Sube el paro y encima perdemos al fútbol, por goleada

Dos equipos de fútbol alemanes golean a nuestros dos mejores equipos y el mismo día se conoce un estudio según el cual la percepción de los alemanes sobre la fiabilidad de España y de los españoles cae en picado. Aumenta el tópico de nuestra poca capacidad de trabajo y se desmorona aún más la imagen de España que refleja a un país gobernado por políticos corruptos. Ese mismo día conocíamos el nuevo dato del paro que crece de forma alarmante en Castilla-La Mancha.

Este es el panorama. Nadie espere que los actuales dueños de Europa, al menos los que fijan las políticas económicas, vayan a reconocer lo que ya reconoce todo aquel ser dotado de sentido común: la medicina aplicada, la austeridad y la contracción, ha empeorado al enfermo. Las soluciones se han puesto al servicio de los mercados y no de los ciudadanos. Y, entre los ciudadanos, crece el desánimo, el pesimismo y las ganas de protestar contra lo que está pasando. Los estudiosos de la Historia observan este momento como la génesis o la semilla de una revolución social.

Muy lejos quedan aquellas palabras de los líderes del Partido Popular, Mariano Rajoy y Dolores de Cospedal, cuando aseguraban que, si llegaban al poder, en unos pocos meses iban a devolver la imagen de España, el crecimiento económico y el empleo. No han tenido ni la fuerza ni la convicción de defender a los ciudadanos, todo lo contrario, las medidas adoptadas han reducido la calidad de vida y las expectativas de futuro de las personas: nuestro gobierno se ha plegado o arrodillado ante unas medidas que perjudican a los españoles y no mejoran la realidad económica, todo lo contrario.

La imagen de un enfermo que se queja de la amenaza de la retirada de los aparatos que le suministran oxígeno en un hospital de Ciudad Real, al margen de su propia responsabilidad de utilizarlos, es bastante expresiva de la sensación de asfixia y falta absoluta de humanidad que vivimos los españoles que encima perdemos al fútbol y por goleada.

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