Rivera y Casado deberían explicar las discrepancias entre títulos y realidades

La polvareda de la tesis de Pedro Sánchez, no solo sirvió para correr un tupído velo sobre la exhumación del dictador y la abstención de los populares, sino además para no tener que hablar del máster de Casado ni tampoco del de Albert Rivera. La media docena de folios unidos con una espiral de la que Casado enseñó su portada es suficiente para que los suyos le crean a pie juntillas a pesar de que la Universidad afirme que no tiene constancia en la recepción de ese trabajo.  Ahora se suma el máster en Derecho Constitucional de Albert Rivera. El líder de la formación naranja se ha visto obligado a corregir dos veces en menos de 24 horas sus currículums públicos, aunque aún es visible en la página web de Ciudadanos. Gracias a ello hemos descubierto una nueva forma de hablar de estudios, ya que queda patente que Rivera esta "doctorando en derecho constitucional". Los estudiantes de carrera a partir de ahora podrán decir que están "licenciando" derecho o económicas. En algunos lugares incluso aparece como "doctor" en Derecho Constitucional. El caso es que la rectora de la Universidad Autónoma de Barcelona asegura que Rivera no se encuentra matriculado en la Universidad ni aparece como doctorado en Derecho Constitucional. Sus cercanos han dicho que se matriculó pero cuando entró en política se olvidó de ello. Se olvidó de cursar los estudios pero no de inscribirlo en su currículum aún sin haberlo realizado.  

Menos mal que no somos serpientes porque nos habríamos envenenado de mordernos la lengua. La competición de titulitis de los últimos días, ha puesto en el disparadero a los líderes de las formaciones políticas, algunos con argumentos más que fundados, otros por simple invención. Cuando supimos la falsedad del máster de Cifuentes, no podíamos intuir que se llegaría tan lejos. 

Hay quien con migrañas crónicas se permite el lujo de gritar a los cuatro vientos ejercitando el "difama que algo queda" ayudados por la prensa que se considera con supremacía hasta el punto de querer hacer realidad las mentiras. Eso ya pasó en el pasado cuando los mismos medios de comunicación conspiraron para acabar con el liderazgo de Felipe González. Vuelve a repetirse la historia para evitar que la izquierda gobierne este país. Ahora tocaba Pedro Sánchez y qué mejor herramienta que la misma que sirvió para que Cristina Cifuentes, a quien se le auguraba un dulce futuro en política cayera en picado en tan solo unos días, en este caso toda una realidad. Ahora visto el resultado y sin ningún tipo de escrúpulos a  la mentira, se inventa con el único propósito de conseguir el mismo resultado. Resultado que sólo se exige a la izquierda aún sin existir documentos probatorios que demuestren la irregularidad, algo que no ocurre cuando los protagonistas son de la rancia derecha, como es el caso de Casado o Rivera.  

Pero cada trabajo requiere una herramienta diferente y el copia y pega no es válido a la hora de echar abajo a un líder político porque los talones de Aquiles son variopintos. Un objetivo estaba claro y casi conseguido, que la exhumación del dictador pasase desapercibida e incluso la abstención del Partido Popular al efecto que nadie o muy pocos han entendido. Tanta tinta derramada, tanto alegato vehemente solo sirvieron para votar "abstención", salvo dos diputados populares a quienes no les traicionó el subconsciente. 

Ahora nos queda por saber cuándo explicarán Casado y Rivera estas discrepancias entre títulos y realidades y cuándo pediran perdón por el daño moral causado a Pedro Sánchez que debería ser tan público como la polvareda levantada. 

DCLM