El que mejor luce pendiente / Antonio Martín D'ors

Para todos era crónica de una muerte anunciada. Para todos menos para el selecto grupo de la zona más noble de la zona noble del Bernabéu, que hace tiempo ya sabía – y con certeza- que el marido se marcharía de casa dejando a la Institución, a la familia blanca y a las cadenas de radio-televisión con un acusado síndrome de nido vacío. Y lo peor es que no se haya ido con otra más joven y más guapa o que se fuera porque con la edad tuviera que iniciar sus estudios universitarios, no. El primogénito se ha marchado porque no ha podido digerir el ataque que para su orgullo le supuso verse ante un juez, reconociendo la comisión de delitos. Como un cualquiera. Él, el Elegido. El sobrenatural. La gran esperanza blanca hecha carne.

Por eso no tardó más de 20 segundos desde que consiguió la decimotercera en dejar clara su salida a todos cuantos quisieran oírle. Seguramente siguiendo instrucciones de los autores intelectuales de sus reconocidas actividades delictuales. Y que es un simple accidente de coche, un golpe por error o un incidente aislado, en el que por pura mala suerte alguien resultará perjudicado, podría dar con sus huesos en la mejor cárcel que su dinero e influencias pudieran conseguir. Y eso asusta.

Si a eso unimos que la Vedette ya estaba mosca con la inminente llegada de su sobresaliente y su ego no estaba para compartir amantes,  parece claro su egocéntrica forma de entender la vida solo podía conducirle a un particular  “final de la escapada”. Y por supuesto, el no iba a ser Belmondo, que pa eso es el más guapo del polígono y el que mejor luce pendiente, con diferencia.

En su huida deja varias Champions, un par de ligas, otros títulos menores y miles de corazones blancos rotos. Menos el de su jefe que ya lo trató como un activo completamente amortizado.

Lo demás, milongas.

Antonio Martín D'ors