El honor de ser presidenta de honor del PP de Castilla-La Mancha

Jugando con el honor se puede decir de todo: que es un triste honor o que el honor del PP es un deshonor para Castilla-La Mancha. Lo cierto es que es ya el único honor de la que fuera presidenta de Castilla-La Mancha y secretaria general del Partido Popular, la número dos de Rajoy. La corrupción del PP que ella negó una y mil veces, hizo caer al gobierno y desaparecer de la vida política al propio Mariano, luego a Soraya y ahora a Cospedal que, de momento, se queda con su escaño de diputada y con el título que le otorgó el señalado por el dedo de María Dolores para sucederla en la región, Paco Núñez.

Si el PP considera que es un honor mantenerla como presidenta de honor, está en su derecho aunque haya tenido que dimitir de su último cargo nacional en su partido y se haya ido asegurando que las grabaciones de Villarejo ofrecidas estos días por las medios de comunicación están manipuladas.

Es difícil manipular algo ya tan evidente como que Cospedal y su marido contrataron al comisario para que realizara investigaciones a miembros de su propio y de otro partido y le pagaran con dinero del PP. Era impensable que el nuevo equipo de Casado la mantuviera en puertas de elecciones y su dimisión es la mejor prueba de que algo grave hubo en el caso Villarejo.

Su caída ha sido tan meteórica como lo fue su ascenso pero no parece que, al menos en público, vaya a hacer examen de conciencia.

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