"Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!"

Llegan como los “Heraldos negros” de César Vallejo, hay golpes en la vida…

El drama es ante todo humano. Ahora que se han restablecido las comunicaciones, se multiplican las experiencias vividas en las zonas más afectadas donde aún se agolpan los coches como juguetes hundidos en el barro. Cada uno cuenta su drama personal, dónde estaban cuando empezaron las primeras lluvias y la llegada de la tromba de agua, 500 litros por metro cuadrado en ocho horas, casi lo mismo que suele llover en un año en toda España. Hay testimonios dramáticos de incertidumbre y pánico como el grupo de pacientes que se quedaron encerrados en una clínica dental a pie de calle hasta que un coche a la deriva chocó contra la cristalera, la rompió y pudieron escapar ya con el agua por la cintura. Quienes habían dejado sus coches en aparcamientos y cuando han podido entrar han buscado el suyo y lo han encontrado empotrado con otros, casi irreconocible. Hay quienes aseguran que han visto a personas con carritos que aprovecharon para robar en el supermercado, jamones, freidoras eléctricas… La rapiña también es un drama humano frente a la otra hora de la verdad cuando una madre está encerrada en casa, cuando no sabemos dónde está nuestra hermana o nuestra hija.

Hay mucha gente, voluntarios de pueblos que están yendo, caminando por las carreteras destrozadas, para ayudar a las zonas que han sufrido más destrozos humanos y materiales.  Así se multiplican las muestras de solidaridad como la de unos jóvenes de Ciudad Real, de Piedrabuena, que han reunido comida y la llevan a Valencia para repartir entre los más necesitados:

Y todo eso no es lo peor porque se trata de pérdidas humanas, familias rotas, personas que estaban llenas de vida hace dos días y han tenido la mala suerte de estar en el peor sitio, en el peor momento. 

A todos, nuestra más sentida pesadumbre. Es momento de recuperar la calma tras la tempestad, aunque todo apunta a que las cifras de fallecidos en la Comunidad Valenciana van a ser enormes porque están apareciendo cadáveres en el interior de vehículos.

¡Y el hombre... Pobre...pobre! Vuelve los ojos, como                           

cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;                       

vuelve los ojos locos, y todo lo vivido                              

se empoza, como charco de culpa, en la mirada.                                   

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!        

elObservarorioDCLM