De héroes a villanos

El 16 de Julio de 2005 de produce en Guadalajara el incendio más terrible de los últimos años en Castilla-La Mancha, no sólo por su extensión sino también por sus consecuencias. La vida de once personas fue arrebatada fruto del violento desarrollo de las llamas. Pero ese trágico desenlace no sólo se debió a las características del incendio sino que también a la escasez de medios, a la falta de preparación del dispositivo (estabilidad y profesionalización), a muchos factores que tenían que ver directamente con la inversión económica. Se demostró que de la partida presupuestaria se convertía en un factor del que dependía la seguridad y la eficiencia del dispositivo.

Después de esta tragedia, el gobierno de entonces parece ser que hizo un examen de conciencia y pensó que la protección del monte castellano-manchego y la seguridad de los trabajadores que luchaban contra las llamas debían de sostenerse sobre la base de:

1.- Más formación. De sobra se sabe que la formación de los trabajadores puede evitar accidentes de gran calado y puede contribuir a garantizar en una gran medida la seguridad de los trabajadores. Pero esa formación no tiene sentido si sólo se limita a cuatro meses anuales, puesto que la cotinuidad en el tiempo garantiza la fiabilidad de la misma.

2.- Más estabilidad. Cuando el tiempo de empleo de los trabajadores forestales se limitaba a cuatro meses, nos encontrábamos con la circunstancia de que había una "renovación contínua" de personas dado que una mayoría aspira a un empleo completo y no parcial. Con lo cual, sucedía que los periodos de formación nunca se completaban puesto que los trabajadores salían a menudo hacia un empleo mejor. Había una minoría de trabajadores que tenían una formación completa, incluso ésta era de poca calidad dado que se producía sólo durante cuatro meses al año.

3.- Más inversión. Los recursos del dispositivo son directamente proporcionales a la eficiencia de éste, siempre sobre la base de una buena gestión (no vamos a entrar en ese tema), la cantidad de presupuesto que se destina a la contratación de personal interino, medios aéreos, nóminas, medios tecnológicos, etc. es garantizadora o no de la eficiencia del dispositivo.

A partir de este momento nació la empresa GEACAM, destinada como empresa pública a gestionar directamente, sin mediar contrata, la prevención y extinción de incendios forestales. Para ello absorbió a todos los trabajadores de TRAGSA, empresa que entonces gestionaba estos trabajos, y aceptó, después de algún tiempo y a regañadientes, que los trabajadores de prevención y extinción de incendios debían trabajar doce meses como cualquier otro empleado que se presuponga "profesional". Por lo tanto, en año 2010 se comenzó una apuesta por profesionalizar y dotar de empleo a tiempo completo a todos los trabajadores de prevención y extinción de incendios de la Junta.

De paso y aprovechando las necesidades de prevención (labores de poda y desbroce) que son necesarias todo el año y que, hasta ahora, venían realizándose por empresas privadas, se dota a la empresa GEACAM de la capacidad para absorber una gran parte del trabajo forestal de Castilla La Mancha, consiguiendo con ello garantizar la calidad de los trabajos forestales y adaptar la poda y el desbroze a las necesidades específicas del monte de Castilla La Mancha.

Como consecuencia de la crisis económica, agravada por una burbuja inmobiliaria desproporcionada, comienza una sangría de empleo (incluido el público), y llegado el momento, nos toca a los trabajadores de GEACAM. En el mes de Agosto, la empresa plantea un expediente de regulación de empleo de extinción de 680 contratos. Los representantes de los trabajadores llegamos a un acuerdo con la empresa por el cual renunciamos a nuestra condición de trabajadores indefinidos durante cuatro años. Por sorpresa y sin mediar más explicación, la Consejería decide dar por roto tal acuerdo aduciendo la "poca disponibilidad de los sindicatos para llegar a un acuerdo". Con perplejidad, como miembro del comité de empresa, no tengo más remedio que mostrar sorpresa e incredulidad, un acuerdo ya redactado y supervisado por la empresa, por los representantes sindicales, por los trabajadores y por la propia Junta se convierte de un día para otro en papel mojado. Algo está pasando en la empresa y en la Consejería para que imprevisiblemente se rompa "el salvoconducto de trabajadores y empresa para los próximos años".

Dejando aparte campañas antisindicatos, la Junta ha dejado que se extienda un clima de incertidumbre realmente insorportable para los trabajadores de esta empresa, en realidad no llegamos a ver si estamos en tierra firme, al borde del precipicio o ya cayendo al vacío. No sabemos si la próxima semana estaremos trabajando, en desempleo temporal o despedidos. Tampoco si el próximo mes nuestra empresa estará viva o estará disuelta. Ni siquiera tenemos la seguridad de poder decir que vamos a recibir nuestro sueldo como hasta la fecha.

Por eso, nos llama la atención que se pueda definir como "plan de empleo" a una labor tan importante como imprescindible: la prevención de incendios forestales en invierno, trabajos de poda y desbroce, labor de la que depende que nuestro monte mantenga su equilibrio y no sea pasto de las llamas. No podemos imaginar que la prevención de incendios se considere una labor superflua. Da la impresión que, llegada la crisis, la protección del medio natural no goza ya de tanta importancia. Como trabajador entiendo que es necesario un esfuerzo solidario para ajustar las necesidades presupuestarias a las necesidades ambientales, pero abandonar la prevención no es la solución de ninguna manera. Durante estos próximos años habrá un examen a las administraciones públicas (en general) donde se evaluará la política forestal que desarrollan, se conocerá si los recortes han sido proporcionados, o por el contrario no han llegado a cubrir los objetivos (minimizar la incidencia de incendios forestales y garantizar la seguridad de los que pelean contra el fuego).

Ahora, convertidos en villanos, nos disponemos a afrontar un futuro incierto, lleno de dudas y lleno de incertidumbres. Con tristeza, no tenemos más remedio que aceptar que la lucha contra incendios forestales deja de ser una prioridad para los políticos, que ahora estamos indefensos ante los vaivenes económicos y que la única salida para nuestro futuro solamente tiene dos caminos: la resignación o la lucha.

Javier Barba Esparcia,
Trabajador de Geacam y miembro del comité de empresa de parte de UGT.