Jesús de Nazaret: El Amor y la Igualdad / Paloma Moratilla

Hablar de Jesús de Nazaret sin hablar de Dios ni de religión puede parecer difícil para quienes enlazan este nombre al cristianismo y a su revolución pacífica. Hay quien lo considera "El Hijo de Dios" (cristianos), hay quien lo considera un "profeta" (islámicos) y hay quien lo considera simplemente un "predicador" (judíos). Pero todos ellos, reconocen su paso por este mundo y por lo tanto su existencia. Dejando a un lado la concepción religiosa, es evidente que Jesús de Nazaret, hombre, existió porque de ello da pruebas la historia.

Nunca tanta contradicción quedó encerrada en un solo personaje, en cuyo nombre se creó la vida, pero también se apagaron otras. En nombre de Jesús se hicieron guerras, aunque también se encontró la paz. Llevando su palabra por bandera se asesinó y se traicionó, pero también en su nombre se crearon los conceptos de concordia, hermandad, conciliación, armonía y sobre todo igualdad; esta última fue la reivindicación máxima de su existencia. En su nombre se perdonaron vidas, aunque argumentando su presencia también se quemaron y torturaron personas. Desaparecieron libros, que quedaron extinguidos en el fuego de la incomprensión y la intolerancia pero también inspiró una cantidad ingente de literatura que consiguió acercar la cultura hasta los más remotos lugares, e incluso dio lugar al libro más leído de la historia de la humanidad.

La figura de Jesús de Nazaret, fue manipulada y vapuleada, hasta llevarla a imponer una filosofía vital, totalmente opuesta a la que el nazareno preconizara. Su lucha por la igualdad, en la que incluso llegó a perder la vida, desaparece con la presencia de inquisidores o conquistadores, que sin embargo argumentaron en su nombre las penas y escarnios públicos a los que eran sometidos quienes pensaban de una manera diferente. Por no hablar de la pedofilia y el machismo más reciente en ciertos elementos del clero.

Hablar de Jesús de Nazaret para un creyente es hablar de fe, pero para un ateo o un agnóstico es hablar del "ser humano". Es hablar de aquel personaje con buena oratoria y cierta sabiduría, que fue capaz de introducir en la mente de quienes le escuchaban la curiosidad por la cultura y el amor por el próximo. Es colaborar para hacer un mundo mejor donde no haya guerras y todos sean iguales. Es aprender a compartir, repartir y ayudar. Es conocer los conceptos de solidaridad y empatía. Pero si hay una palabra que ha estado unida al nombre de Jesús de Nazaret, durante dos milenios es la de AMOR. Amor a la naturaleza pero sobre todo amor al género humano, tenga la raza que tenga, el color que tenga y las condiciones en las que le haya tocado vivir.

Puede sorprender la presencia de Jesús de Nazaret en esta exposición, pero sería un error ignorar la existencia de quien consiguió, siendo hombre y no Dios, cambiar el mundo para siempre y sentar las bases de la concordia, el diálogo y la guerra pacífica, ingredientes que sin duda pueden llevar a mejorar la vida de aquellos que más lo necesitan, cuando la vida misma intenta excluir a algún ser humano de este mundo.

Su rebeldía y originalidad fueron capaces de romper la rutina de los romanos de otro tiempo. Su apariencia exterior y su locura. Sus amigos publicanos y prostitutas. Su especial cuidado de las mujeres en una sociedad patriarcal y machista,  han dado juego a dos mil años de palabras. Palabra Sagrada, palabra de Dios, de predicador o de profeta. Tal vez la más grande de las palabras, la del ser humano.

El lienzo habla y explica que esas palabras llenas de amor y paz, se consiguen con la observación, teniendo muy en cuenta la senda que va del oído a la boca porque, antes de hablar siempre hay que escuchar. Antes de opinar, siempre hay que aprender.

Paloma Moratilla 

* Reflexiones ante la obra de Teo Puebla "MEMORIA Y GRATITUD" (3/13) 

Aviso al Lector: El Diario de Castilla-La Mancha acerca cada sábado a los lectores la obra del pintor toledano Teo Puebla, perteneciente a su próxima exposición titulada MEMORIA Y GRATITUD