GAZA. DE AQUELLOS POLVOS... ESTOS LODOS

Durante dos años, las noticias sobre la Guerra de Rusia con Ucrania han invadido nuestros telediarios. Desde este año, ese espacio de información es compartido con la Guerra de Israel contra Gaza y aparentemente todo surgió después de que Hamás atacaran Israel el pasado 7 de octubre, pero no hay nada más lejos de la realidad.

Es cierto el ataque de Hamás contra Israel y una atrocidad que secuestrase a 250 personas, entre ellas 30 niños, para llevarlos a Gaza. Entre ellos se encontraban ciudadanos argentinos, alemanes, rusos, británicos e incluso estadounidenses, además de 11 tailandeses que trabajaban en los invernaderos cercanos; 17 estudiantes nepalíes y al menos un filipino. Algo a lo que los estrategas habrían denominado “daños colaterales”.

La respuesta de Israel no se hizo esperar. Bloqueó Gaza. Dio la orden de evacuar la franja que lleva su nombre y asedió a la población dejándola sin luz, sin agua, sin alimentos y sin combustibles, como si los 2,2 millones de personas que allí viven, fueran los responsables del acto criminal llevado a cabo por Hamás.

Cinco días más tarde, Israel obliga a la población del norte de Gaza, casi un millón y medio de personas, a evacuar el territorio, y les concede un plazo de 24 horas. Una semana más tarde habían conseguido salir unos 500.000.

El mundo ha vivido atónito, el asesinato de niños de corta edad, la muerte de personas que carecían de medios sanitarios para restaurar su salud, la crueldad de un pueblo que una vez fue sometido por el fascismo hitleriano y que ahora parece devolver su ira a la población musulmana de Gaza, y todavía hay quien cree que esta es una noticia este 2023, pero hay que irse hasta 1948 para entender qué está pasando en ese lugar del mundo.

Ese año (1948) las Naciones Unidas proclaman la resolución número 181 para la “partición del mandato británico en Palestina, en un estado árabe y otro judío”, pero Israel no lo acepta y comienza la guerra árabe-israelí.

Cinco años más tarde (1953) se crea un campamento de refugiados en Yenin, para alojar precisamente a los refugiados palestinos que habían sido expulsados o habían tenido que huir de sus casas por los ataques de Israel.

Catorce años después (1967) Israel ocupa Gaza y es entre 1987 y 1993 cuando se suceden los asaltos del ejército de Israel, de manera constante sobre la franja de Gaza

En 1996, con el fin de terminar con esta situación ambos estados firman los llamados “Acuerdos de Oslo” en virtud de los cuales, Israel entrega el control de la ciudad de Gaza a la Autoridad Nacional Palestina, pero la paz duró poco tiempo. Tan solo seis años más tarde Israel comenzó de nuevo a atacar Palestina con la llamada operación “Escudo defensivo” que se cobró la vida de al menos 500 soldados palestinos.

El tres de abril de ese mismo año la Batalla de Yenin se llevó la vida de 23 soldados israelíes y de 52 palestinos de los que la mitad eran civiles.

Israel demolió más de 200 viviendas, en algunos casos con los ciudadanos palestinos dentro, siendo aplastados por los bulldozers israelíes.

La organización Human Rights denunció la crueldad de Israel en aquel momento, con hechos concretos, citando nombres y apellidos de las víctimas de la barbarie israelí. Historias entre las que se encontraban la de un hombre de 57 años en silla de ruedas que salió a la calle con una bandera blanca atada a su silla, al que acribillaron a balazos y después lo aplastaron con un tanque.

Historias como la de un palestino de 37 años, muerto al ser aplastado con los restos de su casa y a cuyos familiares no permitieron recuperar el cuerpo o un niño de 14 años que iba a comprar alimentos aprovechando el levantamiento del toque de queda. Una enfermera con uniforme bien visible que se encontraba intentando salvar vidas.

Ya en aquel momento Israel dejó escrito, con tinta indeleble, la falta de ayuda a la población gazatí impidiendo la entrada de los equipos de rescate, de los observadores de la ONU y de los periodistas, algo que desde entonces viene siendo la tónica habitual de la Guerra entre palestinos e israelíes.

En 2002 se dio una nueva vuelta de tuerca, cuando un francotirador del ejército israelí mató a un cooperante de la ONU, en un edificio, a todas luces neutral, propiedad de esta organización.

En aquel momento Israel se defendió, con su peculiar manera de limpiarse el polvo del hombro y dijo que le habían confundido con un terrorista islámico y que pensaron que el móvil que llevaba en la mano, era un arma. Algo difícil de defender ya que es imposible confundir a un terrorista islámico con un británico pelirrojo con un móvil en la mano, sobre todo cuando la mira telescópica del fusil utilizado para ello, es de extremada precisión y el zoom suficiente para no dejar lugar a las dudas.

La ONU sacó una resolución de condena por este hecho, que fue apoyada por una inmensa mayoría de países, sin embargo Estados Unidos veto esta resolución y mimó una vez más a Israel.  

Un año más tarde y tras perder a su hermano, a su novio y a un primo a manos del ejército israelí, una mujer decidió inmolarse en un restaurante, cobrándose la vida de 100 civiles israelíes.

Desde 1948 y salvo determinados espacios de tiempo “tranquilos” que no “en paz”, los ataques no han cesado en la franja de Gaza. En 2022 Israel mató a una periodista palestino-estadounidense que cubría una incursión en el campamento de refugiados de Yenin. Llevaba puesto su chaleco con la palabra PRESS y aun así fue abatida por las armas israelíes. Israel dijo que no enjuiciaría a los asesinos de la periodista y así fue.

Este año, en enero, un nuevo un ataque israelí al campamento de Yenin, con el pretexto de buscar a tres militantes de la Yihad Islámica, aunque el resultado fue 9 palestinos muertos, de nuevo 7 militares y dos civiles.

Israel, la “niña mimada” de Estados Unidos sigue fortalecida con el apoyo de Biden, que ha decidido mandarle todo lo que necesite. Ha pedido al Congreso estadounidense ampliar con una partida extraordinaria el envío de armas a Israel, apoyo que ha sido secundado tanto por demócratas como por republicanos, que por primera vez se ponen de acuerdo.

A pesar de toda esta barbarie, aún hoy, hay quien sigue llevándose las manos a la cabeza porque Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, ha pedido que se cumpla la resolución número 181 de la ONU, dictada en el año 1948, con la única finalidad de poner fin a este conflicto, que dejó de ser conflicto hace muchas décadas, y dejó de ser guerra hace unos meses, para ser un claro ejemplo de masacre genocida, llevada a cabo por el pueblo que fue víctima del holocausto y consentida por el “imperialismo” americano.

P. Moratilla