El vandalismo político, tiran la piedra, esconden la mano y la violencia se les va de las manos

El vandalismo político es siempre negativo para quien lo provoca porque se trata de un acto violento que, a corto plazo, puede resultar creíble o aceptable para la opinión pública y rentable para quien lo alienta, hasta que se empieza a sospechar que se está utilizando la calle y el fanatismo con intereses espurios. Se trata además de una provocación muy peligrosa: no es la primera vez que unos políticos lanzan a las personas a la calle por intereses meramente electorales y luego se producen grandes desgracias. Tampoco es la primera vez que la arenga política se escapa de las manos y se generan consecuencias dramáticas indeseadas, entre ellas el terrorismo que puede durar muchos años y de ello sabemos algo en España. Los políticos insensatos levantan al pueblo, tiran la piedra escondiendo la mano, y se producen enfrentamientos indeseados e imparables.

Esta vez fue el expresidente Aznar quien dio la consigna, quien lanzó a los exaltados a manifestarse ante las sedes del PSOE. Al principio se trató de vincular en estas protestas solo al brazo armado del PP, los cachorros de Vox, luego se argumentó que se habían infiltrado exaltados con barras de hierro que hirieron a varios policías. 

En ese momento de tragicomedia apocalípica ya la opinión pública empezaba a sospechar que en realidad la amnistía es lo menos importante para la derecha y que su verdadero objetivo es intentar evitar por todos los medios a su alcance, manifestaciones, medios de comunicación, jueces…, la investidura de Sánchez y tener que esperar cuatro años más lejos del gobierno, algo intolerable para esta derecha española.

Aún así, Feijóo se negaba a condenar estos actos vandálicos realmente intolerables en los que una facción política ataca la sede de otro partido, intolerable siempre en una democracia como la española.

Les costó pensar con un poco de sensatez y darse cuenta que estos episodios insensatos podían perjudicarles. Fue primero el equipo que dicta las declaraciones de Ayuso quien le recomendó condenar los ataques. Detrás fue Feijóo a regañadientes, mientras que el PP de Castilla-La Mancha seguía alentando la corrupción de diputados socialistas para que votaran contra su propio partido, incluso ofreciendo dinero a uno de ellos.

Este lamentable episodio en la vida política española debe acabar cuando antes. Es necesario que llegue la cordura no solo a la derecha sino también a los independentistas catalanes si quieren demostrar que también ellos buscan una paz honrosa y que se pase ya de una vez la página del enfrentamiento de su territorio con el resto de España.

Aquí paz y después, gloria y progreso.

elObservadorDCLM