MOCIÓN DE CENSURA (I) : Abascal: "un disparate, un esperpento y un circo"

A las 9 de la mañana, la esperada moción de censura de Vox, comenzaba con la intervención de Santiago Abascal: “Un disparate”. Así comenzaba la moción de censura que estaba muerta antes de ver la luz.

A lo largo de la jornada, la palabra más veces repetida ha sido la de “esperpento”. Si ha habido unanimidad en todas las intervenciones, incluido Vox, ha sido la palabra “esperpento”, algo que no es de extrañar, cuando en el inicio de la intervención del partido que intentaba “censurar” la gestión del Gobierno escuchábamos como se nos hablaba de la invasión de un “virus chino”, de la misma manera que el PP sigue hablando del “terrorismo de ETA” en lugar del yihadismo terrorista que dejó casi 200 muertos en Madrid, pasándose por “el forro” los datos policiales, los de los peritos e incluso los de los testigos, las sentencias y los libros de historia.  

Abascal robó el discurso de Bono para reprochar la falta de protocolo en el vestuario de “sus señorías”, poniendo incluso el mismo ejemplo: los ujieres de la cámara, e incluso pretendió que diputados y espectadores, nos creyésemos una lista de “propuestas sanitarias presentadas por Vox durante la pandemia” después de haber recibido la crítica del presidente del Gobierno, al recordarle que nunca ha hecho ninguna propuesta, “ni siquiera durante la pandemia”.

El líder de Vox ha confundido las palabras de su rival contestando que “no está furioso” cuando el presidente del Gobierno le ha dicho que “venía a hacer un alarde de testosterona”, tras recordarle que su partido, es el único del arco parlamentario que no ha firmado el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, que no ha mencionado en todo su discurso ni una sola vez a la Unión Europea y que “el dictador no va a volver a su  mausoleo”.

Este martes resonaron en el Congreso los nombres de otro tiempo, del tiempo del candidato, como Blas Piñar, citado por el presidente del Gobierno y de quien el candidato dijo “ya no se acuerda nadie de Blas Piñar”, o Queipo de Llano citado por Rufián para preguntar al candidato si le parecía bien que se mantuviera hasta hace unos meses en una iglesia, añadiendo que Lorca, sigue en alguna cuneta cerca de una carretera, para evidenciar su disconformidad por con la derogación de la Ley de Memoria Histórica propuesta por el candidato.  

Pero lo máximo que han conseguido los diputados de Tamames ha sido una frase dicha en tono susurrante: “en la Guerra Civil no hubo ni buenos ni malos”.

A Tamames le parecieron largas las explicaciones de Pedro Sánchez. Le reprochó el tiempo empleado y sugirió a la Mesa que se reformara el reglamento de la Cámara para abreviar los tiempos, añadiendo que “hablar de Cataluña, hoy no toca. Ya escribí un libro sobre ello”, eso sí reconoció “la educación y los conocimientos del presidente del Gobierno”, aunque apuntaló su intervención dejando claro que no estaba dispuesto a soportar como argumentos “un tocho de 120 folios”.

Y llegó el turno del Gobierno y en su nombre Yolanda Díaz, quien recordó al “profesor Tamames” que este país tiene una legislación que habla de “mociones constructivas”, y es así porque quien la presenta tiene que aportar un programa de Gobierno que ni Vox, ni Tamames aportaron, por lo que se deduce que esta moción, lejos de ser constructiva, es más bien “destructiva”.

La ministra se sorprende de que un profesor de Economía, no se haga eco de las críticas favorables de  la reforma laboral, “después de 50 reformas laborales, de la que hablan todos los organismos y que se está discutiendo en las universidades mundiales”, algo para lo que el candidato de Vox no tiene palabras, pero sí ha reconocido que el discurso de la ministra es “interesante e inteligente”.

La ministra defendió la gestión de sus compañeras Calvino y María Jesús Montero, por los resultados obtenidos con la deuda pública y recordó que en otro tiempo el PP no solo la incrementó en 32 puntos, sino que además la utilizó para rescatar a los bancos.

Díaz ha recordado a Tamames que España ha llegado hasta donde está hoy gracias a la lucha de los trabajadores, el movimiento sindical, el movimiento estudiantil, el movimiento vecinal o el de las mujeres "invisibles" que lucharon para tener una democracia, pero que "También llegamos hasta aquí gracias a la lucha de un partido, junto a otros, el partido del que usted formaba parte, el Partido Comunista de España. Y hoy es confuso escucharle intervenir con su procedencia nada más y nada menos que siendo candidato de Vox".

Tras ella comenzaron a desfilar uno a uno los partidos minoritarios de la cámara según el orden establecido en el Reglamento y a los que el candidato de Vox, ya cansado y fuera de tiempo y de lugar se negó a responder.

Es inevitable sentir tristeza al ver una persona exhausta, que se quejaba de los tiempos de intervención de los grupos. Que dijo en varias ocasiones “con su permiso y si hay acuerdo por unanimidad, yo ya no hablo más”. Tal vez esta apreciación fue la que llevó a todos los diputados a tratarle con extrema delicadeza y respeto. Incluso el diputado de Compromís, Baldoví, llegó a preguntarle “de verdad usted gobernaría con Abascal como vicepresidente, con un acusado por no pagar a sus trabajadores (en alusión a Espinosa de los Monteros) y con un prófugo de la Justicia (en referencia a Ortega Smith)? ¿De verdad lo haría?”.

Escuchamos entre otras a Arrimadas que recordó al PP que esa moción de censura debería haberse puesto hace meses y reprochó a Vox que la llevase a cabo con una persona que no cree en la nación, en clara alusión a una expresión de Tamames en la que reconocía que España era una “nación de naciones”.

Lamentablemente y tras ver que el candidato tiene la intención de resucitar el Trasvase del Ebro y siguiendo la sabiduría popular “si ves quemar las barbas a tu vecino… pon las tuyas a remojar”, porque ¿Qué podemos esperar en Castilla-La Mancha de un gobierno del que forme parte Vox?

P. Moratilla