El apoyo de cierta izquierda a los ricos nacionalistas

¿Se imaginan quién gobernaría en Cataluña los próximos 20, 30 o 40 años si se declarará la independencia? Los únicos. Con sus medios de comunicación, sus escuelas, sus iglesias y, muy probablemente, con su corrupción, siguiendo la estela dejada por la familia Pujol, nacionalista por excelencia. Todo ello pagado con dinero público y lejos del control de otro Estado.

En los Estados avanzados, este tipo de nacionalismo no surgió nunca de líderes que apoyaban a las clases más humildes o necesitadas, nació desde los estratos más poderosos, de los adinerados capitalistas que comprendieron la facilidad de ganarse a las masas y ganar elecciones enarbolando sus banderas, sus diferencias genéticas y su victimismo: no nos quieren, nos roban, somos los mejores y unos pocos vamos a sacar partido de esta sencilla estrategia durante muchos años. Puede que algunos partidos de izquierda, y otros autodenominados de izquierda no estén entendiendo bien lo que significa el nacionalismo. O este nacionalismo que nada tiene de izquierdas en el sentido tradicional de una doctrina nacida para apoyar a los más desfavorecidos y en defensa de la igualdad social, territorial, nacional, internacional, la lucha de los oprimidos frente a los capitalistas opresores y la desaparición de las fronteras. Tampoco tiene que ver con la solidaridad este nacionalismo propio de Estados modernos,  democráticos en los que territorios ricos pretenden emanciparse una vez amasada su fortuna con el apoyo del Estado central como si los capitalistas del mundo decidieran recluirse en un estado libre. Libre de control, de solidaridad y de impuestos.

Ahora mismo da la sensación de que la izquierda está ideológicamente desarmada por un populismo que se esconde y exhibe cierta adolescente tendencia a ir en contra del Gobierno y los demás partidos para abrirse hueco, aunque en este caso sean los otros quienes defiendan la legalidad vigente en nuestro estado democrático y la solidaridad entre los diferentes territorios. Es preciso que la izquierda verdadera, si es que existe, reclame su espacio y muestre claramente la cara de su doctrina.

¿Puede la izquierda dar cobertura al victimismo de los ricos? Se preguntaba en un artículo al respecto Martín Seco en una reflexión publicada en República titulado “La izquierda y el derecho a decidir”. En el mismo sentido escribe Feliciano Mayorga en dclm: “El artículo 155 y la desorientación de la izquierda”.

elObservadorDCLM