¿Qué hemos aprendido esta semana? | Tere Cardo

La semana ha tenido grandes noticias por sus dimensiones más que por sus bondades. El miércoles despertábamos con el hurto de dos cremas de Cristina Cifuentes en un Eroski de Vallecas. El titular de la noticia era tan rocambolesco que tuvimos que navegar por varias webs de otros periódicos para darnos cuenta que la broma iba en serio. Será difícil olvidar aquel conjunto azul índigo de la ya expresidenta de la Comunidad de Madrid en la trastienda de aquel híper de barrio, viéndoselas con un seguridad que le vaciaba el bolso.

Del azul se pasó a la pulcritud del blanco roto en la sede del gobierno de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol, para comunicarnos Cifuentes que abandonaba la presidencia por un “error involuntario”. De este caso aprendimos que puedes negarte a dimitir durante 35 días por negociar un máster regalado en una Universidad Pública pero que si robas dos cremas por valor de 40€ te toca irte. De aquí también puedes extraer la enseñanza de que “antes de empezar un viaje de venganza, cava dos tumbas” que decía Confucio y Francisco Granados.

Igualmente el jueves tuvimos que acudir al diccionario para encontrar la diferencia entre abusos sexuales y violación. La clave nos la da la propia raíz semántica de ambas palabras que ascienden de nivel por el grado de violencia empleada. El problema viene por el qué entienden los tribunales de nuestro país por violencia. Una joven acorralada por cinco hombres, intimidada contra la pared, muda de terror y forzada sexualmente como se describe en la sentencia contra “La Manada”, no es suficiente sino no hay golpes, heridas, sangre o incluso muerte, si se trata de una mujer. El fallo se ha resuelto con nueve años de cárcel para los cinco violadores y una indemnización a la víctima de 50.000 €. Esta decisión nos ha vuelto a sacar a la calle a las españolas y nos ha vuelto a unir como el 8 de marzo.

Pero ninguna de las anteriores nos emocionó como el adiós del futbolista Andres Iniesta del Barcelona. El deportista manchego volvió a ser ejemplo de elegancia y profesionalidad para cualquiera de las disciplinas, dedicándose durante estos 22 años únicamente a ejercer su labor de manera soberbia desde la humildad, huyendo de los conflictos. Una carrera que se ha resuelto con el aplauso de todo un país al que le ha dado momentos de auténtica euforia social con su gol que valió un Mundial de fútbol.

Las tres cosas tienen en común que a toda acción le sigue una reacción, y que de nosotros depende que esta sea buena o mala.

Tere Cardo.