Maneras de hacer política

Esta campaña electoral se vaticina larga. Hay quien hace la campaña mediante discursos aburridos y hay quien los endulza con chascarrillos. Hay quien prefiere entregar acciones y no razones. Sin duda algo que se agradece por la cercanía es la posibilidad de hablar con los candidatos. Directamente y cara a cara. Sin discurso político de por medio, que puede estar manipulado por directrices de partido o por las tendencias del momento. 

No hay como mirar a un político a los ojos y dejarlo hablar. Simplemente escuchar. ¿Qué diría un político a un mendigo? A un médico. A alguien que vive cerca de un embalse sin agua. A quien tuvo que abandonar su tierra por falta de recursos económicos.  Sería un buen ejercicio sociológico contemplar su rostro y  escuchar sus palabras en cada caso, pero es un ejercicio casi imposible por la inaccesibilidad de la clase política. 

El presidente de Castilla-La Mancha se acerca mucho a esas sensaciones. El poder comprobar cómo piensa, cómo habla y cómo se mueve o sonríe entre una multitud de gentes, que le preguntan cosas variopintas o le cuentan historias increíbles. Hoy es posible con los Consejos de Gobierno itinerantes. Con la visita a los lugares en los que es reclamado e incluso en el alboroto de las fiestas locales. Esas palabras y esos movimientos dicen mucho más de su política que los gritos e insultos absurdos de los diputados del PP en las Cortes Regionales. Dicen mucho más de cercanía a los habitantes de pequeños pueblos de nuestra extensa geografía, en los que simplemente su presencia es la noticia del día. Esos lugares a los que no se puede llegar en avión ni en helicóptero, sino comprobando el vasto paisaje de nuestra tierra. Los baches de las carreteras. La sequía de los campos. La incomunicación en las nevadas. La limpieza de las ciudades. Pero sobre todo el rostro de los ciudadanos. Crispados, preocupados, sonrientes o felices porque ese es el único pulso para preparar unas elecciones: las inquietudes y preocupaciones de sus gentes. 

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