España es diferente / Paloma MORATILLA

Spain is different, así empezaba la historia de la apertura de nuestro país al exterior.

España se mantenía aislada del resto de Europa, gobernada por un dictador, con sus tópicos típicos de las flamencas, los toros y el sol. A juicio de quienes nos veían desde fuera, todos los hombres eran toreros y todas las mujeres llevaban navaja en la liga. En aquella época "Europa terminaba en los Pirineos", y Manuel Fraga Iribarne era ministro de Información y Turismo. Eran los años 60 y el despegue económico venía de la mano del turismo y de los envíos de dinero que realizaban los emigrantes españoles en el extranjero.

Dicen que para curarse del racismo lo mejor que se puede hacer es viajar, que es justo lo contrario que recibir visitantes a juzgar por lo que estamos viendo estos días. Así mientras que para el turismo interno el eslogan ideado por Fraga era "25 años de Paz", en el exterior vendíamos el turismo de nuestro país como "España es diferente", y desde luego que lo era y aún hoy lo sigue siendo.

Conforme nuestro país iba abriendo sus fronteras y recibiendo turismo, se avanzaba en el debilitamiento del régimen franquista. Vinieron después otras frases publicitarias para atraer el turismo "España es simpatía" (años 70), "España, todo bajo el sol" (80), "España, pasión por la vida" (90), con el nuevo milenio llego la "Marca España", y en la actualidad "Necesito España".

Todos estamos de acuerdo en que puede ser molesto encontrarse un grupo de japoneses, chinos o alemanes (la igual la nacionalidad) en medio de una calle de Toledo, cerrando la circulación y no solo de los vehículos, sino también de los peatones por lo angosto de sus caminos, pero ese es uno de los ingredientes de las ciudades que un día elegimos para vivir. Igual que el humo de los coches, los semáforos, o las terrazas de los bares. La contraprestación por vivir en una ciudad “Patrimonio de la Humanidad” coexistiendo con edificios históricos y centenarios está asumida por sus ciudadanos. En plena crisis, o para los optimistas post crisis, no se pueden rechazar 70.000 millones de euros que nos dejan quienes creen que “España es diferente” “con simpatía” y pudiendo encontrar “todo bajo el sol”, porque en aquí hay “pasión por la vida”, y eso es la “Marca España”, por esa razón la “Necesito”.

Entiendo que se evite, o se pretenda evitar aquellos comportamientos tanto de nacionales como de extranjeros que rompan la calma de las ciudades. Andar de cualquier manera, a cualquier hora o provocando una notable contaminación acústica, se puede evitar. De la misma manera que se pueden evitar los "trapicheos hoteleros". Bajo ningún concepto aplicar la violencia a quien viene de vacaciones a nuestro país. En un lugar donde hay 3.362.811 parados, no se puede tirar por la borda los empleos potenciales, aunque sean temporales, de aquellos que necesitan comer, porque “todos” tenemos el descabellado vicio de comer a diario.

Llama poderosamente la atención que estas manifestaciones de turismofobia se hayan presentado en Cataluña, Baleares y País Vasco. Andalucía, decana receptora de turismo, nunca se ha quejado de la afluencia masiva de turistas. Ciudades como Toledo, Valladolid o Badajoz están deseando recibirlos, tal vez es tan simple como cambiar el "chip" a los turoperadores  y mostrarles otros lugares que permitan repartir a los turistas y por tanto también los beneficios económicos del país. Mientras tanto tendremos que seguir leyendo titulares extranjeros como:

The Telegraph: “Slashed tyres and smoke bombs: left-wing anti-tourist protest in Barcelona spread to Mallorca”*  

*(Neumáticos cortados y bombas de humo: la ola de protesta anti turismo de la izquierda se extiende de Barcelona a Mallorca).

Paloma MORATILLA