Las personas que aman a las personas

Nosotros no somos eso, dice Copris, colaborador habitual de DCLM tras leer el observador titulado “Las personas que odian a las personas”. Y envía este texto en un wasap:

“Ajeno a las voces que profieren los semi anónimos hijos de las redes sociales, oigo sin querer escuchar cómo existen personas a las que, por serlo, respeto, pero que desprenden, con el conocido método del onanismo cerebral, un odio incongruente contra toda aquella idea que no provenga de una muda barata adquirida en un centro comercial con nombre anglosajón. Son los mal denominados "Haters" -y digo mal, porque en la riqueza del buen castellano, su denominación sería "amargados". Pues bien, estos  vástagos de la fotocopia, proponen una ideología basada en la ignorancia del otro, en la negación, en esa inferioridad del que no ama. Pero nosotros no somos eso; el humano ama, quiere, respeta y perdona; elige el amor como forma de vida. Los "Lovers" -y sigo diciendo mal, pues en la rica veta castellana tenemos la palabra "amadores"- somos una natural mayoría. Que nadie se deje llevar por la fácil metonimia del insulto”.

Amargados y amadores son las dos palabras. Algunos aman u odian de forma natural porque es su decisión o su designio. En el centro existe la gama cromática media de los que aman u odian según les trata la vida o según sus circunstancias o su esfuerzo por buscar el lado positivo de la duda.

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