Agua y viento, lagunas y molinos

No se trata de andar, de hacer ruta mirando las pulsaciones o contando los pasos que caminamos en nuestro reloj digital. El tiempo que proponemos para recorrer este verano las Lagunas de Ruidera es más parecido al que describe Amin Maalouf en Samarcanda: “En nuestros días, los viajeros tienen demasiada prisa, prisa por llegar a toda costa, pero no se llega solamente al final del camino. En cada etapa se llega a alguna parte, a cada paso se puede descubrir una cara oculta de nuestro planeta, basta con mirar, con desear, con creer, con amar...".

Basta con descubrir los nombres de las quince lagunas, de la vegetación que las rodea, las aves que viven en ellas y dejarse caer en cascada por su belleza natural, fluir en torrenteras o en pequeños arroyos, levantar el vuelo junto al ánade real, la focha común, el pato colorado o el porrón mañudo. Levantar la mirada hacia el cielo azul, desde los matorrales, los tomillares, los romerales, las coscosas, las labiadas hasta las ramas de los árboles centenarios, encinas, carrascas, sabinas, y enebros…Ascender con los ojos del aguilucho lagunero para iniciar un viaje espacial y descubrir una cara oculta de nuestra tierra cercana entre Albacete y Ciudad Real.

Basta con mirar, con desear…Y si vamos con la lección aprendida, podremos comprender además otro milagro de la naturaleza: el agua de lluvia caída sobre el Campo de Montiel se infiltra por el acuífero 24 para dar vida al Río Pinilla o Guadiana Alto. La historia se repitió durante miles de años y la carga calcárea que arrastraba el agua fue construyendo barreras, presas naturales que separan y conectan los quince remansos situados a diferentes alturas. El agua fluye en cascadas y pequeños arroyos durante más de 18 kilómetros. Desde su punto más alto, la Laguna Blanca al más bajo, la de Peñarroya, habrá salvado un desnivel de 140 metros.

Ya estamos en la emoción del camino, somos parte de las Lagunas y parte de la vida que generan a su alrededor. Es el momento de recitar algunos de sus bellos nombres: Laguna Blanca, Conceja, Tomilla, Tinaja, Redondilla, Lengua, Salvadora, Batana, Colgada, Coladilla, Cenagosa…

Los primeros manantiales emanan de la Laguna Blanca y, durante 25 kilómetros, el agua de la Redondilla cae en cascada sobre la Laguna Lengua y el agua de la Lengua resbala hacia la Salvadora donde podremos sumergirnos en un baño fresco y limpio: sus profundidades y sus fondos dibujarán tonalidades de colores, azules y verdosos.

Cada época del año es un espectáculo diferente, fundimos el blanco del sol con el blanco de la cal y con el viento llegamos a los molinos de Campo de Criptana. Otra vez los nombres designan la dimensión del tiempo, la belleza escondida, una extraña sensación de estar mirando seres de otro tiempo, Infante, Quimera, Sardinero, Burleta, Culebro…

No se llega solamente al final del camino.

DCLM