Más dura será la caída y el manual de resistencia

Un promotor de boxeo propone a un periodista deportivo promocionar a Toro Moreno, un boxeador argentino de muy buena planta, pero absolutamente nulo para boxear. La idea es repartirse beneficios amañando combates. El periodista acepta y llega el gran día en el que Toro debe enfrentarse al campeón de pesos pesados, Buddy Brannen. El promotor hace la doble jugada y apuesta por Brannen a espaldas del periodista a quien finalmente entrega 50 dólares de beneficios. En el combate, Toro recibe una brutal paliza y debe ser internado en el hospital. El periodista, (Humphrey Bogart), le da al boxeador los 50 dólares y la hace regresar a Argentina. Al final, el periodista se decide a denunciar al promotor. Es parte del argumento de “Más dura será la caída”.

El título de esta película me vino a la mente mientras contemplaba la tierna imagen de Núñez Feijóo encaramado en lo alto de Génova, el edificio que quiso vender Pablo Casado cuando se supo que sus obras de remodelación se habían pagado también con dinero negro. 

No vendieron la sede, vendieron a Casado. Y nos trajeron al ilustre gallego. Y le pusieron en bandeja todos los medios (de comunicación y otros) posibles para darle casi hecha la campaña. 

Era un boxeador de buena planta, pero nulo para el cara a cara. Aún así, amañaron el primer combate con la técnica de los uppercuts, o lanzamiento de mentiras a corta y media distancia hasta invadir el pómulo del contrincante que era, nada más y nada menos, el exitoso autor del Manual de resistencia.

El encuentro cara a cara encaramó aún más a Feijóo a una semana del combate final. Pero el campeón de los pesos pesados puso en marcha a todo su equipo y lo que no hicieron en cuatro años lo consiguieron en una semana: desmontar mentiras, bulos, falsedades mil veces repetidas por mil altavoces, entraron en las redes, conectaron con los jóvenes y la cadena pública de periodistas públicos dieron una lección impresionante de profesionalidad a presentadoras estrellas vendidas a cien combates amañados, predicadores y otros que van a Dios rogando y con el cazo recogiendo, en fin, ya les conocemos.

Vendieron la piel del oso, una treta nada inocente: conocemos bien la idea del caballo ganador al que se suman muchas apuestas. La encuesta de sus amigos que les daba menos escaños llegaba a los 140. De ahí para arriba. La encuesta de sus amigos que más diputados le daba al boxeador Sanxe, no llegaba a más de 110. 

Con 136 escaños y sin mayoría absoluta, con 122 Perro Sanxe, Feijóo trató de vender también la piel de su victoria y escuchó desde el balcón como sus fieles coreaban el nombre de otra boxeadora de buena planta, pero de escasos recursos intelectuales: otra que también parece una mandada, hecha a la imagen de sus promotores deportivos.

Durante meses, Feijóo había soñado con el vuelo de la contemplación de San Juan de la Cruz: “Tras de un amoroso lance/ Y no de esperanza falto/ volé tan alto tan alto/ que le di a la caza alcance”.

Alguien debe tener la sensación de que todo ese enorme montaje, en el que se han empleado tantos medios, no ha servido de nada. El oso se ha esfumado, el pájaro se fue volando.

De momento, porque ellos nunca tiran la toalla, incluso si tienen en frente al campeón de los pesos pesados con su ya acreditado Manual de resistencia.

Gloria Gallas