La trena is cool

Quienes andaban preocupados porque Marbella, conocida como la Riviera española (parada obligatoria de la jet set y el famoseo durante las décadas de los 60, 70 y 80), estaba en franca decadencia, pueden respirar tranquilos porque el brillo y esplendor del que hacia gala no ha abandonado la provincia de Málaga sino que se ha trasladado a otra de sus localidades, Alhaurin de la Torre, cuya prisión (una de las más poblados de España y más saturadas de Andalucía), merced al nuevo modelo de preso (políticos, promotores inmobiliarios, viejos o nuevos ricos y, previsiblemente, alguna que otra folclórica), ha tomado el relevo del Ocean Club, Nikki Beach y el Funky Buddha, las discotecas más famosas de la noche marbellí. 

Para los que prefieran la ciudad les recuerdo que el Centro Penitenciario Madrid VII, Estremera, lleva camino de convertirse en el local capitalino más "in" de esta temporada. Sí, las cárceles amenazan con convertirse en los centros neurálgicos de las mejores fiestas del próximo verano.

¿Qué significa ser cool en el mundo de la moda? Sobre todo actitud, una forma de comportarse, de presentarse frente al mundo y a los demás de una manera determinada. ¿Hay alguien más cool que los últimos huéspedes que han ingresado en los penales españoles? Ellos, pelo engominado, trajes de diseño, maletines de piel y Rolex; ellas, rubio ceniciento, trajes dos piezas en colores claros, zapatos Louboutin y bolsos Louis Vuitton. Todos: caminar seguro y decidido, mirada al frente desafiante y negación absoluta de culpabilidad pese a las sentencias firmes y condenas. No me negarán que actitud, lo que se dice actitud no les falta, otra cosa es que sea la correcta.

En 1849 Fiódor Dostoievski fue condenado a ocho años de trabajos forzados en Siberia acusado de "crímenes contra la seguridad del Estado". En 1862 publicó "Memorias de la casa muerta" donde relataba sus experiencias en presidio: "Nunca podría haber imaginado el horror y la tortura que fue para mí el no estar solo ni una vez, ni un solo instante, en los ocho años de mi condena."  Si hubiera vivido en la actualidad y cumplido su condena en una de los penales del Sur de España, como buen ruso amante de la Costa del Sol, seguro que hubiera llevado mejor su reclusión y el estar rodeado de numerosos integrantes de la España cañí, la España de la charanga y de la pandereta, lo que le hubiera permitido narrar en sus memorias como los siete pecados capitales no solo existen sino que toman cuerpo, sistemáticamente, en los ocupantes de cargos públicos, sobre todo cuando llevan varios años en el ejercicio de su actividad.

¿Recuerdan? los pecados o vicios capitales son aquellos a los que la naturaleza humana se muestra inclinada máxime si, como denuncian las noticias diarias, eres político, empresario de éxito o familiar de alguno de los dos. Así tenemos: 

Envidia: el origen. El pecado nacional español. La que te empuja a cometer y diversificar atropellos y desmanes.

Pereza: estudiar, formarte, prepararte... ¡es taaaan agotador! Mejor ser emprendedor y buscar formas alternativas de llegar (más alto, más lejos, más rápido, como reza el eslogan olímpico) a la cumbre.

Avaricia: la vida es interés, el mundo es ambición, y aunque "todos queremos más" hay un grupo selecto que no se conforma y pide "más y más y mucho más".

Gula: a satisfacer en restaurantes de cuatro y cinco tenedores.

Lujuria: ¿qué es una cacería, seguida de una buena comilona y timba de póker, si no termina en el club de alterne de la zona?

Ira con la que se enfrentarse, en el momento de la detención, a policías ("¡Vd. no sabe quien soy yo!"), a ciudadanos que se atreven a increparles o a medios de comunicación a los que tachan, cuando ellos no los controlan, de intoxicadores y mentirosos.

Soberbia para escuchar las sentencias condenatorias, sin mostrar ni pizca de arrepentimiento, y entrar en las cárceles convencidos de que su estancia en ellas será minima.

"Jaume Canivell es un fabricante catalán de porteros automáticos, que viaja en compañía de su secretaria y amante a los alrededores de Madrid para participar en una cacería. El acto está patrocinado por el propio empresario en la finca del marqués de Leguineche, un aristócrata que atraviesa apuros económicos, y a él deben asistir altos cargos del gobierno e influyentes personalidades. De hecho, la verdadera intención de Canivell es hacer negocios y contactar con un ministro franquista para que le ayude a introducir el nuevo avance tecnológico en los hogares españoles". 

Analizando la vigencia que conserva el argumento de "La escopeta nacional" podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que lo que rodó en 1978 Luis García Berlanga ha escapado, mal que le pese a algunos, a la denominada obsolescencia programada, pues no solo se trata de una esperpéntica verbena, tan desmadrada como lúcida, sino de la crónica de una corrupción política anunciada extrapolable a cualquier tiempo y lugar.

Una vez encarcelados los "trincones" dispondremos de todos los ingredientes para hacer un filme carcelario, tan sólido como creíble, con intento de fuga incluido (no olvidemos que Granados asistió a la inauguración de la prisión de Estremera cuando era Consejero de Presidencia, Justicia e Interior, ¡ahí es "ná"!, de la Comunidad de Madrid, por lo que seguro que conoce cada recoveco y ha memorizado los planos para, en el hipotético caso de ser pillado, poder escapar del trullo, al más puro estilo "Prision Break", o al menos intentarlo).

La Escuela clásica en criminología establece que el delincuente, como hombre libre y racional que es, sopesa las ventajas y los inconvenientes que le va a proporcionar cometer un delito. Cuando prevalecen las primeras frente a los segundos tiende a llevarlo a cabo, de ahí que destaque la importancia de las penas para la prevención. El fin de la pena es impedir que el reo ocasione nuevos daños a sus conciudadanos y evitar que otros cometan tropelías similares. Para cumplir su labor de prevención las sanciones deben reunir las siguientes características:

-    Certeza: serán más eficaces cuanto más segura sea su imposición al infractor.

-    Prontitud: tendrán mayor efecto preventivo si se imponen con prontitud que si transcurre un largo período de tiempo.

-    Severidad: las penas severas, por su duración o por la intensidad del sufrimiento que provocan (sin olvidar que la sanción debe ser proporcional al delito que castiga), tenderán a ser más efectivas que las leves. 

¡Pues a ello Jueces y Tribunales!

Teresa Suárez