Si no existieran clientes no habría prostitutas…

El tema de la prostitución es tan complejo, tan antiguo, suma tal cantidad de intereses y matices, que no puede zanjarse con una opinión o una frase tajante porque se corre el riesgo de simplificar por el lado que a cada uno le parece más cómodo, más adecuado a sus ideas o intereses y, finalmente, no resolver nunca los verdaderos problemas asociados a esta necesidad y a este negocio. La alcaldesa de Ciudad Real, Pilar Zamora, ha asegurado que “Si no existieran esos hombres que acuden a los burdeles, que hacen uso de esta prostitución, la trata no existiría”. Es cierto, si no hubiera esnifadores no habría tráfico de coca, si no hubiera fumadores no existiría el tabaco, si no hubiera prostitutas no existirían los burdeles ni los hombres que acuden a ellos para satisfacer una necesidad para la que hace milenios existe una gran oferta. Otro de los matices importantes es que, aunque se trate de oferta y demanda, hablamos de seres humanos adultos y con libertad absoluta, tanto unos como otros, para entregar su cuerpo y su dinero. Se trata de intercambio de necesidades que, en mucho casos, parecen plenamente aceptadas por ambos. No podemos ahora abrir el debate de por qué los hombres necesitan satisfacer sus necesidades o adiciones sexuales, el debate de las mujeres que utilizan sus cuerpos con algún interés determinado, aunque tal vez también debería abordarse. Complejo, ¿verdad?

El problema real surge cuando las prostitutas desempeñan su tarea coaccionadas, explotadas, vejadas y sin posibilidad alguna de exigir sus derechos como personas. En este caso si debería existir un protocolo de actuación, un número de teléfono donde acudir como existe en los malos tratos porque en realidad se trata de eso, de tráfico de personas y de malos tratos. Lo triste es que ese teléfono puede servir para intervenir, para proteger a los prostitutas pero no para solucionar sus vidas. Es como imaginar que existe un ministerio, una oficina pública con la tarea de resolver las necesidades sexuales y económicas de hombres y mujeres.

Existen muchas más posibles consideraciones pero sirvan solo estas para expresar que no se trata de blanco y negro, que existen matices y que no puede eliminarse de un plumazo a los hombres que acuden a los burdeles, a los cocainómanos, ni a las ninfómanas o a los alcohólicos. Ya fracasó la Ley Seca que en esta caso respondía a la falsa idea de si no existiera el alcohol no existirían los alcohólicos. Muchos se enriquecieron con esa prohibición.

Dentro de la complejidad de todos estos temas se debe proteger a quienes se sienten obligados de alguna manera a utilizar su cuerpo contra su voluntad y castigar a quienes se lucran por ello.

Porque decir que la prostitución es ilegal no resuelve un problema real con el que convivimos desde que el mundo es mundo.

elObservadorDCLM