El apestado voto del emigrante

 “A pesar de la opinión de un amigo que trabaja en el consulado de Quito, algunos hemos tenido la impresión de que a la administración española no le interesa en exceso el voto de los expatriados, ¿quizás porque supondrían votos de castigo para el partido gobernante, como responsable máximo de la lamentable situación laboral de nuestro país?”, dice Manuel, historiador y arqueólogo con trabajo de profesor de primaria y secundaria en Quito (Ecuador).

En las elecciones generales de 2008 la participación de los españoles residentes en el extranjero fue del 31%. Cuatro años después, en los comicios de 2011, esa participación se redujo al 5%.  El origen de esta epidemia abstencionista hay que buscarlo en la reforma de la Ley Electoral aprobada el 28 de enero de 2011. Hasta entonces todos los españoles residentes en el exterior registrados en su consulado recibían en su domicilio las papeletas de votación.

En la actualidad, frente a la mayoría de los españoles, que recibe en su domicilio la tarjeta censal, que puede consultar por Internet su inscripción en el censo (https://sede.ine.gob.es/consulta_electoral_elecciones), buscar, sin necesidad de certificado digital, la mesa en que le corresponde votar, (https://sede.ine.gob.es/consulta_mesas_locales), y seguir el estado del envío de la documentación del voto por correo (https://sede.ine.gob.es/consulta_voto_correo), frente al fácil acceso a la información de los residentes en España, los residentes en el extranjero han sido instalados en un particular limbo y, en su mayoría, no reciben ni la visita del cartero.

Aquella nefanda reforma legislativa la acometió el gobierno de Zapatero para acabar con el “voto de los muertos”, unos cinco millones de residentes en el exterior fallecidos y que ‘resucitaban’ ante cada convocatoria electoral para, presumiblemente, votar mayoritariamente a las candidaturas de derechas. La consecuencia es que se acabó con el voto de los muertos, pero también con el de la mayoría del de los vivos, pues a la obligación de rogar el voto de forma presencial que impone la ley se añaden las prácticas nada democráticas de la actual administración, que ocultan, cuando no tergiversan, la información a los votantes expatriados.

Juan Ignacio Martínez Vega, especialista en desarrollo de aplicaciones informáticas que trabaja como maestro de ceremonias en hoteles de Tokyo (Japón), no ha recibido de la administración ninguna información para facilitarle el tan cacareado derecho al voto: “No he recibido nada en absoluto; lo único que he recibido de la administración es una invitación para una recepción en la embajada el 12 de octubre...”, dice este granadino. Y en una línea muy similar son los testimonios recogidos por www.dclm.es entre españoles residentes en el extranjero.

“Nada, todo fue por Marea Granate”, dice Soraya Pfost Ratia, titulada en Administración y Dirección de Empresas, residente en Sydney, Australia. “Gracias a ellos puede presentarme allí en plazo.” Y se lamenta del trato recibido en la embajada: ”Cuando yo llamaba a la embajada me cogía el teléfono una chica y lo único que me decía es que ya no podía votar y me colgó el teléfono tres veces. Su nombre es Graciela Torrano”.

La experiencia de Paco Gómez, ingeniero informático residente en Amsterdam, no es más alentadora:  “Tuve que ir a preguntar al consulado. Allí me informaron de que debía inscribirme como residente no permanente, y que en caso de intentar hacerlo como permanente habría un plazo para reclamar mi derecho al voto; pero no sabían ni cuándo sería, ni si serviría para algo, ni siquiera cómo, cuándo o dónde podría informarme de los plazos para esta reclamación”.

La información que recibió Ana B. Sierra, también ingeniera informática en Amsterdam, fue “poca o de ninguna utilidad. En el consultado inicialmente nos dijeron que no podíamos votar, pues el censo de residentes ya estaba cerrado para este año. Más tarde nos enteramos por amigos que debíamos registrarnos como residentes temporales y entonces tendríamos la opción de votar”.

Las directrices no deben ser homogéneas para todos los consulados y hay expatriados que han tenido más fortuna de cara al 20D. Paloma, licenciada en Ciencias del Trabajo, que trabaja en Londres, en esta ocasión ha recibido la carta del censo para confirmar sus datos y reenviarlos por correo postal. “He tenido que solicitar el voto online”, dice esta lucense. “Y cuando he recibido las papeletas para votar he tenido que enviar mi voto por correo certificado al consulado español en Londres, que en teoría me reembolsará los gastos”.

Roberto Sosa: “La página web no es precisamente fácil de utilizar

Por internet pudo rogar el voto Roberto Sosa, que trabaja como ingeniero informático en Ámsterdam. “Rogué el voto por internet y tuve problemas con la página web, ya que pude rogar el voto pero no pude descargar el justificante de ruego. Lo intenté un día después y pude descargar el justificante, con lo cual entendí que el voto estaba rogado. Hace una semana recibí el sobre con las papeletas para el voto. Sin embargo, entiendo que yo, por tener conocimientos avanzados de informática, tuve menos problemas para realizar el ruego, ya que la página no era precisamente fácil de utilizar”.

También Enrique, que trabaja como ingeniero en Berlín, recibió información por correo electrónico de su consulado, mientras que a Lucía López, licenciada en Biología y que trabaja como asistente de investigador en el Museo de Historia Natural de Londres, le llegó a casa una carta con la información que necesitaba para votar.

