Subir y caer porque su base no es sólida

Observando la evolución de los partidos políticos, en particular de los que han eclosionado con éxito en poco tiempo, cuesta identificar los movimientos que realizan conforme a su ideología y los que ensayan para atraer a votantes desconcertados. El problema que generan los oportunismos son las evidentes contradicciones que a veces llegan a ser tan profundas que pueden parecer hasta irreales. Vemos a Ciudadanos atacando y apoyando al Partido Popular, moviendo peones según dicta el tablero de la intuida intención de voto. Aciertan en ocasiones, sintonizan con las aspiraciones o los sentimientos de una mayoría que también se van modelando a través de las redes de influencias o los medios de conformación de conciencias políticas y sociales. Pero a la larga surge la duda ya que no pueden resultar creíbles ciertos movimientos adaptativos y los contrarios. Aunque parezca que no, las ideologías existen porque, distribuidos en grandes bloques sólidos, significan el apoyo a grupos sociales determinados, los poderosos y los necesitados, las clases sociales que existirán mientras existan las diferencias sociales, cada vez más palpables. Puede ser este como ha sido durante años un punto de referencia básico para situarse y suscitar apoyos o rechazos porque se basa en un interés legítimo en torno a la igualdad de oportunidades. Pero ahora mismo, los árboles de la desorientación interesada parece que no dejan ver el panorama de las necesidades reales. Sin embargo, las tramas oportunistas terminan haciendo aguas y los partidos que las practican cayendo igual que subieron. 

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