar y las posteriores excavaciones arqueológicas, se conoce la existencia del foro, el cardo, el decumano, las termas públicas y las viviendas. E, incluso, se plantea que esta ciudad quedara articulada en 27 manzanas. Además, y de acuerdo a la teoría de los mencionados investigadores, es probable que la localización fuera promocionada jurídicamente en época Flavia, teniendo su época de esplendor entre los siglos I y II d. C.

Pero también existieron ocupaciones precarias de época más tardía. Los primeros asentamientos del entorno se han datado desde el Paleolítico, lo que demuestra un poblamiento muy prolongado del lugar. “La abundancia de yacimientos en la zona muestra un alto grado de ocupación desde época protohistórica”, explicaba el investigador e historiador, Jorge Sánchez-Lafuente. ¡Todo un lujo!

Por Julito Martínez