La tríada de la seguridad: detener, juzgar, ejecutar

El Consejo General del Poder Judicial, órgano de gobierno del Poder Judicial según el artículo 122 de la Constitución Española, cuya principal función es velar por la garantía de la independencia de los jueces y magistrados frente a los demás poderes del Estado, anda con la mosca detrás de la oreja. ¿Motivo? El anteproyecto de Ley para la Protección de la Seguridad Ciudadana, que no del ciudadano, elaborado por el Ministerio del Interior, cuyos goznes chirrían cual portón milenario antes de inventarse el aceite 3-EN-UNO.

Un anteproyecto que parece elaborado siguiendo al pie de la letra el lema del despotismo ilustrado, "todo para el pueblo, pero sin el pueblo". Una Ley abierta, difusa, nada concreta; una llave maestra cuya posesión otorga al amo del calabozo, es decir al Gobierno, amplios poderes para implantar el ¡hemos "callao"! sin tener que acompañarlo del típico puñetazo en la mesa, a la vez que habilita atajos para intentar que las molestas injerencias del Poder Judicial impidan el castigo o la detención instantánea en el calor del momento que da más placer.

Así las cosas, el Pleno del Consejo aprobó el jueves 27 de marzo un informe sobre este Anteproyecto en el que crítica severamente el texto por rozar la inconstitucionalidad en varios de sus artículos.

Que las Fuerzas de Seguridad puedan pedir la identificación de las personas, cuando existan indicios de infracción o sospecha de que puedan cometerla, y detenerlas si se niegan o no es posible identificarlas en ese momento, choca frontalmente con el artículo 17 de la Constitución, por lo que, insiste el CGPJ, su redacción debe ser modificada añadiendo que los agentes están obligados a informar de manera inmediata y comprensible de los motivos por los que se les requiere la identificación así como de la duración máxima que supondrá tanto la retención como la identificación en las dependencias policiales.

Igualmente contraria al texto constitucional es la posibilidad de establecer controles en lugares públicos para identificar a las personas que se encuentren en ellos al objeto de descubrir y detener a quienes hayan participado en la comisión de una infracción, lo que supone reconocer que alguien puede ser arrestado por faltas penales o infracciones administrativas.

Cuestionan la legalidad de denegar el pasaporte en los supuestos de declaración de los estados de alarma, excepción o sitio. Consideran excesiva la exigencia de que la denuncia por el robo o pérdida del DNI deba hacerse de manera inmediata, y desproporcionada la tipificación de su pérdida reiterada como una falta.

De incompleta e imprecisa tachan la redacción normativa de los cacheos: no los define, no los limita al registro externo y superficial por lo que no excluye, en consecuencia, la práctica de desnudos, siquiera parciales. El informe considera que la nueva norma debería indicar expresamente el respeto a la dignidad e intimidad de la persona sometida al mismo y su carácter reservado, limitando los cacheos en la vía pública a supuestos de necesidad, así como recoger que se efectuarán por una persona del mismo sexo que la cacheada y con el máximo respeto a su identidad sexual.

Ampliamente criticada la pretensión de que empresas de seguridad privada puedan colaborar con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la disolución de reuniones y manifestaciones, algo que afecta al ejercicio de un derecho fundamental cuya defensa se atribuye a estas últimas y a la autoridad gubernativa.

En cuanto al apartado que habla del peligro que el uso de imágenes de autoridades o agentes pueda suponer para su seguridad personal, consideran que está formulado en términos tan vagos y extensos que se plantean problemas de taxatividad.

Después de empaparme de lo que el Gobierno quiere aprobar y de los puntos a los que el CGPJ se opone, he tenido una revelación. Lo que el primero busca y el segundo teme tiene nombre: JUEZ DREDD.

En un futuro distópico, cada vez menos futuro y más presente, los agentes del orden como Joseph Dredd reúnen en sí los poderes de policía, juez, jurado y verdugo. Armado de una pistola que solo reconoce la palma de su mano, por lo que da igual que la pierda o se la roben, cabalga a lomos de una moto dirigida por inteligencia artificial. Día y noche combate el crimen en las calles de Megaciudad 1. Dredd y sus compañeros tienen total libertad para detener, juzgar y ejecutar a cualquier delincuente.

Siempre va cubierto con un casco.

Nadie conoce su rostro.

TERESA SUÁREZ.