'El Cooperante', tercera novela de un seguntino de adopción

El Centro Cultural El Torreón de Sigüenza acogió en la tarde de este sábado la presentación de la tercera novela del periodista y escritor, seguntino de adopción, Francisco Javier Oliva. Lleva por título "El Cooperante", y está publicada por Ledoria, misma editorial que lanzó su segunda obra, "La Torre del Gallo", ambientada en la ciudad del Doncel.

Presentado por la concejala de cultura, Sonsoles Arcones, Oliva, reciente finalista con otra novela del Premio Fernando Lara de Planeta, comentó el curioso anecdotario que rodea la publicación del libro. Cinco días antes de su presentación en Madrid que tenía lugar el pasado día 20 de noviembre "nos quemaron, literalmente, la primera edición el día de la huelga general", dijo. Editorial e imprenta hicieron un esfuerzo adicional para que nuevos ejemplares llegaran sanos y salvos al acto. Lo hicieron, y "se vendieron todos", informó el literato, que además bromeó con el hecho de que ser el primer autor "al que no le queda un solo libro aún antes de presentarlo".

Otras circunstancias de esta historia con tintes autobiográficos ambientada en Guinea Ecuatorial redundan en el halo misterioso que la envuelve. "Ha sido un parto con dolor que ha durado más de veinte años", contó. Oliva viajó por primera vez a aquel país africano en el año 1988, a lo que antes se llamaban misiones y ahora cooperación internacional. "La experiencia me marcó, pero no lo supe hasta que volví, porque mientras estuve no pensaba en otra cosa que no fuera volver sano y salvo", reconoció ayer. Cuando lo hizo, a finales de agosto del año en que Perico Delgado ganó su primer y único Tour, se juró no volver a Guinea nunca más. "Pero a los cuatro meses me empezó a picar el gusanillo recordando sobre todo a la gente, el paisaje de la selva, realmente cautivador, y mis experiencias, sentimientos y sensaciones. Porque lo más importante de aquella vivencia fueron las personas", dijo. Al año, Javier decidió escribir un libro con todo aquello, "porque la memoria es flaca", con el objetivo de publicarlo en el futuro. Tiempo después recorrió varias editoriales con su texto bajo el brazo, sin suerte.

Al cabo de unos años, con la publicación de su primer título, "El sueño de judas" (2007), Oliva rehízo su vieja historia selvática e intentó de nuevo su publicación. Encontró una editorial que confió en el libro, pero quebró antes de hacer realidad su aspiración. Ahora, de la mano de Ledoria, por fin ha visto la luz, no sin la última dificultad referida.

La novela tiene 700 páginas. El productor televisivo Manuel Requena, que presentó junto al autor la novela en Madrid, afirmó entonces que había quedado realmente impresionado por cómo el argumento le había hecho consciente de lo poco que conocemos del trabajo de las ONGs. La trama se centra en las relaciones humanas entre los cooperantes, y también con la población nativa, a la que se añade el tinte de novela negra que el autor inventó con ayuda de la lectura casual de un informe de la DEA, la agencia antidroga estadounidense. "Africa es ahora el trampolín más indetectable para el tráfico de armas y de drogas entre América y Europa. Los cargamentos saltan el Atlántico meridional para entrar en el viejo continente por diferentes puntos del sur", dijo. Al terminar su exposición, Oliva firmó ejemplares a las personas que acudieron a la presentación, entre ellas el alcalde de Sigüenza, José Manuel Latre.

SINOPSIS

Cuando Héctor pisa Guinea Ecuatorial parece un cooperante más entre los muchos que llegan al país cada verano para colaborar en proyectos que desarrollan varias ONG. Su destino es Nabaveng, un pequeño poblado en el interior de la zona continental, un lugar aislado donde trabajará en la construcción de una nueva escuela junto con sus dos compañeros. Nadie conoce sus verdaderos propósitos ni hasta donde está dispuesto a llegar por conseguirlos.

Los primeros días de su estancia en el poblado, Héctor logra asentar su falsa identidad frente a Cova y Arturo, y convencerles de su interés por llevar el proyecto adelante, por colaborar con ellos en alcanzar los objetivos que la ONG les ha marcado. No tardará en compaginar con maestría profesional esa labor desinteresada con sus auténticas intenciones. Los primeros pasos le llevarán a conocer otros poblados y a otros cooperantes, entre ellos a una mujer que afectará a su autocontrol y desestabilizará sus emociones.

Sobreponiéndose a las circunstancias, deberá manejar un sinfín de situaciones imprevistas cuidando siempre de no quedar al descubierto y cumplir así con su cometido: acceder a "Santa Isabel", una antigua hacienda colonial a las afueras de Bata habitada por un extraño hombre que jamás abandona los muros que la protegen del exterior.

Lo que Héctor no puede ni siquiera intuir es que el verdadero peligro para sus planes no está en el interior de la selva o en las complejas redes clandestinas que manejan su propia vida.