JOSÉ LUIS REAL: El tapón

El libro "Mails" de Santiago Niño-Becerra es un interesante libro de economía, pero no es un ensayo al uso en el que el lector, que no esté especializado, se pierda por la multitud de datos y de tecnicismos de la macroeconomía, porque en este caso el autor responde a correos electrónicos de sus lectores, sobre las consultas, preocupaciones más importantes en nuestra sociedad. Este economista ya analizó la permanente crisis que atravesamos en "El crash del 2010", con el subtítulo "Toda la verdad sobre la crisis". En el mercado editorial los libros de economía tienen un considerable éxito de ventas, como también ocurre con los libros que tratan sobre la salud y sus problemas. También en un aspecto más lúdico devoramos los libros sobre gastronomía y sus recetas. En definitiva, leemos de todo menos la literatura de calidad, pero esa tesis sería para reflexionar en otro momento.

En realidad, el título del libro debería llamarse "El tapón". Continuamente se repiten ideas como "Sobra de todo" y "El mercado laboral está arrasado". Santiago Niño es un economista mediático, porque colabora en muchos medios de comunicación, en televisión, en prensa escrita, en las redes sociales. Por lo tanto, el público al que llegan sus análisis es muy amplio, además el autor deja pistas en sus colaboraciones de tener un cierto espíritu humanista y social, que en otros compañeros de su gremio brilla por su ausencia, por el afán liberal y de recorte de todo gasto público. En "Mails" encontramos unas respuestas muy pesimistas a las dudas y preguntas de unos lectores, que ven con incertidumbre un futuro, porque ya perciben los problemas del presente de la crisis económica.

Al leer este libro, me llama la atención que ha aumentado la desconfianza ante todo, incluso ante nuestros pensionistas "la gente mirará mal a los ancianos que cobran buenas pensiones". También se dice que la familia es una alma protectora "no te preocupes, que nosotros estaremos ahí", por lo que los hijos vivirán peor que los padres, cuando estos falten.

Santiago Niño indica que cada año irrumpen en el mercado laboral miles de chicos universitarios, pero se hace la pregunta "¿cuántos arquitectos, ingenieros, informáticos se necesitan?". La respuesta la venimos escuchando de manera repetitiva estos años: hay poco trabajo para todos los que necesitan trabajar.

Un argumento de autoridad muy repetido es la alusión al libro "El fin del trabajo" de Jeremy Rifkin. En esta obra de 1995 ya estaba el germen de lo que pasaría posteriormente, como que el trabajo es escaso y que la robotización con el avance de las nuevas tecnologías eliminaría muchos puestos de trabajo. También hay datos estadísticos, cifras que ya nos sabemos de memoria, el desempleo en España es de 25% y el 54% corresponde al paro juvenil, y en Noruega, para algunos el país con mayor calidad del mundo, 3,5% tasa de desempleo general y 9% para desempleo juvenil.

Sabemos que todas las comparaciones son odiosas, porque Noruega es un país nórdico de apenas 5 millones de habitantes, pero también hay referencia al gigante de Estados Unidos, puesto que sus pensionistas siguen trabajando, porque cobran unas pensiones muy bajas, y cuenta la anécdota de un anciano de ochenta años que conduce la grúa de un taller o de las septuagenarias camareras de una hamburguesería.

Las soluciones para paliar este problema son pocas, un joven, que escribe uno de los correos electrónicos, lo tiene muy claro, en su caso es tomar la terminal de un aeropuerto, es decir, la emigración, como ya hicieron sus abuelos en la década de los sesenta. El principal motivo de esa huida es que el empleo en España es temporal, a tiempo parcial, y además siempre habrá alguien que dirá "yo por menos", porque trabajará por menos dinero. Lo cierto es que hay una percepción clara y rotunda de que de ser clase media hemos pasado a ser pobre, como se dice coloquialmente en menos de lo que canta un gallo.

José Luis Real