La muerte de Campoamor y el jodío Riverita / Gloria Gallas

Es como si Pablo Iglesias, tan de moda, hubiera dicho que solo existe el color morado. Ni variedad, ni matices, ni blancos, ni negros, ni pobres ni ricos, ni madridistas, ni atléticos. Según las gafas que ha patentado Rivera, tan de moda como Marta Sánchez, no existen siquiera chovinistas de dos clases: los nacionales y los independentistas catalanes. No, ahora Rivera nos presenta las gafas de los españoles, las únicas con las que a partir de ahora contemplaremos el panorama que es como mirar únicamente la singularidad de Rivera.

Albert Rivera se ha cargado de un plumazo a Campoamor quien nos hizo comprender en un simple poema que nada en la vida es una verdad inmutable y que existen diferentes maneras de ver la cosas: “En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira”. Las gafas de Rivera quieren borrar matices y simplificar discernimientos: solo existen españoles. Tantos siglos debatiéndonos entre el racionalismo y el empirismo, entre la primacía de la razón o de los sentidos y ahora resulta que solo existe un color: el naranja.

La propuesta de Rivera recuerda el chiste de aquel descubridor navegante a las Américas que al volver a España aseguraba: “Allá, los indígenas son tontos, les das un trozo de espejo y te lo cambian por oro”. A las Américas fue con su espejo uno de los acólitos oyentes, se acercó a un indígena y le dijo: “te doy un cacho de espejo y tu me das oro”. “¡Qué jodío!, respondió el nativo.

¡Qué jodío!, Riverita.

Gloria Gallas