La mañas, los bulos y la tolerancia

En política y en la vida cada uno se arregla como puede, según su trabajo o según sus mañas. El trabajo honesto sirve para tratar de mejorar las cosas, salir adelante y, en el caso de la política, ayudar a mejorar la vida de las personas.

No parece complicado, pero todo se vuelve falso y artificial cuando se utilizan las mañas para destruir al contrario. Se crea un escenario en el que los actores intentan por todos los medios convencer a los ciudadanos, a los votantes, de que el otro siempre lo hace mal o que está inmerso en casos de corrupción. 

Algunas veces esto es verdad, gobiernos o políticos se corrompen por ganar posiciones o ganar dinero. Cuando les pillan, lo niegan y encienden el ventilador para dar a entender que todos son iguales difuminando su responsabilidad y manchando la imagen de todos los políticos. 

Pero no es verdad, no todos son iguales. Hay quienes de verdad trabajan cada día para mejorar la vida de las personas y hay quienes se pasan la vida urdiendo mecanismos para ensuciar la imagen del contrario y ocupar su lugar. Para ello, en los últimos tiempos se utilizan los bulos que es como ahora se llama a las mentiras o a las medias verdades de toda la vida. 

El bulo se lanza a un medio o varios medios de comunicación amigos que se encargan de difundirlo. Luego, los creadores del bulo lo extienden por las redes y en sus intervenciones públicas, creando un ambiente negativo hacia las personas contra las que van dirigidos.

El bulo es diabólico porque crea más expectación cuando el ofendido con falsedades trata de defenderse y lo extiende un poco más ante una confundida opinión pública que no sabe bien cuál es la verdad. O lo sabe, pero duda.

En toda esta trama aparece la tolerancia o el respeto las opiniones, las ideas o el comportamiento de los demás, aunque no coincidan con las propias. La tolerancia es un derecho y un deber humano que hemos ido conquistando a lo largo de la historia con la firme oposición de los intolerantes que han querido mantener el monopolio de la verdad, de las ideas o de las actitudes. 

Los intolerantes siempre han exigido tolerancia con su forma de ser intolerante. En política, no toleran que otros partidos puedan llegar al gobierno y utilizan todas las mañas, y todo su poder, para echarlo cuanto antes.

Hay que desterrar sus mañas y su intolerancia. No hay que permitir las mentiras, ni las campañas falsas para ensuciar al contrario.

Y que solo lo intenten debe situarles ya fuera del tablero donde se juega con las normas de la tolerancia, del trabajo honesto y de la democracia.

elObservadorDCLM