En todo caso, con carácter general la información es insuficiente y confusa, según los testimonios recabados, mientras que los requisitos para poder votar se convierten en ocasiones en barreras insalvables.

Según Marea Granate, colectivo trasnacional de emigrantes, poco más de 115.000 personas han conseguido completar el proceso de petición de voto, un 6,11% del Censo Electoral de Residentes Ausentes. En el caso de Castilla-La Mancha, de los 26.569 expatriados que figuran en la Oficina del Censo Electoral, sólo 3.218 han rogado el voto. Marea Granate sostiene que el principal obstáculo es el el registro en el consulado  por las escasas facilidades que ofrece la Administración. “Especialmente desde marzo de 2015, donde repentinamente la presencialidad fue un requisito para el registro". Tanto los horarios de apertura como la distancia a la que se encuentran los consulados hacen que muchos españoles no estén inscritos como residentes en el extranjero.

También hay expatriados que son abstencionistas, pero no forzosos. “No he querido votar”, asegura tajante Laura Hernández, titulada en Publicidad y RR.PP. que trabaja como recepcionista de hotel en Londres. “Cuando me mudé a Inglaterra al principio seguí más la situación política en España; sin embargo, desde entonces ha sido tan vergonzoso todo lo ocurrido que he perdido interés en la política española. Hoy en día no voto porque no estoy suficientemente informada, ni he seguido el curso de los nuevos partidos ni de sus campañas”.

Pero son los trámites burocráticos, que Soraya Pfost califica de horribles y sin sentido -“si no fuera por Marea Granate y Españoles en Sydney no nos hubiéramos enterado muchos”-, los que dejan fuera del proceso electoral a muchos expatriados. Así, Manuel ha renunciado ha realizar los trámites requeridos para solicitar el voto “por parecerme engorrosos”, y Emma Herrero, por su parte, advierte que “por más que realices los tramites a tiempo no se puede votar (aunque quieras)”.

“Comparada con la administración holandesa, la española es lenta y poco eficiente”, dice Paco Gómez. “A la hora de solicitar estas cosas es difícil hacerlo por internet y hay que ir al consulado, que abre de 9 a 14 horas, teniendo que perder tiempo de trabajo. Si viviera en una ciudad sin consulado hubiera sido una aventura conseguir el voto”.

Lucia Muñoz-Barrena, restauradora de bienes culturales en Londres, ha visto recompensado su esfuerzo y ha podido votar este 20D, si bien “me ha supuesto cerca de una semana de papeleos y viajes a la embajada, sin contar el tiempo de descifrar la información de la pagina web”. También en Londres, para Paloma “esta vez no ha sido tan malo como las anteriores, creo que porque ahora estoy registrada como ciudadana de modo permanente en Londres, entonces el trámite ha sido más automático. Hace cuatro años tuve que ir al consulado varias veces, para registrarme, para solicitar el voto, etc. y aguantar unas colas insufribles”.

Ana B. Sierra: “Tener que rellenar el mismo papel dos veces de mi puño y letra es… de pena”

Ana B. Sierra es tajante a la hora de valorar la burocracia del voto para los expatriados: “Vergonzoso, primero porque no nos informaron de la opción de inscribirnos temporales. Y, segundo, me sorprendió bastante que cualquier proceso se tramite con papel y ‘boli’. Estamos en el año 2015, soy ingeniera informática y vivo en Holanda, un país donde el mínimo proceso está automatizado. Tener que rellenar el mismo papel dos veces de mi puño y letra es… de pena. En segundo lugar, la embajada abre solo en mañanas y en horas laborales. Y, finalmente, todo el tiempo tenía la incertidumbre de si el voto iba a llegar a tiempo ya que amigos votantes en años anteriores nunca llegaron a recibirlo (tampoco tengo la certeza de que llegue a tiempo a la mesa electoral)”.

Poner remedio a la tropelía que supone obstaculizar el voto a aquellos españoles que, en su mayoría, han sido expulsados del país por la crisis, parece que no es una labor muy complicada. Hay acuerdo generalizado en que debe suprimirse el voto rogado y establecer otros mecanismos de control y participación. El líder del PSOE, Pedro Sánchez, se comprometió a ello en el debate del bipartidismo el pasado lunes y arrastró a Mariano Rajoy a asumir el compromiso, aunque lo hizo a regañadientes. Y en la era de las comunicaciones parece evidente que pueden establecerse mecanismos ágiles y sencillos para que todo el que quiera votar pueda hacerlo. Y, por supuesto, el establecimiento de una circunscripción única para los españoles residentes en el exterior.

Erika Marhuenda: “Estoy realmente indignada”

Mucha frustración y enfado por no poder votar en estas elecciones dice sentir Erika Marhuenda Bru, arquitecta técnica de profesión pero que trabaja de dependienta en un supermercado en Paignton, Reino Unido. “He votado siempre y desde que estoy en el extranjero he perdido dos opciones de votar. Estoy realmente indignada”.

Manuel: “A la administración española no le interesa en exceso el voto de los expatriados”

“El voto de un emigrantes vale tanto como el de un español residente”, concluye resignado Manuel Escudero, ingeniero informático residente en Austria. Y anima tanto a emigrantes como a residentes a participar en las elecciones. “Menos a los que van a votar al partido en el poder actualmente. Esos se pueden quedar en su casa”.