Ni pamplinas, ni dictaduras con redes: aportar soluciones

Desde que la oposición española se dedica exclusivamente a la confrontación para tratar de echar del Gobierno a Sánchez, parece que todos hemos olvidado que una de las virtudes o cualidades por las que los ciudadanos deberíamos preferir a unos políticos más que a otros es por su capacidad de aportar soluciones a los problemas y no acrecentarlos y utilizarlos.

Hablamos por ejemplo de la necesaria reforma de la financiación autonómica que a pocas regiones convence. La mayoría se dedica a reclamar más para sus territorios buscando sus peculiaridades y sus diferencias. Está bien, nadie debe ser más que nadie, todos somos españoles y todos debemos recibir la misma financiación para beneficiarnos de los servicios públicos transferidos a las autonomías. Todos los ciudadanos, los que viven en grandes ciudades y los que viven en la España vaciada deben tener el mismo acceso a la sanidad pública o a la educación y a los servicios sociales, con permiso de Ayuso y de Miley.

De acuerdo, nadie es más que nadie: ningún territorio debe ser premiado porque sus votos sean decisivos en el Congreso o para formar un gobierno en una región.

Eso ya lo sabemos. Lo que nos falta es escuchar también a los líderes políticos las soluciones que aportan para resolver este y otros asuntos: ese es su trabajo y no estar todo el día utilizando los problemas como dardos contra el oponente. No puede ser, como ha sucedido, que hayan tenido que pasar casi seis años para que el Partido Popular aceptara cumplir la Constitución y renovar con el PSOE el Consejo General del Poder Judicial.

Debería instalarse entre la ciudadanía la cultura de valorar a los políticos por su capacidad de diálogo, su afán por resolver situaciones complejas, por aportar salidas posibles y razonables, equilibradas y pactadas con políticos de otros partidos.

Y despreciar a los que reciben con los brazos abiertos las peores noticias para España, los que se alegran cuando utilizan las desgracias o cuando se empecinan en ver el vaso medio vacío, la parte negativa incluso de la duda. Y mucho menos a quiénes desprecian a la inteligencia y piensan que compramos las pamplinas y los argumentos tan burdos que recuerdan a dictaduras con redes sociales mientras reclaman libertad para vendernos sus antojos o sus privilegios.

Seamos razonables y aportemos soluciones.

elObservatorioDCLM