Cospedal y la "aconfesionalidad positiva"

De nada sirve la Constitución, ni la Ley de Memoria Histórica, ni el Defensor del Pueblo para María Dolores Cospedal. 

A la pregunta realizada el pasado martes por la diputada de Podemos, Miren Edurne Gorrochategui, sobre cuál es la razón por la que el Ministerio de Defensa ordenó izar la bandera a media asta en conmemoración por la muerte de Cristo, la presidenta del Partido Popular, diputada por Toledo y Ministra de Defensa, argumentó que "colocar una bandera a media asta, por la muerte de Cristo, no está reñido con la aconfesionalidad del Estado". Insiste en que "respetar nuestras tradiciones y nuestra cultura es algo bueno y positivo". Con su respuesta, parece olvidarse que algunas tradiciones no  nacieron de manera espontánea del pueblo, sino que fueron impuestas por el dictador que nos gobernó durante 40 años, como el hecho de que  las niñas nacidas en la época,  llevan el nombre de "María" delante, como el suyo propio, por imperativo eclesiástico-gubernamental de la época, cuando el nombre que se quería imponer, no entraba dentro de los llamados católicos.  

En su argumentario, equiparó la situación vivida en los Ayuntamientos de Valladolid, Sevilla o Lleida la pasada semana santa, con las banderas a media asta, con "lo que va a hacer el de Toledo dentro de unos días en la procesión del Corpus Christi, donde se celebrará una ceremonia religiosa a la acudirán los miembros de las Fuerzas Armadas". Debería hacer un matiz al respecto, porque suponemos que la asistencia al acto de Toledo, por parte de las Fuerzas Armadas, será voluntaria y no por mandato jerárquico, como la de las banderas.

Intentando ser contundente en su defensa de "lo imposible", Cospedal se refirió a una sentencia del Tribunal Supremo en la que se establece que "las administraciones deben cooperar con las distintas confesiones religiosas, introduciendo una idea de aconfesionalidad positiva".  Si la interpretación que hace de esta sentencia, es la justificación de las banderas, a partir de ahora, sería lógico que la Administración, no celebrase actos que incluyan comidas, o "vinos españoles". durante los días de ramadán o que cuando muera alguna figura destacada se queme incienso por las calles de forma institucional, más que nada por "dar la idea de aconfesionalidad positiva", lo que nos llevaría a una jungla de tradiciones compartidas por los ciudadanos que habitan este país, todos iguales ante la ley.  

Francisco Fernández Marugán, Defensor del Pueblo desde julio de 2017, por finalización del mandato de Soledad Becerril, ha manifestado que "es más adecuado a la lógica de un Estado aconfesional prescindir de honores fúnebres militares con marcado significado religioso".

Historia y tradiciones culturales, han de ser tenidas en cuenta, cuando han sido elaboradas y desarrolladas íntegramente por los ciudadanos, de ahí su nombre como "tradiciones populares"; cuando esas tradiciones son "gubernamentales" y no espontáneas no deberían ser tenidas en cuenta. 

Dclm.es