UN DÍA COMO HOY DE 1994: El Vaticano prohíbe al clero hacer política

Uno de los colectivos más golpeados, durante la terrible Guerra Civil española, fue el de los religiosos porque como se suele decir, “siempre pagan justos por pecadores”.

Es indiscutible que los sacerdotes en ese tiempo, utilizaban con demasiada frecuencia los púlpitos para hacer política y arengaban con excesiva flama a los feligreses en contra de la legislación vigente y por tanto del gobierno legítimamente elegido de forma democrática.

Esta es una lucha que aún hoy se permiten algunos curas, de sobra conocidos y otros menos conocidos, pero bien reconocidos por su corazón de piedra, de esos que utilizan los funerales (cuando más gente hay en la iglesia, sobre todo si el fallecido o alguien de su familia es bien conocido), para hacer política de nuevo buscando el voto, en el mejor de los casos, de la derecha.

No voy a hablar de un par de hermanos que se recorren las parroquias de la provincia de Toledo, “haciendo de las suyas”, por respeto a los lectores, pero a los que tuve que sufrir en propias carnes y por eso les conozco bien.

Los sacerdotes no deberían hacer política, porque su función es situarse en el “fiel de la balanza”, para ser “justos” tal como dice el catecismo, y sobre todo no deberían intentar poner a unos feligreses frente a otros, como si fueran las piezas de un ajedrez.

No es que esta reflexión la haga solo yo, también la hace el Código Canónico, legislación “sagrada” para la Iglesia, estableciendo que los religiosos y religiosas “no pueden formar parte de partidos políticos ni presentarse a las elecciones” y así quedó demostrado cuando la benedictina Teresa Forcades, intentó presentarse como candidata en una agrupación conjunta de Podemos, ICU y CUP en las pasadas elecciones catalanas.

Si esto fuera posible, el mensaje de la iglesia quedaría profundamente fragmentado, cuando el que debe imperar es el de la Igualdad y la unidad.

La legislación canónica es clara, cuando dice en su artículo 285.1 que “Los miembros del clero no deben participar en actividades que sean impropias de su estado” y todos sabemos que la política no lo es. Por si esto fuera poco el artículo 285.3 establece que “A los clérigos se les prohíbe asumir cargos públicos que impliquen la participación en el ejercicio del poder civil” y aclara que se refiere tanto a cargos electos como designados y el 287.2 deja claro que “No han de participar activamente en los partidos políticos, ni en la dirección de asociaciones sindicales, salvo en los casos excepcionales de falta de libertad o derechos” y esta última parte del mandato canónico es la que puede estar utilizando la ultraderecha cuando dice que en este país “no hay libertad”, aun sabiendo todos que esto es una democracia constitucionalista, pero tal vez eso es lo que molesta a la extrema derecha.

Lástima que cada vez quedan menos de esos a los que se puede preguntar cómo era una dictadura, sobre todo esa que defiende la ultraderecha española.

Jesús Sanz Montes, miembro de la Conferencia Episcopal ha dejado claro que “los religiosos no deben dejarse arrastrar por la ilusión de poder influir en el desarrollo de personas o pueblos, sustituyendo sus deberes específicos, con un compromiso político” y ha aclarado que la Iglesia ha ordenado “en general” que se abstenga de participar en la política partidista ya sea respaldando candidatos o promoviendo partidos.

¿Pero todo esto servirá de algo? Porque un día como hoy del año 1994, el Papa Juan Pablo II ya prohibió a los religiosos, mediante documento papal, su participación en política.

P. Moratilla