El decorador de Trump da a luz

Lo primero que me viene a la cabeza después de ver la decoración del pisito con vistas es que el primer hombre americano que ha dado a luz es su decorador. Un parto se mire por donde se mire, porque se puede ser rococo, gótico, minimalista, art decó, clásico, moderno, budista y si me apuran gilipollas, pero hortera, tan hortera, no. Pero claro, sobre gustos colores.

Uno es lo que traslada con su imagen y si Trump tiene que llevar la igualdad a los americanos, a esos que viven sin sanidad, sin educación, sin empleo, sin derechos sociales, sin permisos de trabajo, algo no cuadra a razón de cómo se conduce en su vida de millonario. Porque una cosa es hacer una campaña para desencantados y otra tener grabado en el ADN algo que se parezca a una idea de justicia social.

Ser rico no es un pecado, es la suma de esfuerzo y trabajo con la que se llega a ese estatus. Trump es rico porque se lo ha currado, ¿pero será un rico que entienda los problemas de los pobres? La cuestión no es baladí y a lo largo de su campaña ha mostrado soezmente que le trae el pairo esta cuestión. Lo del muro con México es una broma, al fin y al cabo a los chinos les dio por hacer la muralla y a los comunistas por construir el muro. Su problema de comprensión vendrá cuando algún asesor le intente explicar que tienen millones de inmigrantes que ocupan su país y qué hacer con ellos.

Un pobre que lo haya sido siempre entenderá el sufrimiento de esas familias que deben trasladarse hacia un supuesto futuro mejor, pero un rico no está cerca de comprender lo básico, ¿qué supone ser un desplazado? Y si encima esas decisiones las toma un asesor que cree que los males de Norteamérica vienen por las fronteras, los túneles y las alcantarillas, pues ya tenemos el lío.

Cuando Trump y señora encargaron la decoración de su apartamento estaban mostrándole al mundo sus gustos, respetables pero disparatados. Imaginan en España un candidato que le enseñara a los cinco millones de parados una vivienda como la de los Trump. ¿Qué confianza otorgaría a sus votantes quien se conduce con semejante ostentación? Aquí le aplicaríamos el dicho “dime de lo que presumes y te diré de lo que adoleces”.

El capitalismo tiene esto, que se muestra crudo, que no esconde que lo es y además hace un ejercicio de realismo para que nadie se engañe. Los americanos se han pronunciado y han dicho que hay que ponerle una avenida al decorador del presidente. ¡Pues póngansela!

 El sueño americano es creer en lo imposible y hacerlo realidad, y en ello están, en creer que Trump se sentirá cómodo atendiendo a las clases menos favorecidas, respetando a las mujeres, de las que dice que “todas acceden a sus encantos”, logrando que haya médicos para los que no pueden pagar un seguro, o construyendo viviendas para los sin techo. Dicho de otra manera, los americanos creen en un Trump mil millonario con ideas socialdemócratas, no digo socialistas porque allí eso es pecado, con las que darle la vuelta al país como si fuera un calcetín.

Por todo ello, por lo que queda por venir, a mi no me extrañaría que el decorador vuelva a dar a luz pero esta vez en la Casa Blanca. Será la forma de mostrarle al mundo que el sueño americano es eso, la multiplicación de los panes y los peces sin importar quién sea el mesías, si un desarrapado, si un ciudadano de clase media, si un rico o si un predicador.

Al tiempo, que no me extrañaría que el próximo gesto de Trump sea sentar a un paria en su mesa.

Y entonces América dirá amén. Mientras tanto, ¡qué detengan al decorador!

Miguel Nieto/periodista