Un banquero indecente y un juez irreverente

Ha pasado ya el suficiente tiempo a mi entender como para emitir alguna opinión sobre un tema que, a mi juicio, es digno de ser analizado en las dos lecturas de rigor, la dicotómica, la de lo cierto o incierto, sin hacer ningún tipo de valoración subjetiva sobre los hechos ni las personas , puesto que no soy yo muy dado a los juicios de valor, es más, los detesto: el fustigar o ensalzar con vehemencia o encono un determinado acontecimiento y defenderlo con uñas, dientes, palabras, hechos, omisiones y lo que se tenga más a mano, en consciencia plena de que son legiones las que, con razón o sin ella, te van a apoyar, es algo que aborrezco en sí mismo.

Por ello he esperado el devenir de los acontecimientos y las reacciones a los mismos. He analizado- a mi entender, siempre limitado y muy particular como el del suyo, querido lector- a través de imágenes y alocuciones de uno y otro individuo en el "Juicio por presunta prevaricación" contra un magistrado al entenderlo así su colectivo.

Los dos individuos protagonistas son el señor Elpidio J. Silva, magistrado-juez del Juzgado de Instrucción n º 9 de Madrid ganador por oposición con el nº 1 de tal grado y el señor Miguel Blesa, licenciado en Derecho, miembro del cuerpo de Inspectores de Hacienda y habitual ocupador a dedillo de muchos puestos en la Administración Pública sin perrito que ladre indignado sus designaciones. Como "estrellas invitadas", refulge una que no tengo ni idea del por qué fue escogida para formar parte del tribunal justiciero, la señora María Tardón, jueza que formó parte de la Asamblea General de Caja Madrid, dirigida por Miguel Blesa y por tanto, parte implicada en este juicio por mucho que ahora enarbole su bandera de independencia y afirme que no conoce al tal Blesa ni de vista; particularmente conmigo no cuela, igual es cierto pero…no me cuela, soy de los que sigue pensando que no se puede ser "juez y parte" en ninguna circunstancia, y conociese o no al Blesa ese, el caso es que formaba parte de su equipo empresarial.

Visto así a bocajarro, mi tendencia natural es - por puros principios- a posicionarme a favor del tal Silva, pero lo que no me convence tanto son las argucias y triquiñuelas que ha empleado el juez imputado en tal vista, o juicio…como quieran llamarlo.

Entiendo como prevaricación (yo, lego en la materia donde los hubiere) el delito consistente en dictar a sabiendas una resolución injusta por una autoridad, un juez o un funcionario. O sea que, entiendo que el Silva fue imputado porque debía tenerle algo de ojeriza al Blesa y lo enchironó por dos veces aduciendo que el negocio que hizo con la compra del City National Bank de Florida, olía bastante a pútrido.

Sin embargo nada de entalegarlo por la ruina que produjo el tal Blesa a miles de personas a través de la emisión y compra de unas llamadas "preferentes" (paradójico nombre) que vienen a ser algo muy parecido a una mierda envuelta con papel cuché, pero del guapo; al menos yo no he visto por ningún sitio que fuese enchironado por dejar con el culo al aire a dichas pobres- nunca mejor dicho- personas preferentistas.

Bueno pues, entre que una persona del tribunal es juez, cuando anteriormente fue parte, entre que el Blesa ese aduce como testigo, entre otras cosas, que ha perdido su prestigio (¿prestigio señor mío? ¿Qué prestigio?; por escribir dos de las acepciones de tal término, escribiré que prestigio es renombre, buen crédito; y si con el buen renombre y buen crédito se refiere a los emailses que han salido a la luz pública desde su autoría en las que viene a decir algo así como… "¿y se las han tragado (las preferentes)? pues menudo chollo hemos conseguido (…)" me resulta evidente que es usted el más prestigioso de los embaucadores que -en mi aun no larga vida- he conocido. Con lo cual, no ha mentido en absoluto, usted es el más prestigioso de los engatusadores desde que el Gran Capitán enseño sus cuentas de gastos al Fernando II de Aragón… o más si me apura).

Y los preferentistas todavía con el culo a los vientos…para coger un tabardillo, vamos. Y eso es un axioma que no necesita de instrucción, ni demostración, ni más hostias: basta con ver a pobres jubilados, pompi al viento, manifestándose contra vos, por haberle quitado sus ahorrillos sin visos de retorno.

Y voy con el otro, con el Silva. La impresión que yo he recibido de las alocuciones de este señor ante el Tribunal, independientemente de que pueda hacerlas (es lo suficientemente listo para hacerlas a sabiendas de que no tiene oposición jurídica) han rozado, cuando no han dado de pleno, en una sutil ironía burlesca para con el presidente del Tribunal, interpretando las cuitas infantiles con una mamá intransigente para conseguir los fines deseados:

"…entonces señoría, ¿no me va a dejar hablar?... ¿me va a expulsar de la sala?...no haga eso señoría, que yo soy bueno (con pucheros chulescos incluidos)…pero si solo quiero recusarlo, a usted y a la Tardón… ¡ande no me regañe más…que soy bueno!; y además ayer tuve una especie de trifulca con mi abogado y he decidido que no me representa, que es muy malo y ya no lo ajunto…con lo cual, si sigue este juicio… ¡pues estoy en total indefensión! ¡Ande señoría, sea bueno conmigo y prometo hacerle todos los mandaos de mercadona o el carrefur! ¿Vale? (…) ¿me sigue diciendo que no, señoría? Pues hala, le pido permiso para salir de la sala… ¿qué para qué?...para llorar… (Esta actitud la he visto, la he oído y dispongo de las fuentes pertinentes).

Que mire usted, señor Silva, a mí me trae al pairo el que haya hecho tan pueril y estúpida representación para anular su juicio y poder concursar (me gusta el verbo concursar en estas lides, ea) en las elecciones europeas por el movimiento Red (o como se llame), pero hágalo de frente, con argumentos serios y formales y no con florituras irónico-pueriles para chancearse del presidente del tribunal aun a sabiendas de que, posiblemente, sea usted mucho más competente como juez que todo el equipo tribunalesco que le ha juzgado y que no ha tenido más remedio que anular el juicio: hubiese sido lo más gallardo.

En mi opinión, con esa actitud chulesco-burlona ha quedado usted tan desacreditado y abyecto como el tal Blesa aunque fuere por distintos motivos y aun tomando – como hago- más partido por usted que por el banquero, sin juicio de valor alguno.

Alguien dijo que "la Justicia es un cachondeo" (Pacheco, Pedro, que… ¡anda quién fue a hablar!) pero en este caso…lo suscribo.

¿Será este bufo espectáculo parte de la "Marca España también?

Francisco R. Breijo Márquez.