Ahora sí, adiós María Dolores

Sin ninguna intención de hacer leña del árbol caído pero si de expresar la convicción de que, en muchos casos, la verdad prevalece aunque se haya querido disfrazar de mil mentiras, una y otra vez. Dolores de Cospedal abandona su escaño en el Congreso por Toledo y parece que también, de forma definitiva, la política. Se marcha Cospedal después de diez años como secretaria general del PP, cuatro como presidenta de Castilla-La Mancha. Al final, los hechos, la verdad, ha sido más obstinados que esa especie de diplomacia de trastienda que muchos vieron trascender siempre en su semblante, un rictus incierto que nunca trasmitía confianza.

Quiso taparlo todo, la corrupción de su partido, sus intereses personales, el tándem que formaba con su marido y, en nuestro caso, las numerosas traiciones a Castilla-La Mancha. Era nuestra presidenta pero parecía que nunca luchaba por nuestros intereses. Nos preguntábamos: dime tres cosas buenas que Cospedal haya traído a nuestra tierra aprovechando su buena posición en su partido. Y no encontrábamos más que el cementerio nuclear o su apoyo a Murcia en los trasvases, recortes, retroceso, privatizaciones...

Se liaba en su dialéctica y eso tampoco le ayudaba a parecer sincera. Porque se enredaba con razón ya que muchas de sus argumentaciones eran superadas pronto por la realidad que las convertía directamente en mentiras. En su favor hay que decir que no era sencillo ocultar las tramas de corrupción de su partido, intentaba maquillar a un difunto. De la misma manera intentó salir airosa de las grabaciones de Villarejo. Era un asunto muy grave que perjudicaba mucho a su partido. Se ha marchado cuando estaba acorralada y ha dejado en sus palabras de despedida las sensación de que en su propio partido no ha recibido apoyos. 

Pero, al final, Cospedal ha tenido que aplicarse la misma medicina que ella misma aplicó a otros de sus compañeros del PP como Bárcenas, Cifuentes y tantos otros, amigos o enemigos de la secretaria general. Una suerte de teatro de tercera no servía contra una realidad aplastante que terminaba por amortizarlos o, como dijo Villarejo sabiendo que se estaba grabando, por “echarlos al camión”. Cuando desaparecían por el horizonte, otros compañeros respiraban y eso mismo ha sucedido con Cospedal este miércoles.

Podemos decir, sin hacer leña del árbol, que hoy la política española está un poco más limpia.

elObservadorDCLM