La "chatarra ideológica" de Vox

Dicen de los juristas que “quien hizo la ley, hizo la trampa” y deberíamos decir de los políticos que “donde dijeron Diego, ahora dicen digo”, aunque en algunos casos incluso se podría decir que “donde dijeron Diego, ahora dicen metamorfosis”.

Algunos de estos políticos se empeñan en utilizar un lenguaje enrocado difícil de traducir para los ciudadanos de a pié y se hace necesario desmembrar cada una de sus palabras para ser interpretado por la ciudadanía en su conjunto y no ser considerado “chatarra gramatical”.

Esta semana, el portavoz de Vox en las Cortes de CLM, David Moreno, pedía la dimisión del presidente de la institución, Pablo Bellido “por tergiversar” las palabras de su compañero de bancada, Luis Blázquez.

La supuesta tergiversación ocurría,  a propósito de la violencia de género, en un acto de partido y no en las Cortes regionales.

Moreno explicó que Bellido había dicho que “Vox cuestionaba la existencia de los juzgados de violencia contra la mujer tildándoles de chatarra ideológica”, algo que viniendo de Vox no nos pilla muy de sorpresa, porque ya les hemos oído cosas mucho peores, como negar la violencia de género directamente o tratar de incluirla en el “cajón de sastre” o mejor dicho “cajón desastre” de la nublada frontera que le separa de la violencia familiar, cambiando los colores de violeta a naranja y tratando de ocultar que la primera (la de género), por número de casos, en muy superior a la segunda (la familiar).

Al parecer las palabras, textuales, que pronunció el diputado de Abascal, fueron las siguientes: “Los conceptos, tanto de violencia de género como de feminismo, son conceptos ideológicos que pretenden hacer pasar por el tamiz de la institucionalidad la actividad de organizaciones y asociaciones activistas, que lo único que generan es una cantidad enorme de chatarra ideológica”.

¿Dijo o no dijo el diputado de Vox lo que en breves palabras trató de resumir el secretario general de los socialistas de Guadalajara? ¿Tergiversó sus palabras o en esencia vino a decir lo mismo?

Si analizamos, una a una, las palabras de Blázquez, vemos que la primera afirmación es que tanto la violencia de género como el feminismo son conceptos ideológicos.

La Real Academia de la Lengua, define la violencia de género como violencia física o psicológica cometida contra una mujer que es o ha sido esposa del agresor o está o estuvo ligada a él por una análoga relación de afectividad, aun sin convivencia, que se comete como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres. Además de esta definición, la RAE nos explica que este mismo nombre es considerado por el Código Penal como “delito de violencia contra la mujer”.

En esta definición, no aparece para nada el concepto ideológico, ni nada que nos induzca a pensar en ello, pero que sí parecen ver los militantes de Vox, que son capaces de ver lo ideológico, pero no las 56 mujeres muertas en lo que va de año. Este “adoctrinamiento ideológico” manejando a su antojo las palabras, desemboca en lo que definen como una acción con la que se pretende hacer pasar por el tamiz de la institucionalidad, la actividad de organizaciones y asociaciones activistas.

No hay mayor mentira que esta afirmación pronunciada por la formación de ultra derecha porque no es que se pretenda, es que está dentro de la institucionalidad, ya que este concepto es utilizado, desgraciadamente con excesiva frecuencia, en instituciones como juzgados y comisarías, junto con consejerías, ministerios, concejalías o áreas de trabajo de las instituciones provinciales como pueden ser las Diputaciones.

La violencia de género no pretende colarse en las instituciones, desafortunadamente, está en el día a día de cada una de ellas y no ha llegado a ellas, solo por las voces de lo que Vox llama “organizaciones y asociaciones activistas”, sino que también llega con las mujeres que buscan refugio y ayuda. Con las estadísticas y las sentencias. Con los casos irremediables y con los que se han podido evitar. Con los informes policiales o los de los Servicios Sociales. Todos ellos “instituciones” que se han hecho cargo, este año, de los casos ocurridos en el mes de enero en Cádiz, Piedrabuena (Ciudad Real), Adeje (Tenerife), Almería, entre otros. En febrero en Valladolid, La Línea de la Concepción (Cádiz), Yunclillos (Toledo), Vigo (La Coruña), Sevilla, Palos de la Frontera (Huelva), Gállego (Zaragoza. En marzo en  Jerez (Cádiz). En abril en Las Palmas de Gran Canaria. En el mes de mayo en Móstoles (Madrid), Manresa (Barcelona), Oia (Pontevedra). En junio en Cornellá (Barcelona) y Móstoles. En Julio en Pamplona, Valencia, La Rioja, Tarragona, Girona, Almería. En agosto en Tenerife, Moratalaz, Cádiz, Salamanca, Jaén. En septiembre en  Sevilla, Murcia, Castellón, Alicante, Tarragona. En octubre en Val de Santo Domingo (Toledo). En noviembre en Getafe, Vallecas, Carabanchel, Sagunto (Valencia) o en diciembre en La Coruña, y así hasta 56.

Lo único que queda tras la muerte de estas mujeres, y en algunos casos de sus hijos, es la herida abierta de su familia. Los gritos de miles de mujeres  que piden justicia, que sienten miedo por su vida, por la de sus hijas, sus madres, sus hermanas, sus amigas… y que utilizan como altavoz precisamente eso que Vox llama “organizaciones y asociaciones activistas que generan una cantidad enorme de chatarra ideológica”.

¿Tergiversó el presidente de las Cortes de CLM? Quién genera realmente “chatarra ideológica”, las instituciones, asociaciones, hombres y mujeres que piden seguridad y Justicia o los diputados de Vox que tratan de ocultar y hacer desaparecer algo que es visible desde cualquier ángulo y que este año se ha cobrado la vida de 56 mujeres y un número indeterminadamente alto de víctimas indirectas?

P. Moratilla