LA ÚLTIMA TROPELÍA DEL TOLEDANO OBISPO DE CÓRDOBA

Un día 25 de julio, Santiago, una espera encontrarse algo en los medios de comunicación que de una explicación de por qué razón Santiago es el patrón de España, por poner un ejemplo, sobre todo cuando la noticia viene de alguna de las sucursales de la Iglesia Católica, o de alguno de sus miembros investidos como sacerdotes o monjas.

Tengo que reconocer que me encanta mirar el ombligo de mi tierra, y disfrutar con personajes que pasean nuestra idiosincrasia por el mundo. Ahí tenemos a Iniesta llevando lejos los goles marcados por su pierna, de la misma manera que Feliciano López consigue sus sets en las canchas de tenis, por no hablar de “mi” Rozalén y su música. El periodismo deportivo de Sara Carbonero, el de investigación de Mabel Lozano o el humor de Ernesto Sevilla, Pablo Chiapella o la “vieja del visillo”, ya más famosa que el propio José Mota, por no hablar de los fogones de Pepe Rodríguez o del cine de Pedro Almodóvar.

Podría estar horas hablando de los que son y de los que fueron y siguen entre nosotros, como los José Luises Coll y Cuerda o los escritores Cervantes, Rojas y Garcilaso… inventores, investigadores, estudiosos, políticos, estadistas, escritores, médicos…

Pero como en todas partes la excepción confirma la regla y también tenemos personajes de los que cuando aparecen uno se esconde por pura vergüenza ajena, algo que ocurre con excesiva frecuencia con el toledano Demetrio Fernández, actual obispo de Córdoba.

Un personaje que confundió su vocación, o tal vez le confundieron los tiempos en los que se preparó para ella. Puede que se parara en el tiempo o puede que su mente quedara escondida tras algún cilicio recalcitrante. Sea como fuere, el toledano arzobispo de Córdoba no cesa de protagonizar titulares en periódicos o informativos, fundamentalmente por su forma tan peculiar de ver la vida.

Desde afirmaciones sorprendentes, como la de que “todo el mundo tiene vacaciones y hay que aprovecharlas para no caer en la pereza”, ¿Cómo recibe esta afirmación quien no tiene para terminar el mes, quien tiene problemas para llenar el depósito de gasolina, o quien no sabe muy bien en qué lugar está el mar porque perdió el rumbo antes de iniciar el recorrido?   ¿Dónde están esos personajes de los que habla el obispo que tienen pereza para disfrutar unas vacaciones?

A veces nos sorprende pidiendo lluvia en pleno verano para, después, en el mes de marzo  afirmar: “He pedido a Dios que llueva todo el año, pero en estos días pido un paréntesis”. ¿Quién osa, a parte del cambio climático, a contradecir a las estaciones?

De sobra son conocidas sus afirmaciones sobre la fecundación in vitro a la que llama “aquelarre químico de laboratorio”, o cuando ha defendido que “la UNESCO tiene un plan para hacer que la mitad de la población sea homosexual”, tras haber definido a la homosexualidad como “una plaga”.

El toledano obispo de Córdoba no sólo nos deja frases que definen con mucha nitidez el significado de homofobia, también son útiles sus frases para definir lo que es el machismo: “Cuanto más varón sea el varón, mejor para todos. Cuanto más mujer y más femenina sea la mujer, mejor para todos en casa”.

Este 25 de julio, día de Santiago, patrón de España por decisión unilateral del Papa Urbano VIII bajo el reinado de Felipe IV, el obispo de Córdoba no ha querido hablar de Santiago, ni tampoco de su viaje a Hispania, razón por la que fue elegido patrón. Ha pasado por alto su tumba en Santiago de Compostela. Tampoco ha querido hablar de la razón de su muerte en Palestina, ni de su forma de morir decapitado. Ni siquiera ha querido explicar por qué un grupo de cristianos cargaron con el cuerpo sin vida del apóstol Santiago “El Mayor”, desde Palestina hasta Hispania, donde debía ser enterrado.

El obispo de Córdoba ha preferido hablar de la “unidad” de España para alertar a la población de que “la desintegración de España o de la unidad de España no debe mermar este patrocinio sobre las comunidades cristianas en España”. Eso sí, no ha explicado en ningún momento dónde ve la “desintegración” de España, sino que más bien ha parecido parte de algún discurso político, para traernos a la mente el recuerdo de otro tiempo, cuando en las iglesias se hacía la más dura política de toda la nación, confundiendo sus funciones, para en lugar de fomentar la paz, como bien dice el Nuevo Testamento, intentar llevarnos y en otro tiempo consiguiéndolo con creces, a una penosa guerra civil.

Ya no es sólo Vox quien añora el pasado, ahora también lo añora el toledano obispo de Córdoba.

Algunos religiosos no aprenden nada, ni siquiera de la experiencia pasada y se atreven incluso a ir más allá en el tiempo y afirmar que “Tener un apóstol como patrono significa tener un intercesor en el cielo de especial rango, al que pedimos continuamente que la fe cristiana se mantenga y crezca en los territorios españoles, ya no solo de nuestra patria, sino también de los pueblos hispanoamericanos que lo veneran especialmente”. Frase con la que el obispo, ha celebrado este 25 de julio.

¿Alguien podría contarle al obispo, que las colonias españolas ya se terminaron y sugerirle que se dedique a lo suyo y no a la política?

Ahora comienza la cuenta atrás para comprobar cuál será el próximo objetivo del obispo de Córdoba y cuándo y dónde hará pública la siguiente afirmación, que tal y como se puede comprobar, siempre reboza en algún odio visceral, o tal vez sea en un trauma propio aún sin superar.

Por cierto… ¿El Papa Francisco que piensa de todo esto?

P. Moratilla