UN DÍA COMO HOY DE 1885: Óscar Wilde es condenado a cárcel y trabajos forzados por ser homosexual

Oscar Wilde, ese escritor que pasó a la historia por su “Retrato de Dorian Grey” o “El Fantasma de Canterville”, entre otros,  era tachado de excentrico y a finales del siglo XIX gozaba de un fulgurante éxito como escritor y crítico literario. Su imagen pública de hombre casado y con dos hijos intentaba esconder  sus preferencias por la compañía masculina y sus tendencias homosexuales. Su comportamiento era una constante provocación a la habladuría, sobre todo cuando conoció a su joven amante, Alfred Douglas, con quien mantenía una diferencia de edad, de casi diez años.

En Alfred encontró una segunda vida y sus sentimientos le llevaron a pasear su amor por la sociedad británica, que hacía oídos sordos a los rumores hasta que el padre de Alfred comenzó a hacerle la vida imposible al escritor.

Un buen día le envió una tarjeta en la que decía “Para Oscar Wilde, aquel que aprenta ser sodomita”. Esto fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de Oscar que durante mucho tiempo había deseado iniciar una vía judicial, desde la cresta de la fama, buscando la condena del padre de su amante. Una condena que nunca llegaría sin pruebas tangibles que llevar a juicio, aunque sí estaba convencido de que la sociedad inglesa del momento no creería sus palabras. Ahora tenía esa prueba con la que denunciar al padre de su amante por “difamación”.

El señor Douglas, en su defensa, llevó a jucio un buen número de testigos que decían haberse acostado con el escritor, a los que previamente había pagado. Por lo que su “buena fama” terminó en ese momento y el juez acabó dando la razón al señor Douglas a quien la sentencia reconoció como “inocente”.

Diez años antes, en 1885, el Reino Unido había aprobado una ley, que calificaba las relaciones homosexuales como “indecendia grave”. Delito que llevaba aparejada una pena de hasta dos años de cárcel y trabajos forzados.

La sociedad británica no encontró otro momento mejor para poner en práctica la nueva ley, por lo que apenas unas horas después de ser sentenciada la inocencia del señor Douglas, el escritor era detenido y sentenciado con dos años de trabajos forzados en el penal de Reading, a tan solo 65 kilómetros de Londres. La esposa de Wilde, Constance, y sus dos hijos pusieron tierra por medio y se marcharon a Suiza tras cambiar sus apellidos por los de Holland. Sus amigos renegaron de él.

La dureza de las condiciones carcelarias y la precaria salud del escritor, llevaron a los funcionarios de prisiones a trasladarlo a otras cárceles en varias ocasiones. Sobre todo después de una caida que le provocó una dura infección en el oído.

Fueron dos largos años de presidio, aislado del resto de los reclusos y con derecho a una sola visita cada tres meses. Wilde nunca jamás volvió a ser el mismo.

Una vez hubo cumplido su condena, al escritor, no le quedaban ganas de volver a ver a Alfred, pero Alfred insistió y vivieron juntos durante tres meses en Italia.El tiempo suficiente para comprobar que su amante solo le quería por su dinero y ahora ya no lo tenía.

Su esposa le prohibió volver a ver a sus hijos. Los amigos le abandonaron por sus constantes peticiones de dinero y la lesión de su oído, que había sido tratada con negligencia en la cárcel, terminó degenerando en una meningitis que acabó con su vida tres años más tarde, el 30 de enero de 1900.

La ley que lo condenó siguió estando vigente, en Reino Unido, hasta 1956.