El Ibuprofeno de Illa y la reconciliación de Sánchez acabaron con la pandemia independentista en Cataluña

El dato más contundente es que los socialistas catalanes han ganado claramente en votos y escaños tras cuarenta años de elecciones democráticas en Cataluña en las que antes siempre barrieron los nacionalistas y los independentistas.

Si es complejo desmontar la máquina del fango, no lo es menos desmantelar la máquina del regionalismo egoísta o el independentismo separatista. 

Salvador Illa había estado al frente de la lucha contra una epidemia devastadora y Pedro Sánchez apostó por el diálogo demostrando ambos que a los virus del independentismo se les controla mejor con la inteligencia y la generosidad que con el enfrentamiento directo, los antidisturbios y los palos que utilizó el gobierno del Rajoy. Ese frentismo político y de fuego real ha sido también la receta de otros muchos a los que parecía no importar un hecho que ahora se ha mostrado absolutamente cierto: el aumento de crispación del gobierno centralista es la mejor gasolina para la máquina independentista. 

En medio de ese juego frentista de apoyos mutuos se encontraban los catalanes, una comunidad que siempre demostró una enorme cultura, emprendimiento y también generosidad. Pero, también tarda años en desmontarse la estrategia nacionalista que utilizan los líderes de las regiones para conseguir apoyos, para ganar una y otra vez elecciones utilizando un enfrentamiento que debe ir calentando cada vez más los ánimos de la población hasta que llega la violencia como sucedió con ETA o cuando ardieron las calles en Cataluña. Entonces salieron las banderas a los balcones.

Tanto los centralistas como los nacionalistas llevan años utilizando a los ciudadanos para conseguir votos, a cambio del teatro nacional de unos y de las cesiones que logran los otros para sus territorios en detrimento de los derechos de otras comunidades.

Una vez desmontada esta triquiñuela de la que en su día se benefició Ciudadanos y hasta ahora los líderes nacionalistas, existen otras variables en juego como que muchos catalanes querían salir de España porque no soportaban los embates permanentes de ese centralismo ni la idea de estar gobernados por un Partido Popular rodeado de corrupción: no querían ser gobernados por Mariano Rajoy.

Ahora, con Pedro Sánchez en el gobierno del Estado, todo es diferente: es un líder que hace suyo el lema de Illa “Unir y servir”, en vez de separar dialogar y, sobre todo, ocuparse de los problemas reales de los ciudadanos, las pensiones, la sanidad, la educación, el empleo…, en vez de crear confusión política y crispación permanente algo que ha sucedido otra vez a los cinco minutos de que muchos partidos conocieran el resultado inapelable de las urnas.

elObservadorDCLM