Yo denuncio

Según la Memoria Anual de la Fiscalía General del Estado de 2014, esta ha sido la evolución de los datos sobre fallecimientos de mujeres por violencia de género desde 2007 hasta 2013:

En dicha memoria se recoge, textualmente: “De las 55 víctimas fallecidas (durante 2013), 45 no habían denunciado, 10 si lo habían hecho. Respecto de las que no existía denuncia previa se ha registrado un incremento respecto del año 2012, tanto en números absolutos (de 42 a 45) como en la proporción, del 80% al 81,81% del total, cifras ver­daderamente preocupantes”.

Aquí quiero hacer un inciso para recordarles las tres fases que componen el denominado ciclo de la violencia de género:

1.    Tensión: en la que se acumulan todo tipo de abusos y agresiones menores (insultos, acusaciones, discusiones). La víctima experimenta angustia, culpabilidad y pánico, por lo que intenta calmar a la persona violenta. Los conflictos son  más frecuentes según se va aproximando la siguiente fase.

2.    Explosión: un hecho insignificante origina una explosión de violencia física y psíquica desproporcionada, corta pero muy grave (golpes, heridas, etc.). Inmediatamente después el atacante reduce su agresividad y la victima aparece muy alterada. El violento racionaliza el ataque, lo justifica, y consigue que la victima minimice sus daños.

3.    Luna de miel: la tensión acumulada en las dos primeras fases ha desaparecido y el agresor se convierte en una persona atenta y cariñosa que suplica perdón y promete que nunca volverá a producirse un episodio similar. La mujer acaba creyéndolo y perdona lo ocurrido.

Cada vez que el ciclo se repite el nivel de violencia aumenta y la fase de luna de miel se reduce. Durante todas las etapas, el agresor está trabajando para controlar y debilitar aún más a la víctima. Cuando haya concluido su minuciosa labor tendrá a su lado una persona anulada, aterrorizada, sin recursos económicos a su alcance, aislada completamente de su red de amigos y familiares, con baja autoestima, sin capacidad para razonar ni decidir por sí misma y, lo más importante, sin que sepa que ella no tiene la culpa de la violencia que sufre y que es el agresor el único responsable.

Pues bien, cuando se produce una muerte por violencia de género los responsables gubernamentales (ignorando deliberadamente los efectos devastadores que este tipo de violencia produce en quienes la padecen) se sacuden toda responsabilidad y la cargan sobre la maltrecha espalda de la mujer que, gracias al discurso oficial, experimenta un doble proceso de victimización al ser señalada como culpable de su situación por no haber presentado denuncias previas contra el agresor.

Me resulta llamativo que la Fiscalía considere cifras verdaderamente preocupantes que, de 2012 a 2013, los casos en los que no existían denuncias hayan aumentado de 42 a 45, pero nada diga sobre estas otras cifras:

• En 2013, de las 55 mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas 10 habían presentado denuncia previa.
• En 2012, de las 52 mujeres asesinadas 10 habían denunciado.
• En 2011, de las 68 mujeres asesinadas 16 habían denunciado.
• En 2010, de las 74 mujeres asesinadas 24 habían denunciado.

Desde 2007 hasta 2013, han muerto 120 mujeres que SÍ habían denunciado.

A las mujeres que padecen violencia de género se les exige que ejecuten un trámite que la mayoría, dada la situación de abandono, aislamiento e indefensión en la que se encuentran, no se ven capaces de cumplir (sin olvidar que, en la mayoría de los casos, cuando interpone una denuncia la única prueba con la que cuenta la mujer es su declaración desde la doble condición de víctima y testigo lo que dificulta la obtención de una sentencia condenatoria).

Pero cuando alguna consigue vencer su terror y dar el paso se encuentra con que ese acto que consume sus escasas fuerzas, y que tan insistentemente le exigen los poderes públicos como requisito para poner asegurar su integridad física, ni protege ni garantiza su vida.

El sistema no funciona y la culpa no es de la víctima.

Y así llegamos al controvertido apartado de las acusaciones y denuncias falsas por violencia de género: “En el año 2009 comenzamos a realizar un seguimiento de lo que se ha venido en denominar “denuncias falsas” referidos a aquellos supuestos en los que las “hipotéticas” víctimas de mal­trato interponían denuncias contra su agresor por hechos que no se habían producido”.

Observen la siguiente tabla:

Entre 2009 y 2013, según la Fiscalía General del Estado, se interpusieron 657.084 denuncias y únicamente se dictaron 33 sentencias condenatorias por denuncias falsas, es decir, el 0,005% escasísimo porcentaje que deja en evidencia esas voces que, cada cierto tiempo y de manera recurrente, se alzan para denunciar la prevalencia de denuncias falsas en mate­ria de violencia contra la mujer.

Mientras la Fiscalía continúa informando (”L.G.A. falleció el día 24 de mayo de 2013 en Santander. Estaban casados, en trámite de separación, sin convivencia y con un hijo común de 4 años de edad. El día 29 de noviembre de 2011 la esposa presentó denuncia por malos tratos, siendo condenado por el Juzgado Penal nº 5 de Santander el día 2 de enero de 2012, y dictando Orden de Protección. La resolución fue apelada ante la Audiencia Provincial que dictó sentencia absolutoria el día 3 de diciembre de 2012, dejando sin efecto las medidas cautelares. En presencia del hijo de 4 años la estranguló en el domicilio familiar”), el Gobierno, haciendo gala de su compromiso para acabar con los graves problemas sociales actuales, no olvida incluir en el Proyecto de Ley del Estatuto de la víctima del delito el siguiente apartado:

“Artículo 35. Obligación de reembolso.

1. La persona que se hubiera beneficiado de subvenciones o ayudas percibidas por su condición de víctima y que hubiera sido objeto de alguna de las medidas de protección reguladas en esta Ley, vendrá obligada a reembolsar las cantidades recibidas en dicho concepto y al abono de los gastos causados a la Administración por sus actuaciones de reconocimiento, información, protección y apoyo, así como por los servicios prestados, con un incremento del interés legal del dinero aumentado en un 50%, en los siguientes casos:

a) Si fuera condenada por denuncia falsa o simulación de delito.

b) Se dictare, con carácter firme, una sentencia absolutoria o un auto de sobreseimiento libre en los que se declarase la inexistencia de los hechos denunciados”.

¿Se le ocurre a alguien una medida más estudiada, sensible y efectiva, para convencer a las víctimas de violencia de género de que deben denunciar a sus agresores?

TERESA SUÁREZ FERNÁNDEZ