La Inteligencia Artificial (IA) y la Política Artificial (PA)

La Inteligencia Artificial utiliza máquinas capaces de imitar a la inteligencia humana. La Política Artificial crea una realidad paralela capaz de sustituir a la realidad real para conseguir unos objetivos previamente diseñados. Esos objetivos son muy simples: conseguir el poder. La Política Artificial es coetánea de la democracia, un sistema que requiere el apoyo de una mayoría de los ciudadanos para dirigir los destinos de un país. 

Para conseguir esos apoyos, la Política Artificial centra toda su maquinaria en mentir, exagerar, lanzar mensajes apocalípticos y exabruptos, tomar la calle, asediar la sede del partido político contrario, negar realidades, incitar al odio, negar los derechos sociales, crear un clima de crispación, interpretar papeles, situarse en el peor pesimismo vaticinando catástrofes nacionales, negar cualquier síntoma o mejoría de nuestra economía aunque resulte irrefutable, pasear autobuses y caravanas, crear un muñeco con la efigie del presidente, colgarlo y apalearlo, utilizar la religión y la justicia de forma política partidista, proponer la ilegalización de partidos políticos, utilizar la hipocresía, el sarcasmo, la chulería y el matonismo. 

Observado así, de forma desapasionada, este tipo de Política Artificial puede parecer un espectáculo sorprendente. Pero mucho menos si se compara su activismo demagógico con las contundentes medidas que sus mismos actores trasladan a la vida real cuando deben pronunciarse sobre propuestas que mejorarán la vida de los españoles o cuando gobiernan, es decir cuando logran su objetivo.

Los mismos que claman por la ausencia de igualdad o de libertad, votan no a la subida de las pensiones o del salario mínimo y, en las regiones donde gobiernan, recortan la libertad de expresión, prohíben obras de teatro, recortan las becas comedor, la sanidad y la educación pública. Es decir, dejan de hacer Política Artificial y muestran su verdadero rostro, su rostro real.

La conclusión es que la Política Artificial de la derecha española es una auténtica farsa alimentada en la vida real por numerosos y potentes altavoces mediáticos. Ese enorme abismo entre la Política Artificial cuando están en la oposición y la política real cuando gobiernan, explica que no dediquen ya un solo minuto a explicar a los ciudadanos sus propuestas para mejorar el empleo, los derechos sociales o la convivencia entre ciudadanos y regiones. Toda su acción política se basa en destruir la imagen del Gobierno y de quienes le ofrecen su apoyo a distinto precio.

La Política Artificial está cada vez más alejada de la realidad, pero al mismo tiempo, más presente. Es como si los ciudadanos nos sintiéramos obligados a vivir y a participar en una enorme farsa y lo más sorprendente es que sus protagonistas, los actores sobre sus escenarios, no son los autores de su guion.

elObservadorDCLM