UN DIA COMO HOY DE 1963: Comienza el juicio contra Julián Grimau

Hoy podemos contemplar la pena de muerte, como algo muy lejano a nuestra tierra. Cuando se habla de ella es inevitable pensar en los Estados Unidos, pero no hace mucho tiempo aquí también se ejecutaba a gente… a veces incluso a gente inocente.

Fue  27 de septiembre de 1975, cuando se llevó a cabo la última ejecución de cinco personas, ninguno de ellos superaba los 25 años. Eran tres miembros del FRAP y 2 de ETA.

Fue en Hoyo de Manzanares donde los tres pelotones compuestos por guardias o policías voluntarios acabaron con la vida de 5 personas acusadas de terrorismo.

Toda la dictadura franquista estuvo llena de ejecuciones, algunas de ellas fundamentadas en “delitos de guerra” y otras argumentadas en hechos falsos

La dictadura seguía matando gente mucho después de terminada la guerra, como fue el caso de Julián Grimau, acusado ante un Tribunal Militar de hacer una guerra que había terminado en 1939, pero su ejecución, 24 años después de finalizada la misma, pudo ser evitada, pero fue inevitable.

El madrileño Julián Grimau era jefe de la Brigada de Investigación Criminal, antes de iniciarse la contienda. Tras el golpe de Estado, se afilió al PCE y se limitó a cumplir con sus funciones de defensa de la paz y la legalidad vigente. Al estallar la Guerra Civil realizó sus funciones policiales en Madrid y una vez conseguida la victoria del dictador se exilió, primero en América del Sur y después en París.

Veinte años más tarde, volvió a España a sustituir, en la dirección del PCE, al toledano Simón Sánchez Montero que había sido detenido y tan solo tres años más tarde, el propio Julián fue detenido y torturado en la Dirección General de Seguridad.

Según contó a su abogado, en uno de los interrogatorios fue lanzado al patio interior del inmueble, desde un segundo piso, con las esposas puestas y grilletes en los pies,  causandole graves lesiones.

El fundador del PP, Manuel Fraga Iribarne, en aquel momento Ministro de Información y Turismo, negó las imputaciones y argumentó que el propio Julián fue quien se arrojó, esposado de pies y manos, desde una silla, por la ventana. Argumento que el juez aceptó como válido.

Un día como hoy, 18 de abril, del año 1963 comenzó el juicio. Uno de los más injustos de la historia ya que ninguna de sus imputaciones fueron probadas, las acusaciones eran de su supuesta actividad en Barcelona, cuando no se movió de Madrid en toda la contienda. Los testigos conocían los datos “de oidas”, así lo declararon y así consta en el sumario.

El delito continuado de rebelión, no era cierto porque Grimau había estado 20 años fuera de España. El Fiscal no dejó hablar ni al acusado ni a su abogado.

Tras cinco horas de juicio se dicto sentencia: pena de muerte. Ni la presión internacional, incluida la del Papa, fue suficiente para parar esta sentencia. La madrugado del 20 de abril, Grimau, fue trasladado al Cuartel Militar de Campamento. Lo colocaron en el campo de tiro, pero la Guardia Civil se negó a ejecutarlo, argumentando que a ellos solo les correspondía custodiar el cadáver.

El Capitan General de Madrid, también se negó a que el pelotón fuera integrado por militares de carrera.

Finalmente el pelotón de ejecución, se formó, por expresa voluntad del dictador, por un grupo de jóvenes de reemplazo. Jóvenes, novatos e inespertos que a pesar de dispararle 27 veces no consiguieron acabar con la vida de Grimau. Fue el teniente que mandaba el pelotón, quien le disparó 2 balas en la cabeza, que dieron fin a sus días.

Años más tarde, este teniente, asumiría que este acontecimiento no fue superado por su mente y terminó sus días en un psiquiátrico.

El juez que lo juzgó no había estudiado Derecho. Fue desenmascarado un año más tarde y condenado a prisión, pero ya era muy tarde para Julián Grimau.

Han pasado 61 años y aún hoy se sigue hablando de la muerte de Grimau en el Congreso y en Senado, donde Podemos ha pedido la restitución de su honor, algo a lo que el PP se ha negado sistemáticamente.

Una auténtica historia de injusticia, que tiene su peculiar banda sonora, o mejor dicho varias bandas sonoras. La de Chicho Sánchez Ferlosio “Canción a Grimau”. La de Leo Ferré “Franco La Muerte” y la de Violeta Parra “Qué dirá el Santo Padre”. Tres canciones compuestas a la memoria del madrileño Julián Grimau. 

P. Moratilla 

https://www.youtube.com/watch?v=rsCRv8w90c8&ab_channel=VioletaParraVEVO