La Justicia de la maldad

La palabra justicia, aparte de su más puro sentido gramatical, encierra en sus entrañas el significado de la vida misma. No podríamos concebir la igualdad, la libertad, la coherencia, la dignidad, la moralidad, la democracia, el perdón y los derechos humanos, entre otras cuestiones, si no hubiese justicia.

A lo largo de nuestra historia hemos visto cómo la justicia se iba adulterando dependiendo de quien fuera la persona u organismo responsable de administrarla. Por ejemplo, la justicia de los ya desaparecidos faraones de Egipto pasaba por un sistema dictatorial donde el interés de su propio bienestar se plasmaba en la injusticia hacia el pueblo, incluso llegando a la esclavitud. Casos similares han sido los dictadores que han manchado de manera sangrienta nuestro camino o los grandes Césares (título imperial) de la época Romana.

Sin embargo, la evolución ha llevado a la humanidad a sistemas basados en democracias donde la justicia está en la punta del iceberg. Pero, curiosamente, muchas de estas democracias, como es la española, se basa (al menos en la práctica porque en la teoría difiere mucho) en el simple derecho que tienen los ciudadanos de ir a votar cada cierto tiempo para que, entre otras cosas, la democracia siga pareciendo justa, cuando realmente es un fraude.

No es concebible que algo tan grande, como es el significado de la palabra justicia, esté basado en que politicuchos de tres al cuarto se envuelvan en una prenda que no les corresponde ni de lejos, como es la toga. No es concebible que algunas (por suerte no todas) de las personas en las cuales confiamos para administrar la justicia, y que son los legítimos poseedores de dicha prenda, se arrodillen ante semejante aberración política.

Los españoles, aunque vamos mejorando en ello, tenemos el defecto de no fijarnos en la letra pequeña y de ser extremadamente conformistas. De todos es sabido, aunque no debería ser así, que las leyes no siempre son justas, sino que están amoldadas maliciosamente a los intereses de los mismos que las legislan para crear un entorno vicioso donde prevalece el engaño para su propio beneficio y donde la letra pequeña dice: "El que hizo la ley hizo la trampa".

Decir que podríamos poner miles y miles de ejemplos de ello no sería una exageración. Pero si nos fijamos en las últimas actuaciones que desde este fraudulento sistema democrático se han llevado a cabo, nos daríamos sobrada cuenta de que es así. Cómo es posible que un camicace asesine a un chico de 25 años y que después de caerle una pena de 13 años esté en libertad a los diez meses gracias a un indulto del gobierno y donde, curiosamente, el hermano de este asesino fue un alto cargo en el año 2002 del PP de Aznar y donde el hijo del Ministro de Justicia trabaja para el gabinete que ha defendido a este personaje... ¿casualidad?. Cómo es posible que miembros de un partido político reconozcan haber robado a los parados y que el fiscal general del Estado (por orden y mandato del Gobierno de la Nación) lo tape con una simple cantidad de dinero que encima, y para más inri, al ser un partido subvencionado sale del dinero público, es decir, de todos incluyendo los propios estafados. Cómo es posible que en un caso donde han fallecido cinco niñas se quiera tapar el origen del problema, que no es otro, que unos Alcaldes y responsables políticos sabían de la mala adaptación para ciertos eventos de una infraestructura pública, como es el caso del Madrid Arena, y que han seguido concertando hasta que ha pasado esta tragedia y donde ahora todos se laven las manos como Pilatos, y donde una Alcaldesa ante el llanto de toda España prefiere llorar en silencio en una sauna en Portugal. Cómo es posible que se esté tirando por tierra el duro trabajo policial de la UDEF y que, presuntamente, el Ministerio del Interior haya cesado a varios cargos policiales por el simple hecho de buscar justicia en un caso que va a dar mucho que hablar. Cómo es posible que a un trabajador por incumplir su contrato laboral se le pueda despedir, a la vez que, un partido político incumple casi en su totalidad su programa electoral, o lo que es lo mismo, el contrato legal que tiene con los ciudadanos y siga gobernando. Cómo es posible que a los grandes estafadores se les premie con una palmadita en la espalda mientras que todo un país lo está pasando realmente mal... ¿o tendremos que llamarnos todos Bárcenas, Gürtel, ERES, o BONO-IBI para ser tratados de la misma forma?.

No caigamos en la confusión de que esta mágica varita de la justicia es para todos y, sinceramente, ni la quiero, ya que el significado de la palabra justicia va clavada muy profundamente en la conciencia de las personas que creemos en ella.

Aun así, la aberración es de tan alto nivel, que el consejero de Sanidad y Asuntos Sociales de Castilla-La Mancha, Ignacio Echániz, ha descubierto a los verdaderos estafadores de nuestro país, que no son otros, que las personas en situación de dependencia que por desgracia han fallecido. Si, tal y como suena, ya que los anteriores, "y verdaderos corruptos", para personajes de la calaña de este individuo son almas de la caridad. Quizás esto sea el preludio de un nuevo recorte en la Ley de Dependencia, y que mejor excusa que ir sembrando el camino de indignidad. Por supuesto que hay que acabar con la estafa en todos los sectores, pero en este caso habría que demostrar que es así, puesto que a muchas de estas personas, como es mi caso, se nos debe cierta cantidad desde que nuestros familiares fueron amparados bajo la Ley de Dependencia y que, al menos en mi caso particular, se nos comunicó que se pagaría al final, es decir, una vez fallecida la persona y que por suerte para mi no es el caso. Por lo tanto, habría que mirar esta situación con lupa antes de salir a la palestra a acusar a nadie, pero es más, el señor Echániz, la ministra de Sanidad, Ana Mato, y otros muchos responsables públicos, podrían también ser acusados de estafa e incumplimiento de ley, puesto que cuántas personas en situación de dependencia han fallecido sin cobrar lo que les pertenecía por ley y que se les ha ido dando largas aun siendo personas que deberían haber estado dentro del SAAD.

Yo sí creo en la justicia, en la democracia, en la libertad y la igualdad, en las personas y en los errores que podamos cometer, pero por este mismo conocimiento puedo afirmar que nuestro sistema se aleja mucho de todo esto y que es un sistema corrupto de los pies a la cabeza.

No quisiera dar la imagen de que mi pensamiento es el de demonizar a nadie, nunca más lejos de la realidad, puesto que soy consciente de que hay demonios mas comprensibles, mas justos y con mejor alma que estos personajes, aunque tengo la esperanza de que todo cambie y resurja la verdadera y necesaria política, pero en mi mente, por el momento, solo cabe esta frase: "Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante ya no podré creer en ti".

Enrique Rivas Díaz,
Portavoz de la Plataforma en Defensa de la Ley de Dependencia en CLM.