Cospedal, una mujer urbanita

España ha cambiado en estos años de crisis económica. Habrán notado ustedes en sus trabajos que sus compañeros ya no se cogen vacaciones para escaparse a lejanos destinos de sol y playa, sino que se van al pueblo de los abuelos -que ahora es una decisión muy moderna y una experiencia muy auténtica-. Nada ha tenido que ver la complicada situación de las familias con el cambio de gusto.

Este viernes la ministra de Defensa y secretaria General del PP, María Dolores de Cospedal acomodó su discurso en un homenaje a un alcalde de pueblo. Por unas horas, la expresidenta de Castilla-La Mancha se puso el traje de mujer rural para criticar algo tan incoherente: los políticos salidos de la televisión, como si estos nuevos talentos no supieran lo que es un pueblo y no hayan ido a veranear a la casa de sus abuelos y padres.

Para Cospedal lo bonito, bueno e ideal es llegar a la élite política sabiendo arrimarse bien a los que mandan desde edades tempranas, esperando que algún día alguien se fije en ti y te busque un carguito en el partido o en alguna administración, y una vez allí ya depende de uno lo ágil que sea para llegar más alto. Es seguir sus pasos.

La biografía de Cospedal la retrata como una mujer urbanita nacida en Madrid que vivió su juventud en Albacete capital y que luego volvió a Madrid, y que en vacaciones y puentes se iba a El Bonillo; la vida del español medio. De todo esto, sorprende la habilidad que desarrollan  los mandatarios populares para abanderar todas las causas sin mirar en sus alforjas.

Muy mal tiene que conocer Cospedal la vida en los pueblos, cuando en su mandato en Castilla-La Mancha los dejó sin escuelas rurales, eliminó las rutas para comunicarlos con las capitales y les quiso mandar cementerios de residuos nucleares. En resumen, quiso exterminarlos sacando a las familias de los pequeños núcleos rurales, dejando a los mayores incomunicados y enterrando en sus tierras la basura nuclear de Europa.

Entonces le decimos a María Dolores de Cospedal que lo importante no es llegar, sino mantenerse. Independientemente de cómo accedas a la política, ya bien de desde la televisión o desde la política municipal, hay que demostrar que uno se merece el cargo y todavía más importante, que uno se merece el respaldo de sus votantes que al final son los que te ponen y te quitan.

elObservadorDCLM.