Pillería política o el misterio de la proliferación de los Alvises

Muchos seres humanos trabajan para solucionar las dificultades que inevitablemente aparecen en el camino y otros las utilizan para machacar al contrario como es el caso de numerosos políticos españoles. Tanto es así que, si pasamos por una idílica fase sin problemas, los fabrican para crear con ellos su anhelada confrontación: los problemas se convierten en sus mejores aliados. Y si nos caen del cielo crisis más complejas, pues bienvenidas sean.

La primera conclusión de esta estrategia es que las diferentes familias políticas nunca se pondrán de acuerdo en sumar esfuerzos y estrategias para buscar soluciones y mejorar la vida de los ciudadanos. Sencillamente porque les interesan más los problemas que las soluciones. Su estrategia es mostrar que todo está muy mal y que solo podrá mejorar si ellos toman el poder.

Con la intención de presentar al otro como un incapaz, nada mejor que ponerle piedras en el camino y procurar que las cosas en un territorio o en España vayan lo peor posible. 

A esta manera de comportarse de la actual derecha española se une el chantaje de territorios que tienen posibilidad de decidir en las Cortes, muy lejos de la solidaridad o la equidad y también de un diálogo constructivo para la mayoría o la máxima igualdad para todas las regiones.

El lenguaje político parece cada vez más insultante y finalmente es el insulto el principal protagonista, muy lejos ya de una oratoria ejemplar y constructiva. La imagen de muchos políticos dista mucho de la sensatez, la moralidad y el servicio a sus ciudadanos y sus territorios. Son más pillos que capaces.

Si a la moda del odio, la astucia, al ego y al frentismo añadimos a los jueces que hacen política, a los políticos que hacen de jueces y a los medios de comunicación que juzgan y politizan a favor de quien les financia, el resultado final no es otro que los Alvise Pérez que organizan sus esperpénticas fiestas a las que muchos deciden acudir porque son incapaces de entender ya una fiesta nacional con tanto diestro, toreo de salón, banderillas y tanto regar la plaza con inmensas dosis de interés personal e hipocresía.

elObservatorioDCLM